Cuando las palabras quedan secuestradas
en el corazón de las mentiras
se pierde la emoción en los detalles
y nos olvidamos que de niños
jugamos descalzos en plena calle.
Nunca seremos más sinceros
que cuando eramos pequeños.
Cuando las palabras caen rendidas
mis rodillas se clavan en el suelo doloridas.
Cuando rezo en silencio mis suplicas
quedan entre el miedo a perder
y el valor del que cree.
No debí infravalorar nunca la gracia divina
de mi hada madrina.
Cuando las palabras quedan secuestradas
aparece el sentido de nuestras miradas.
Atrás queda la sinceridad de nuestros actos,
atrás, entre montones de miedos y sueños,
en el rincón de la despensa del alma,
donde habitan las risas del amanecer,
donde se guardan las primeras caricias de la piel
y las cicatrices que nos curtieron al crecer.
Cuando las palabras se quedan mudas
una diosa baja del cielo desnuda.
Cuando me siento en silencio,
con las luces apagadas...
Pienso en ti.
Cuando cierro mis ojos...
Te siento junto a mi.
Cuando las palabras quedan vacías
nuestras sonrisas se sienten perdidas
y allí donde el destino
se choca con el arrepentimiento
llueven lágrimas de desesperanza
y en el jardín de los sentimientos
crecen tristes, secas y ocres las flores
el escaso brillo de la luz
apenas nos hace distinguir
la pragmática amalgama de colores.
Hay lugares donde escapamos sin necesidad de movernos del sitio, este pretende ser uno de ellos. Disfruten de su estancia y sientan las palabras.
lunes, 28 de marzo de 2011
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