domingo, 10 de noviembre de 2019

La fiesta de la democracia

Tengo más de rojo que de azul,
tengo un ojo morado 
y un corazón naranja 
con piel de melocotón.
El verde esperanza nubla el ingenio,
y el amarillo se desvela
con un hilo de aire en la habitación.

Hay tantos colores como callos en las manos
de quien despierta cada mañana
para faenar antes que salga el sol.
Hay tantas historias que contar,
como lágrimas derramadas con o sin razón.
Hay tantos como tú, y otros tantos como yo
a los que empeñamos imponer la opinión.

Hay mares en calma y remolinos de viento,
hay rachas amables y otras maleducadas.
Hay miradas que matan, 
y la tuya que me desarma.
Hay gente que toma la calle 
y las barricadas arden,
hay otros que prefieren 
salir de tarde en tarde.

Hay una barra de bar, un par de vinos
y un torrezno que reparten.
Hay dos amigos que gritan
mientras que la multitud asiente atónita
a sus inocuas y huecas palabras,
llenas de sentido consentido y sin sentido 
en el tiempo ángeles caídos.

Al bando vencido, al puño en alto,
al cara al sol con el brazo extendido,
la internacional y el mayo francés.
No perdáis el tiempo, 
ya no hay nada de entonces
y queda tanto por hacer...
Nos enrocamos en discusiones absurdas
sobre un tiempo,
que por más que nos reescribamos,
nunca va a volver.

Tengo más de rojo que de azul,
tengo un par de violetas moradas
y una naranja en jugo
con el ladrido del despertador.
El verde esperanza en primavera
y el amarillo se desvanece 
cuando follamos antes de anochecer.

Culpable del hielo

Me siento culpable  de robar sueños inocentes. Culpable por robar sueños de inocencia infantil. Culpable del hielo que mantiene vivo los mie...