sábado, 29 de septiembre de 2018

Retales

Quiero hablar de ella, pero su armonía me arrastró mar adentro. Entre arrullos marinos salvajes y ninfas de sal, descubrí que a veces el sonido de las olas es el mejor inicio para una canción. Me dejaré llevar por la arena y la sal que varan mi cuerpo hasta alta mar, sin permitir que me ahogue. Solo guiándome por el peso de mi alma, por veintiún gramos de libertad, de valores y emociones encaladas por la erosión del agua. Solo agua.

Trate de descifrar el mensaje pero el código de sus letras estaba oculto tras un conjuro invisible. Sólo quien conseguía poner al mismo compás su corazón y el ritmo de aquella bulería con aires de Picasso tenía el privilegio de descubrir el tesoro. Se hacía llamar música. Se llama vida.

Abandonó tierra firme tras los pasos de lo antiguo. Se sintió herida por salir de boca de quien no la siente, de quien ve en ella una forma violenta de comunicación. Siempre estuvo abierta a mezclarse con otros, pero se le revolvía la sangre al mezclarse con las nuevas tecnologías. Tiene ese punto clásico, ese toque bohemio, esa cultura del siglo XX, esa educación por decir las cosas ornamentalmente, llenando de matices las palabras, dejando jugar al receptor con su mensaje, en ocasiones monocromático, otras estéreo, otras con la dualidad de enfrentarse a que siente el abajo firmante y que nos dice nuestra propia piel al captar el mensaje.

Ahora los retales de los que se despojó antes de salir volando se enganchan en las antenas. Sintetizadores y autotunes. Ordenadores del tamaño de una mano, que rehacen ritmos de cuatro por cuatro. Voces que ni sienten, ni padecen. Followers e influencers. Contenidos huecos de sentido. Mensajes banales y cargados de una retórica absurda. Vacía de contenido. Aunque con un denominador común. Hacerte bailar sin saber qué, ni cómo. Simple y errática.

Volverá, porque todo vuelve. Siempre hay un hilo que nos une a nuestros orígenes. La raíz siempre sigue en el mismo sitio a pesar que nos transplanten. La raíz... Ahí está la cuestión. La raíz... Da vida y no hace crecer. La raíz. La música es cuestión de raíz, de saber de dónde vienes y que quieres contar y vivir.

Diáfano

Perdía el equilibrio,
mientras ponía fin a la partida
mudé un cuarto de piel.
Cerré un par de sueños,
me escondí tras la sonrisa
y recordé la importancia de caminar
antes de echar a correr.

Donde ayer vestía de ilusiones
hoy me abrigué del frío
con una manta de decepciones.
Donde ayer sonaban melodías
hoy escuché llantos y plegarias.
Mientras nadie, ni el cielo ni Dios
escuchó mis oraciones.

El destino se hizo humo.
Impredecible. Inabordable. Incomparable.
El futuro es una hoguera sin prender
donde según cae la noche
los sueños sin cumplir
se queman sin temor a perder.

Das el salto a otra vida
aunque tu cabeza diga que no
y el corazón aún crea
que tiene veintidós
pasas de treinta
y dejar de jugar
crea un irreparable dolor...

Te vistes como
una cancion de adolescencia.
Te sientes como el condenado
antes de pedir clemencia.
El mundo es incoherente
y la ignorancia marca la diferencia.

Ahí estaba yo.
Diáfano. Hueco.
Sin las ganas de seguir
más allá del ahora
que araña los recuerdos
a los que quedan 3/4 de hora de sueño.

Ahí estaba yo,
preso de miedos
tatuados en la piel.
Encallado en sentimientos
que no saben que hacer
ni quieren querer.

La memoria es frágil
pero duele lo suficiente
cómo para saber
dónde no has de volver.
Un fugaz recuerdo
que te enerva por dentro.

Cómo un rayo,
se clava en nuestras venas.
Acelera el pulso.
Hiperventila.
Se agitan los nervios.
Cuesta respirar.

Tienes treinta y cinco,
y abordas un miedo,
cómo un torpe pirata.
Tratas de aplacarlo,
entre cielo y suelo,
pero se rebela como un siervo.

Te engaña, se agita.
Te estalla, se excita.
Te muerde, tu gritas.
Te quita un pedacito de vida,
mientras sigues buscando
un sentido que te siga.

Y vuelves al bucle,
vuelves al círculo.
Comprendes que a veces
te toca estar arriba,
otras debajo mientras
te devuelven la sonrisa.

lunes, 17 de septiembre de 2018

Septiembre

Septiembre se viste de melancolía.
Sabe a verano caduco.
Escribe historias reales
ocultas entre las mentiras
de las noches cortas y tardías.

Fugaz amor de verano,
insomnio en la piel,
petricor en las calles.
La nostalgia empieza a empujar la brisa,
comienzan a enfriarse los pies y las manos.

El silencio se va apoderando
de las horas lentamente
y la luz se contrae
al son del paso de las horas.
La noche nos seduce suavemente.

Septiembre desnuda los árboles.
Nuestros pasos se tiñen de ocre
y el camino se cubre de complejos.
Los niños se olvidan de jugar en la calle
más allá de las nueve y once.

A veces frío, otras calor.
El verano se acaba,
sin decir adiós.
A veces calor, otras frío.
No dejes que caiga al vacío.

El silencio se apodera del alba.
Los pájaros ya no cantan.
al despertar la mañana.
Emigraron al sur con tristeza
por abandonar tu ventana.

Septiembre ahora que te acabas
acuérdate de mí más tarde.
Antes vendrá el otoño desnudo
con el invierno de la mano.
Después será la primavera
quién acompañe al verano
y tú al final... Acabarás otro año.

domingo, 26 de agosto de 2018

Tarantas y Quebrantos

Sueños de plata
al calor de tu piel de nácar.
Sarmientos al ras del camino,
legados de poetas infinitos,
entre versos que advierten
el triste devenir del destino.

Un blanco se enamoró de la Luna
al escucharla cantar por bulerías.
Se deshizo en piropos de amor,
lloro el niño del payo en su cuna
al advertir el amor de su padre
por la madre de los gitanos de raza pura.

En el callejón de los ahogados.
dos cíngaros oyeron
que alguien amaba a su matriarca
con intenciones extrañas.
No hay peor final
que una venganza.
No hay mayor rumor,
que los que corren en silencio.

Escucharon que decían,
que habían visto que un día
a un hombre se le congeló la mirada
al escuchar la hermosa tonada
salir de la garganta de su madre
antes de despertar la mañana.

Le buscaron entre las sombras de la noche,
con las pupilas dilatadas
en sus ojos de gatos.
Trataron de descifrar los misterios,
querían ajusticiar tal atropello,
no podía un payo amar a su madre 
más de lo que lo hacían ellos.

Blandían los cuchillos
al caminar por la gitanería.
Intentaban escudarse en el miedo
del chocar de los metales,
antes que mostrar sus miedos
cómo viles mortales.

Comenzaba a rasgarse el cielo,
y los adoquines se llenaron de humedad.
A lo lejos un portalón se abrió.
La silueta de un hombre con sombrero,
un bastón y el mismo compás
que el paso de un torero.

¿Dónde vas payo?
Le gritaron a lo lejos
los dos cales al blanco,
y este les contesto sin miedo.
Voy a aplaudir a vuestra madre
porque me he enamorado
de su voz de arrullo y aguacero,
de su miedo a perder
el duende de un cante sincero.

Tran, tran, tran.
Saltaron por los aires las vidas.
Golpearon los morados.
El suelo se encharcó de sangre.
y los rumores se quedaron encallados.

Tirititran, trantero
La injusticia del comadreo
tres vidas se había cobrado.
Había dos gitanos y un payo
en el rojo piso tirados
por amor al arte del canto amado.

De noche la Luna tatareaba
y el niño del payo gimotea
al compás de una guitarra
entre tarantas y quebrantos.
Entonces el murmullo del viento
sopla una simple coplilla.

Luna acuna al niño.
Se ha quedado solo sin su padre
y a ti te faltan dos hijos.
Que no falte nunca una madre
para un huérfano de arte.

