Nunca en la vida renunciaré de ti,
aunque a veces llegues a pensar que sí.
Te debo gran parte de mi corazón.
Sí estás triste, o lloras en tu interior,
mi corazón se encoge en un puño.
Eres una razón de mi vivir.
Crezco feliz aunque veas en mí
al niño que un día fui,
pero el tiempo no perdona,
y los recuerdos inundan la razón,
aunque el tiempo pase en el exterior.
Eres un modelo de vida,
de felicidad y juventud perdida,
que dejan paso a una madurez sentida.
Te imagino dentro de veinte años
sentada en el sillón recordando
días importantes como el de hoy,
hablando con tus nietos alrededor,
a los que educarás en la vida
como un día lo hiciste
con nosotros dos.
Paseando por el centro de tu ciudad,
que cada día te enamora más,
viendo pasar a tu gente,
alegre como la que más,
agarrada de tu marido
que hermosa estarás.
La vida que me has regalado
no se puede agradecer,
y estoy orgulloso de ser
tu hijo aunque no lo demuestre.
Por eso quiero gritar te quiero,
y darte las gracias la vida
de la que tanto espero,
y de la que renunciaría
por tí algún día.
Hay lugares donde escapamos sin necesidad de movernos del sitio, este pretende ser uno de ellos. Disfruten de su estancia y sientan las palabras.
miércoles, 16 de diciembre de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Honor
Siempre me dijeron que el hombre viste por los pies, que la palabra es el contrato más valioso y que esos pactos están para cumplirse. Pero...
-
El tiempo hace tiempo que dejó de dormir en un reloj, el reloj no detiene el control, ni el talento, ni el tiento… No distingo entre el bi...
-
Pasará, Irremediablemente todo pasará. Para bien o para mal. Todo acaba, aunque creyésemos que nunca iba a terminar Las historias, aunque ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario