lunes, 23 de diciembre de 2013

Canciones

El tiempo se detuvo en aquella canción. Aproximadamente doscientos segundos de historias diferentes que confluyen en el mismo lugar. Lo que para unos fue un beso, una caricia, un abrazo, una lágrima de felicidad, para otros se torna en todo lo contrario. Melodías que ponen banda sonora a una vida, a un puñado d vivencias, de recuerdos que se amontonan a medida pasan los versos.
Hay canciones efímeras, pasan por nuestra vida como pasa tanta gente. Son modas pasajeras, son alegrías improvisadas. Son bailes nocturnos, son palmas a mediodía, son sonrisas contagiosas, repetitivas, como series matemáticas resuenan una y otra vez en las radio fórmulas. Nos acompañan unos pasos y cuando les parece se hacen a un lado, se sientan a descansar ahí donde quizá ya no se vuelvan a levantar nunca, hasta que pasen los años y alguien las quite el polvo de encima, y vuelva a ser una moda pasajera de nuevo, algo mas vintage, retro o como toque llamarlo en ese momento.
En cambio hay otras canciones, mas atrevidas, descaradas y hasta valientes, que se atreven a cambiar el rumbo de una vida, a desdibujar destinos que parecían marcados. Esas canciones son las que quedan en el alma. Son esas que, inevitablemente, marcan el compás del ritmo de nuestro corazón. Suenan bajito, y retumban en nuestros oídos. Dejan un mensaje, una verdad que no quisimos oír o reconocer. Pero ahí está ella, con su mensaje bajo el brazo, llueva o haga frío, sea invierno o verano. Siempre volvemos a ella como sin querer, como volvemos al beso de madre cuando la distancia nos acorta los sentimientos.
Son canciones, escritas al cobijo de una historia que poco o nada tiene que ver con nosotros, pero la magia de la música y el poder de interpretación de las letras hacen que se acerquen a nosotros. Son una lluvia inspiradora que nos ayudan en los momentos mas importantes de nuestras vidas. Son algo que jamás seremos nosotros, son eternas. Ellas perdurarán en nosotros lo que tarde en marchar la buena memoria, pero quien sabe si seguirán en otro cajón a punto de volver a ser descubiertas.
El tiempo pasa sordo, y no se detendrá a escucharnos. Insolente, dictatorial caminante a paso militar, sin mirar atrás siempre adelante. Así es él, el tiempo. Ególatra. Creído y engreído. Sólo el tiene algo seguro, y es que aún le queda algo de lo que siempre se nos priva a nosotros, tiempo. Maldito tiempo. Que se lleva las canciones allí donde no podemos alcanzarlas. Allí donde nadie se podrá acordar de ellas el día que, caducos, se nos dore la piel y nos desprendamos del árbol de la vida al infierno de los miedos donde todo arde entre las llamas de nuestras plegarias desoídas. Entonces se acabará todo y esperaremos a ver pasar otras almas, y otras canciones. Otros tiempos. Entonces no serán nuestros y no nos quedará mas que volver a un recuerdo que ha muerto.
Tiempo y música, música y tiempo... Un, dos, tres... Música maestro. No hemos hecho mas que comenzar a escribir nuestra canción. La que perdurará mientras otros corazones, a los que lleguemos hasta quedarnos grabados en ellos, sigan vivos. No hay nada mas bello en la vida que ser canción, y tener tiempo para escucharla. Seamos música es nuestra hora. Seamos música, es ahora.

martes, 10 de diciembre de 2013

La poesía sigue viva

Me olvidé de ustedes. Les pido disculpas si mi silencio les dijo más de lo que mi corazón acostumbra. Quizá esté en una época un tanto diferente de mi vida. A los treinta, llegué con desquicio en mis vivencias y con intranquilidad en los rayos de sol que disparaban a cualquier rincón donde la luz ya calentaba lo suficiente y aún así seguía dejándome helada la intranquilidad de mi corazón.

A mis treinta, y después de millas de letras esparcidas por el suelo, hay gente que se cuestiona que es de mi, donde están mis versos, me preguntan si alguien ha asesinado al poeta. El ser humano tiende a confundir la sensibilidad con la realidad, a desear lo que no tiene. A odiar al prójimo en lugar de alegrarse por su dicha. Pero es el ser humano y es inexplicable. Su raciocinio, a veces irreverente, le hace insoportable e inadecuado y como de costumbre, tropieza, se cae, se hiere y se equivoca, y así hasta la inmensidad, hasta el hoy que es mañana, y el mañana que jamás alcanzaré a contarles y a cantarles a lomos de este caballo que se llama poesía.

Nada mas lejos de la realidad, hoy les diré que el poeta no ha muerto, pero los versos son sabios y aparecen cuando menos uno se lo espera. Ahora la desidia con la que cubro las emociones me empapa completamente, absorbiendo cada sentimiento, cada emoción, cada latido que se escapa de mi desgastado corazón. Ahora que estoy de vuelta a un kilómetro cero que se halla a medio camino de tu vida y la mia, tengo derecho a volver a marcar una linea de inicio que cruzaré cuando me apetezca. No sé si será por una sonrisa o por una lágrima, no se bien si quizá sea por un beso o tal vez por un arañazo en el alma, simplemente me dejaré llevar, y caminaré cuando deba comenzar de verdad.

Las palabras me han ayudado siempre ha encontrar mi posición en esta hoja de ruta que se llama destino. He quebrado muchas veces al infortunio, es más reconozco que llego a ser bastante afortunado y doy gracias a Dios por ello, aunque si este es misericordioso sabrá que he de condenar su incapacidad para hacer que las cosas ocurran en los momentos adecuados, y no me refiero únicamente a mi. Aunque quien mejor que Él para decidir cómo, cuándo y dónde... Él es Dios, y nosotros seguimos siendo un pobres mortales, subidos en nubes de vivencias que un día descargaran en un mar y moriremos ahogados sin que nadie se acuerde de nosotros.

Yo también me iré, dejando en el cielo un puñado de letras escritas para quien las quiera. Esa fue siempre mi única intención. Siempre me quise acercarles al sentimiento que llevan dentro, escondido entre rutinas y ocupaciones, entre el egoísmo y el mis cojones. Sé que dentro de ustedes se encuentra una gota de agua de cuando estuvieron en el vientre de su madre. Sé que entre sus recuerdos tienen más sonrisas que lágrimas, lo sé, no hace falta que se justifiquen. Dejen que el humanismo les alcance. Sepan que la poesía les persigue, y yo la espero. Mañana quizá nos sentemos en la misma mesa a tomar café. Ella me hablará de usted, y yo le diré que me siento feliz, feliz por ti, porque sigues vivo y feliz por mi, porque puedo celebrar entre mis cadenas de caracteres que seguimos viéndonos sonreír.

No se olviden de mi... La poesía sigue viva, ustedes son sus versos y sus historias. Son asonantes y consonantes. Quizás algún día lleguemos a ser endecasílabos, pero jamas se olviden de seguir siendo sus amantes.

viernes, 15 de noviembre de 2013

Desperté

Desperté, y ahí estabas tú. Aún seguías a mi lado. Esta vez mis letras se hicieron físicas y dejaron a un lado la lírica y la rítmica de los versos escritos entre la añoranza y la soledad, entre las salinas de las lágrimas y los halcones que daban vueltas sobre mi cabeza, carroñeros, esperando a comerse algo más que mi putrefacto corazón. Esperaban ver, de nuevo, un cadáver descompuesto en la azotea y se encontraron con que allí había amor, del de verdad, del que late en rojo y retumba en el alma. Apenas eran los primeros rayos de sol y todo era diferente.

Desperté... si, esta vez fue así. Con una monocromática gama de rosas de fondo que vestía mi paisaje de luz y de esperanza. Espalda con espalda, así amanecimos, pero ahí seguías tú. Mientras las paredes aun crujían de placer y de envidia, empañadas del sudor de nuestras respiraciones. Dejamos grabadas psicofonías de nuestros jadeos en estéreo en este cuarto, para que quien venga mañana sepa que aquí hubo amor, hubo sexo de verdad, del sincero, de esa clase de sexo que hace prisioneros a los cuerpos y los esposa a la cama si intentan escapar de ahí. Nos ata con las cadenas de la pereza y deja besos bajo las sábanas para que comamos antes de que vengan a liberarnos nuestras rutinas olvidadas minutos después de que suene el despertador.

Pero todo aquello queda lejos, porque desperté, y ahí sigues tú, y yo a tu lado. Aun quedan desiertos que recorrer por tu espalda a lomos de mi imaginación. Aún tengo que conquistar kilómetros de piel que no he alcanzado con mis besos. No hice cuentas de los lunares de tu vientre, ni de tus senos que me dan la bienvenida cada vez que te susurro al oído dos palabras que se atragantan si trato de pronunciarlas, si te miro a los ojos. Solo de pensarlo me siento, frágil y absurdo, mi corazón late desarraigado, y se descosen las cicatrices. Mi sorpresa es que después de la diástole, en esa milésima de segundo sentido en que el corazón se detiene para volver a latir, no me devuelve una lágrima de sangre e inyecta una sonrisa de ilusión, proyecta un halo de luz y todo vuelve a girar entre el vacío de mis pensamientos y una locura en la que me baño desnudo y me lleva mar adentro, mas adentro de lo que mi piel pueda alcanzar donde solo los sentimientos de verdad pueden llegar. Somos fibras nerviosas, somos humanos sumisos a cualquier capricho del destino y dejaremos clavada nuestras rodillas en tierra si nos enfrentamos al tiempo y a la tempestad, aunque juntos todo lo podemos cambiar.

No me hizo falta abrir los ojos, solo abrí la puerta de la ilusión con las llaves que traías en la mano. Me las prestaste sin pensar en si sí o si no. Decidido giré mi muñeca a izquierdas y todo encajó. De repente me vi lejos, donde hacia tiempo que no estaba. Solo que esta vez mis pies me acompañaban y todo yo era uno. Desperté, abandoné mis sueños, pues aquellas llaves abrían la puerta de la realidad, me alejaban de lágrimas. Surcos... Sendas por las que la luz hace tiempo era incapaz de pasar. De repente la vegetación cambió y la primavera reino sobre el otoño y donde parecía que un pétalo se doblaba porque estaba a punto de caer, nacía una nueva rosa. Más viva, menos triste. Nos despojamos de nuestras mentiras y nos vestimos de amor, sin ruinas y con la ilusión de quien amuebla una nueva morada. Con las ganas de descansar sin ese dolor de cabeza que me ha acompañado durante años y que una mirada tuya ha servido para sanarme. Sin querer ser nada mas que un pedacito de mi, sin querer ser un personaje bíblico, pero si un trocito de esa historia que estamos dispuestos a escribir. Desperté y me giré, y allí estabas tú. Entonces la espalda descubierta de ropa interior se hizo desierto. Al sur estaba el oasis de sal donde una gota de agua se agradecía pues la naturaleza moría solo con pensar en crecer allí. Donde el dulce de mis besos alimenta a los que morían de hambre. Desperté con el pelo despeinado y con los miedos propios de un nuevo amanecer, con la incertidumbre de quien no sabe que se va a encontrar. Contigo por supuesto que los miedos son menos miedos, aunque siempre queda algún que otro temor escondido, oculto entre todos, pero es mejor seguir viviendo el instante que pensar en despegar con aviones y malos modos.

Aún me pregunto que somos, aún mis sueños con caminar contigo de la mano. Aún nos queda por descubrir Madrid y París... Londres, Venecia y Berlín. Aun nos queda tatuarnos el tiempo infinito en nuestra piel y quitarnos los complejos. Aún nos queda echar algún borrón en esta historia y corregirlo con enfados y discordancia. Aún nos quedan domingos.de sofá y sábados sin dejar de bailar. Aún nos quedan siestas y sueños que alcanzar. Protagonizaremos miradas a escondidas el uno del otro. Nos fijaremos en el último pensamiento del día y en el primero al despertar porque... Desperté. Una vez más desperté y ahí estabas tú, invadiendo mis mitades vacías, donde el polvo del vacío era todo lo que había aunque tú te afanaste por cambiar todo aquello, con tus manos de pintura y tu sonrisa en la boca, con tus ojos brillantes y tus caricias sin fecha de caducidad.