Que la música viva
en nuestros corazones,
da igual la raza y la condición.
Que nos despeine el baile
de las melodías al aire.

Olvídame o dispara

Con la cara partía,
con la lengua mordía,
con tu si, con tu no,
suplicando de rodillas,
que no hay más muerte
que la que acecha de día
tras confesar tal vez,
te quería.

Con el sueño en desvelo,
las ilusiones rozando el suelo,
no quisiera morirme
sin decir si quiero,
a tus miedos y a tus peros,
a tus noes y mis peores deseos.

Cerraré está maleta,
desprenderé mi careta
de truhán y de poeta.
Arrancaré aquella receta
que se había quedado obsoleta
para dejar de ser perfectos
cómo dos niños probetas.

Escaparé tras la puerta,
recogeré la nostalgia.
Guardaré en la cartera
la sonrisa sincera
que me salió cara,
así que tras el portazo
olvídame o dispara.

martes, 7 de agosto de 2018

El Camino

Cuando sea difícil encontrar el rumbo,
sigue el rastro que dejaron tu sueños.
Antes de quedarse atrás
dejaron un rastro de lágrimas
vestidas de desilusión.
Antes de echar a volar
dejaron la realidad en la mesilla
que tienes junto al corazón.

Nadie dijo tener el mapa
para seguir el camino deseado.
El orgullo nos negó reconocer
que habíamos sido derrotados
por nuestra vanidad.
La falsa humildad nos venció
antes que la lección hubiese terminado.

Cometimos el error de no leer
entre las líneas no escritas
por quienes perdieron batallas marchitas.
Sangramos por vivir las guerras
que otros soldados dejaron olvidadas.
La luz, y su penumbra.
El Sol, sin sombra.
El tiempo se oculta a la par
que la verdad se vislumbra.

No hay héroes que escriban su historia
sin sangre de los que murieron.
Forma parte de la narración incoherente
de quien mata para salvar su misión.
No hay vencidos sin sed de venganza,
ni heridos sin cicatrices en el corazón.

Todo es blanco y negro.
Ensordecemos al escuchar nuestro propio yo.
Nada será lo mismo.
El tiempo dejará de medirse igual.
Dejaremos de escuchar el caer de los miedos.
Hace tiempo nos quedamos sordos,
y apenas ayer nos olvidamos de ser sinceros.

Puedes dejar de creer en nosotros,
pero busca tu esencia,
busca la verdad
para mantener la ilusión intacta,
busca el camino.
Trata de mantener la semilla
qué creció en nuestro interior.
Siente al ser humano que llevas dentro.
Siente que tú único aval
seguirá siendo el tiempo.

domingo, 22 de julio de 2018

Pena Capital

Sangraban las letras minúsculas de dolor.
Nos echaron de menos.
A ti, lector de mis miedos y mis dudas.
A mí, cicatriz infinita de sentimientos.
A Dios, injusto guionista sin patrón definido.

La decadencia llegó de la mano de la desilusión.
Las ganas fueron derrotas
cuando el perfume de la soledad
nos obligó a dormir solos,
entre penumbras y violetas.

El aire se detuvo
cuando hice lo mismo con mis sueños.
Las letras mayúsculas se convertían en mi peor aval,
en una condena por cinco lustros,
en un mar donde navegan olas y piratas.
Villanos de cuentos que dejaron
las galeras vacías de tesoros
con estructura de poesía.

Hicimos punto y seguido.
Decidimos girar alrededor del universo,
sin más compañía que un saco de valores
con los que seguir construyendo mundos
castigados de ira y envidia.
Gobernados por la soberbia y la avaricia,
donde la lujuria invita a la gula
a decidir el destino de la sociedad
que sigue durmiendo arropada en la pereza.

Vivimos en forma de pecado,
y quien esté libre de culpa
que lance la primera piedra.
Bebemos para olvidar,
para deshinibirnos,
para conquistar amores
al son de las primeras canciones.

¿Dónde está el paraíso?
Entre la camisa de flores estampadas
y la selva devorada
por la mano del capitalismo
que decidió que dirigiría el mundo,
con un bolsillo lleno de monedas de oro
y el otro exactamente lo mismo.

Santifica las fiestas,
glorifica las mesas llenas de bienes.
Canoniza los sentimientos
indiferentes a los juicios de valores,
a los malditos rencores.
Clama al cielo la pena divina,
para que centre su atención
en quien de verdad necesita su bendición.

Ahora me vuelvo a dormir,
entre miedos y letras,
que deje escondidas en algún rincón.
Para volver a vivir.
Para volver a ser yo.
Ahora me vuelvo a dormir
para soñar con otro mundo mejor.

domingo, 29 de abril de 2018

Por dónde triunfa el amor

Me enamoré de esos ojos repletos de sinceridad,
dónde una vez las lágrimas sembraron
tus sonrosadas mejillas
de tristeza y angustia,
dónde aprendiste que la vida hace mella
y que no tenemos seguro llegar a meta.

Me enamoré al primer instante,
tú entre la gente y yo soñando amarte.
Sin saber el cómo y el porqué,
sin preguntarme cuando tenía que ser.
Cómo lluvia de verano
cuando refresca la piel
mientras contemplas amanecer.

Me enamoré de tus miedos y tus misterios,
de tus intrigas y tus incendios.
Me enamoré del brillo de tus ojos,
mientras bailabas al compás de los acordes
de aquella terraza entre bachata y silencio,
Del infierno al cielo solo unos peldaños,
los que nos separaban antes de decir te quiero.

Me enamoré de una loca,
antes que llegase a alcanzar
a rozar su piel y sus labios...
bastante antes de quitarnos la ropa.
Que la memoria no me arranque
aquella noche en alivió
con sus besos la sed de mi boca.

Me enamoré de un amor
por el que nadie apostó.
Me enamoré porque me enseñaron
que se puede amar
aunque a veces amar significa dolor,
sabe a sacrificios y a pensar
en otro como si fuese tu corazón.

Me enamoré de las piedras de nuestro camino.
A decir verdad, nadie lo tiene fácil,
pero nuestro sendero se hizo de grava y violetas,
de arcilla húmeda y margaritas en flor,
de dimes y diretes
que nos los pasamos directamente
por donde triunfa el amor.

viernes, 16 de marzo de 2018

Par y raP

Noches que tratas de llegar al crepúsculo
y llamas a Luna para que bese al Sol
mientras escuchas a un tipo
con aficiones sospechosas y voz desgastada
contar historias de la calle Melancolía
donde viven unos vecinos
que recibían quejas del Bar de Abajo
porque hacían mucho Ruido,
y buscaban una Magdalena
que de noche se llamaba Soledad.

Cuando letras más jóvenes
se descubren ruborizadas ante mis ojos,
como un cuerpo desnudo,
esperando que las acaricien con tiento
la yema de mis dedos
para descojonarse de mi
porque no tengo sentimientos
mientras las dejaba atrás.
Una tras otra, y así cientos.

Tendré que volver por ellas..
Nadie se ríe de mis malos hábitos.
Será que ya me hice mayor
y ahora me cubro de complejos
entre mazmorras y gritos,
entre dragones y mitos,
donde viven los que nunca usaron
la extraña palabra "dimito",
dónde la experiencia es un grado
y el desayuno es un café cargado
y una rebanada sal y aceite
sobre un pan de ayer tostado.

Entre las plumas con tinta china
de un indio de Úbeda, Jaén,
y los versos de un Complutense Vikingo
que me descubrió que el Rap,
no es sólo hablar deprisa sin más,
sino que es escribir, contar,
cantar, narrar,
hilar, ligar,
un domingo para un lunes,
en busca del próximo cuarto menguante
dónde dormirse y soñar.

Noches que descubro otra poesía,
noches de carne y hueso.
Noches de diecinueve días...
Días de quinientas noches,
en las que el petricor se olvidó un miércoles,
y el lunes confundimos que
no es más holgazán el que duerme en el sofá,
sino quien trabaja menos y se aprovecha
del esfuerzo de los demás.

