Otoño se sentó a esperar a su amante
con la mirada hundida en el horizonte,
y la muerte intoxicada de belleza.
Naturaleza muerta, esperanza viva;
se funden en manos del artista
para crear la belleza de tu rostro,
hipnóticos ojos, deseo en los labios.
Refleja la melancolía en tu mirar,
la sutileza del romanticismo
la elegancia del paisaje,
que espera pacientemente
al dueño del mismo.
El manto de hojas cubrió a Otoño,
lo protegió de los primeros rayos de luz,
los que desnudan el alma
y atemorizan a los duendes de la noche
que huyen sin decir ningún reproche.
Deja que el aroma de las flores te cubra,
robales su esencia, su luz, la existencia.
Otoño...
esa diosa que todo lo puede,
esa musa que todo lo cubre,
Otoño, tan pronto llegas sin avisar
como te marchas y nadie te descubre.
Hay lugares donde escapamos sin necesidad de movernos del sitio, este pretende ser uno de ellos. Disfruten de su estancia y sientan las palabras.
viernes, 25 de diciembre de 2009
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