Desperté avergonzado, haciéndome pequeño porque allí estabas tú, vigilando mis sueños, y regalándome un beso para desayunar, en la cama como nos gusta mientras nuestras músicas empiezan a sonar y mezclamos el aroma de café, un dulce de chocolate con un pedazo de piel que mojar. Todo vuela imperecedero, todo es nada, y el tiempo es poco, solo se que eres tú, y tú vas antes que yo, por educación, te espero, por amor.... Dos palabras que no se pronuncian, por miedo. Ocho letras y un espacio entre el segundo y el tercero, un espacio donde desperté y me planté, porque eres tú y yo, yo esta vez soy por primera vez desde hace mucho, un cien convertido en uno, y un miedo mas valiente porque tu mirada es mi consuelo y me hace ser mas atrevido.

Hoy desperté, y no me hizo falta soñar contigo, porque antes que amantes fuimos amigos y sabemos lo que somos y lo que sentimos, sabemos cuales son nuestros fantasmas y nuestros enemigos. Tengo una nube para ti. Tengo una luna que descubrir y tengo un alma en lo alto del armario que sonríe si eres feliz. Tengo ganas de hacerlo contigo, tengo la intención del mes de Abril. Tengo todo lo que tengo, porque nada seré sino estás aquí. Tengo el adiós escondido porque prefiero un hasta luego y un beso de esos que no tienen fin, y una sonrisa de diamantes para que la puedas lucir. Tengo poco o nada aunque no lo quiero, porque aún sigues aquí. Desperté, pero mi sueño eres tú y lo quiero vivir.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Robaron la luz

Al amanecer le robaron la luz...
Faltaba el brillo
de unos ojos pequeños,
y ¿donde estabas tú?.
Tú, sin tus aires de grandeza,
tú, siendo tú, en la riqueza
y en la pedregosa pobreza.
Tú, que saliste corriendo
esperando huir de la tristeza.

Se escondieron las estrellas.
Nadie se atrevió a ser valiente,
nadie se enfrentó a la oscuridad,
ni a la soledad permanente.
Los miedos nos hirieron,
se escaparon entre nosotros,
esperando a ser absorbidos
por las inseguridades tatuadas
en el corazón de otro.

Se escaparon los motivos,
se acostaron salvajes los dormidos,
se durmieron en la boca
unos besos desagradecidos,
y tú, bendita virgen martirizada,
seguías sin estar entre mis brazos,
al despertar de mis sentidos,
al claudicar de los suspiros.

Al amanecer le confundieron con otro.
A la clarividente conciencia
la sacaron de los últimos cajones,
a los castizos "mis cojones"
los colgaron por sus viriles razones.
A ellos por ser ellos,
los últimos románticos de madrugada,
les exiliaron de los reinos de sueños.
A ellas por ser bellas,
las relegaron a protagonistas secundarias
de cuentos de princesas y doncellas.

A la humillación la llaman cura de humildad.
A la vergüenza la dicen dignidad,
al miedo le disfrazaron de timidez,
y a la educación, la visten de usted,
sin sentirlo, ni merecerlo, sin tú, sin piel.
A los valores de la educación,
les exilian de quien más los merece.
A quien no los merecen,
les abren las piernas
y entre malos modos, fenecen.

Si vives te tildan de loco,
si callas te matan de a pocos,
si yo sigo siendo yo,
regalo un corazón roto,
una alma desgastada
y una mirada sincera y clara
al despertar de otra mañana pero
al amanecer le robaron la luz
y ya no sentimos nada.

martes, 15 de octubre de 2013

Podría

Podría escribir unos preciosos versos
en un poema infinito, podría;
pero al poeta se le acabaron las letras
y ahora solo le quedan las verdades
las realidades, los hechos,
y un buen puñado de besos,
de dulce de chocolate
con sabor a verano eterno.