30x1

El dragón le dejó petrificado.
Miró a sus ojos
y escupió fuego por la boca.
En ese momento se dió cuenta
que su vida valía más
que las llamas de una loca.

Merece la pena vivir,
pero vivir por vivir.
Vivir de tarde noche
para cenar algo que discutir
se nos hace bola
cuando lo que buscas
es sentir sin vomitar palabras de rencor
que pasaron la mañana haciendo cola.

Amar, fácil y divertido,
de sentimiento tranquilo.
De palabra sencilla
y educación exquisita.
Amar con un te quiero en los labios
mientras te acuestas pensando en perdonar 
o seguir el camino sin mirar atrás.

Nos empeñamos en mostrar nuestras virtudes,
cuando estás son nuestros mayores defectos.
Alimentamos el ego entre muros,
cimentamos con palabras de sentimientos
que a las primeras de cambio se han perdido.

Tras el vaho del cristal
somos lo que siempre deseamos ser,
en la calle, la vida sigue como siempre,
y después de otra noche despiertos,
el sueño te abraza al amanecer.

Desafiamos al desnudo integral,
disfrazados de Facebook, Twitter e Instagram.
Somos menos sociales
cuando la pantalla se adueña
del horizonte que mirar,
del atardecer de tu lado que contemplar.

Somos presos de Likes
y pagamos condenas
de treinta selfis por uno para publicar.
Somos reos de una sociedad
con ríos de sangre virtual.

Dónde el silencio nos haga libres

Ahí estará la verdad.
Dónde el silencio nos haga libres,
dónde desnudes el alma,
dónde no quede más que el vacío
de quién da más de lo que gana.

En cada uno de tus pasos,
entre el odio y el rencor
nacerá la raíz de la esperanza
porque no todo crece enfermo.
La herida con amor, sana.

Somos mortales. Errantes amorales.
Somos del corazón latidos vitales.
Somos iguales, valientes ilegales.
Somos juicio de valores, sin ideales.
Somos el aire puro que tiende a contaminarse.

Seguiremos frustrando los sueños
que nos quedan por cumplir
antes de despertar de este invierno.
Seguiremos siendo dueños
de las ilusiones que mañana se diluirán
entre convulsiones y miedos.

Despertaremos en esta fría ciudad
donde un día nos pusimos a salvo
de las lágrimas derramadas
por el capricho de un niño.
Aquí donde todo nació
intentaremos volver por volver a ayer.

Recorrimos las calles inundándolas de color,
llenándola de la música de nuestras carcajadas,
y aunque la gente nos miraba, nos importaba poco.
Entonces la vergüenza se adueñó del mundo,
el eco retumbó en nuestras paredes,
agrietó los cimientos y derrumbó el edificio
donde nos amamos como dos locos.

Recuerdos de ayer.
Mezcolanza de sentimientos
y rasgadas vestiduras.
Retientos de tarantas y quebrantos.
Canciones que escuchar
en estos treinta y tantos.

Sueños por cumplir,
lágrimas por derramar
por felicidad antes que llanto amargo.
Madrid nos desnudó el alma.
Ni tú ni yo somos los mismos desde entonces.
Nada será como debía ser...
Nadie será voz al viento
ni herida sin sentimiento.
Esta vez, acabará bien el cuento.

Devuélveme

Devuélveme el incendio y vete...
que ardan nuestros sueños juntos.
Viajemos al infierno hilarante.
Dejemos que la locura y la enajenación
sean perennes.
"Levántate del suelo;  que te manchas"
decía sabia mi madre
pero ella no conocía está locura piromana
de quemar la vida a cada paso
dejando arder el miedo al fracaso.

Devuélveme la llamarada.
Quememos lo que queda
de este desgastado corazón,
no dejemos nada por olvidar;
pero aquel roído abrigo no.
Aquel abrigo escóndelo
para que cuando tengamos frío
recordemos que tuvimos piel
y los sentimientos extrañen
la caricia del calor.

Devuélveme los latidos,
que el corazón se escape por la boca
cuando te diga te quiero.
Que arda mi alma por dentro
si se enfría esto que siento.
Que no necesite bufandas gorros o guantes,
que me aleje del que fui,
molécula de agua que se desliza un instante
para navegar al marba la deriva
y para poder ser tu fiel amante.

Ruido

Ruido... Demasiado ruido
alrededor de nuestras cabezas,
donde aún sobrevuela con rubor
aquella inocente y sorda conciencia
que no sabe dónde se esconden
la casualidad y la coincidencia.

Asómate a la calle y calla,
que un hombre no es más necio por lo que dice
sino por lo que presume sin rubor
al ganar una batalla,
que un hombre no es más rico cuánto más tiene
pero si es más pobre cuando menos comparte,
y es que el que parte reparte y si es humilde
se queda la peor parte.

Sal ahí afuera y escucha el ruido
de los cañones mudos
cargados de balas que matan
y otras que te mueren de amor.
Que no amanezca si tuve frío
y te dió por arroparme el corazón.

Que la banda no deje de sonar
y sigan con el ruido,
ruido porque me apetece cantar
mientras abro las puertas de mi casa
por si te gusta lo que ves
y te quieres quedar a soñar.

Que rechinen los dientes con frío,
que los últimos serán los primeros,
que esté ruido de cobardes
se adueñe de este enero sin miedo
y que volvamos a empezar
mientras escribe unos versos Joan Manuel
y Joaquín besa a una Magdalena particular.

Ruido, tanto ruido
que nadie se calla cuando tiene que callar.
Necios de tanta ignorancia
que nos bañamos en desconfianza
sin mirarnos a los ojos
cuando tuvimos la ocasión
de llegar al alma sin pagar peaje
y ahora nos cobran los impuestos
que dejaron otros sin pagar.

Desde una fría cama de hotel

Sin mis hábitos y tus silencios
en esta soledad marchita,
tumbado entre mis recuerdos,
te añoro y te siento dentro
desde una fría cama de hotel.

Entre arritmias que golpean mi pecho
por la carencia de sueño
y la nostalgia de volverte a ver
mis sueños desaparecen
por el deseo de tocar tu piel.

Sin mis paredes y mi gato,
sin los gemidos de la mañana,
sin tus arañazos en la espalda,
la soledad se hace dueña de mi calma.
Oigo vuestros sollozos en esta ausencia
que retumba con fuerza en mi alma.

Mendigo entre las esquinas,
vagabundo por tus besos,
inquieto por las caricias de mañana
cuando te encuentre otra vez,
no descanso, solo siento...
una y otra, y otra vez.

Una maleta llena de recuerdos,
con dos o tres harapos que vestir,
a veces dudo en quedarme desnudo
o vestirme de sentimientos por ti.
Desnudo para que vean quién soy,
recordarme de donde vengo
y lo que te extraño hoy.

A esta distancia que a voces
me descubre sentimientos
le susurro un minuto de ti.
En esta fría cama de hotel
me abrazo a la almohada
y la acaricio imaginándome volver.

Volver para estar mañana contigo
y volver a sentirte entre mi piel.
Volver a dormir en tu nido,
como el ave que emigra en invierno
deseando otra primavera
para volver, volver... Siempre volver.

Mariposa

Separa tu mente de tu cuerpo.
Liberate de todo
lo que te ata a tu presente
y flota por encima nuestra.
Vuela sin miedo, mariposa.
Vuela donde los sueños
te quieran llevar.

Aléjate de tu pasado.
Todo aquello que pasó
te convirtió en lo que hoy eres,
pero que no te encadene al tiempo.
Que moldeé tus convicciones
y no te convierta en quien no quieres.

Todos tenemos historias
que queremos olvidar.
Todos tenemos algún miedo.
No lo intentes ocultar.
No lo conviertas en tu debilidad.
Anhela cuanto desees
y hazte grande.
Hazte grande porque lo mejor
es lo que tiene que llegar.

Ilusionarte con la sonrisa de un niño.
Canta ese tema a voz en grito.
La película que te hace reír y llorar,
de uno en uno, o al mismo tiempo,
te da igual lo que quieran pensar.
Tu mascota cuando cierra los ojos
para que no la dejes de acariciar.
Un paseo al atardecer
en un día de otoño,
u otro amanecer
tras una noche de amor en verano.

No dejes de volar, mariposa.
Llena de colores tu fantasía,
llena de realidad la vida.
Que nada condicione el brillo de tu mirada,
y vuela sin miedo, desnuda
cuando no hay más que un futuro
disfrazado de buenos augurios.

No le temas a morir,
hay una vida para entender
que la vida es vida
cuando la vives sin más.
No planifiques a largo plazo,
disfruta de tu ahora,
de tu presente de sal y azúcar,
de sonrisas paralelas,
y lágrimas a escondidas.

Disfruta porque estás viva y vive
hasta que te lleve el aire del norte
donde el invierno es más frío
y tus alas se congelen
por este tiempo de efímeros trenes
que se agota cualquier noche de viernes.

miércoles, 17 de enero de 2018

Aire que me lleva a Marte

Aire...
Se me escapa el aire,
me roba el suspiro
que me lleva a Marte.
Si no oigo tu voz
no puedo soñarte.

Viento...
que me lleve el tiempo,
me rozaste el alma,
lloraba por dentro.
No puedo sin ti,
Nos mata el silencio.

Aire...
Que me escape para amarte,
aire, aire, aire.
Viento...
que me lleve contigo,
para lograr mirarte, aire...

Si viene alguien que venga,
que tan sólo quedamos tú y yo
y entre nosotros y este amor,
solo falta lo que falta,
porque por amar
me deje la suerte al vaivén del aire.

Así me iré, al aire, cielo y mar,
me quedará tierra, calor y aire...
Y que me lleven
hasta el jardín de tu calle,
que me ahoguen tus besos
si me olvido por qué nací,
porque nací para amarte, aire.

Y al tiempo
me desmonta el viento,
furioso, celoso, fogoso...
aliado del tiento
y una taranta se escapa,
con temor y con miedo.

La calle mas vieja del mundo

En la calle más vieja del mundo
vive una vieja que vive enamorada
de un joven guapo y risueño,
y un loco sujeta su pantalón
con una cuerda
mientras se acuerda
que tiene sus tristezas
en una casa de empeño.

En la calle más vieja del mundo,
un niño regaña a su padre
por no seguir jugando a ser niño,
y un adolescente adolece
del incierto destino si navega
mientras la tormenta
nos lleva a la deriva de las olas
ahora que llega Diciembre.

En la calle más vieja del mundo
hay un charco triste
porque nadie salta dentro de alegría,
nadie chapotea, nadie juguetea
mientras el vals del viento
invita a bailar sin miedo
antes de llegar a casa
donde gobierna con mano dura
lo más crudo del odio y el silencio.

En la calle más vieja del mundo
hay una madre que pasea
con su hijo de la mano
soñando sin temor
que crezca sin ideales de fracaso,
cuando esto no es más
que intentar dar otro paso
sin pensar si debo volver a intentarlo.

En la calle más vieja del mundo
acaba de nacer un abuelo.
Aún tiene cuentos por escuchar,
y su nieto le mira con la inocencia
de quién acaban de empezar a soñar,
aún quedan paisajes por dibujar,
todavía no entiende porqué
nos retroalimentamos de la crueldad.

En la calle más vieja del mundo,
un padre primerizo tiembla al pensar
que vivía más firme en la inconsciencia,
en la locura colectiva, en la irracionalidad
de la electricidad de los sentimientos
porque ahora que se sienta a pensar
el vértigo le congela sus extremidades
y le pesa la responsabilidad.

En la calle más vieja del mundo
una paloma se posa en el suelo
a comer a mis pies una miga de pan.
Tiene un color gris perla
y una anilla en la pata anclada
que dice "libertad".
Vuela amiga, vuela alto y llévame contigo
a los pies del mar y de la palabra amar.

Culpable del hielo

Me siento culpable  de robar sueños inocentes. Culpable por robar sueños de inocencia infantil. Culpable del hielo que mantiene vivo los mie...