Podría regalarte mil palabras
que se acumulan sin sentido, podría;
pero ahora solo quiero ser sincero.
Prefiero que sean ellas quienes
lleguen a tiempo, sin miedo.
Seguras de si misma,
con paso firme y decidido,
como cuando dicen te quiero.

Podría regalarte los vestidos
mas caros del mundo, podría;
pero elegí sentir de nuevo
las suaves fibras de tu piel
para que al susurrarte tras la oreja
cada milímetro de tus tejidos
se sientan parte de un piropo eterno.
Mientras tanto yo descubro
el armonioso conjunto de tu cuerpo
y la luna siente celos de nosotros.

Podría hacer que hoy llovieran
gotas de lágrimas cristalinas, podría;
pero prefiero hacer que tu sonrisa
se ilumine con cada amanecer,
que el brillo de tus ojos
sea redondo como las estrellas
que vemos tumbados desde el suelo
en este inmenso abrazo de diamantes
que nos arropa desde el cielo.

Te quiero

Te quiero llena de lágrimas.
Te quiero vestida de sonrisas.
Te quiero cantando el lamento.
Te quiero bailando un canto.

Te quiero cuando acabe el día,
te quiero al amanecer, respira.
Te quiero antes de la muerte,
te quiero porque eres vida.

Te quiero con tus locuras,
te quiero querer a oscuras,
te quiero ángel del infierno,
te quiero demonio en las alturas.

Te quiero volver a querer,
te quiero, y este amor no tiene cura,
te quiero con tu corona de princesa,
te quiero sin la palabra cordura.

Te quiero... Te quiero...
Te quiero ver huracán de espuma,
te quiero desnuda y pura
te quiero sin pensar,
te quiero sin dudas.

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Dame

Dame sonrisas de caramelo
con vestidos de piel de seda,
dame pedacitos de cielo
para cuando mis alas mojadas,
volar lejos no puedan.

Dame azules de agua
en miradas de diamante,
viste sonrisas de perlas
para que el brillo de tu rostro
me diga donde puedo encontrarte.

Dame caminos de arena fina,
dame sal, dame mar,
el poder de quien el tiempo domina
que quiero llegar lejos
en los senderos de la vida.

Dame tus secretos guardados,
dame las pesadillas del pasado,
dame el miedo que te había ahogado
que quiero enterrarlos lejos
donde el tiempo se ha marchado.

Dame una caricia,
tatúala en esta piel
para saber de donde vengo,
cuando no lo recuerde bien.
No me des un beso, volveré por él.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

De diez sin cero

Y volver a empezar...
De diez a cero.
Del final al principio
aprender a ser sincero.
Y volver a empezar...
antes de llegar al final
no olvides decir te quiero.

Del derecho o del revés,
la vida se vive sin miedo,
sin miedo a ser quien debo,
sin miedo a vivir, de diez a cero.
Suspenso en amor,
ha probado a perder el corazón.
Ante todo creer en tu
Hoy puedo. Hoy quiero.

Del cielo al infierno.
Del amor al desconsuelo.
Arañazos de placer, aún te espero.
Celoso del aire y desespero.
Sombra del tiempo,
que corrió tras de ti,
y perdió ingenuo
maldito el tiempo, el tiempo.

De diez a cero.
De completo a incompleto.
De perfecto a imperfecto.
Del frío al calor perpetuo.
De diez a cero.
De querer querer a quiero.
De ser a estoy
a contigo me quedo.

Y volver a empezar
la partida guardada
en las memorias ahogadas
en los mares de espuma
de lágrimas saladas.
Y volver a empezar,
antes de que diez sea todo
y cero, sea un sin cero.

domingo, 8 de septiembre de 2013

El silencio

Me olvidé de vivir.
Me olvidé de sentir.
Me olvidé del más importante,
hace ya días, me olvidé de mi.
Me olvidé que el tiempo no vuelve,
y que nadie nació para hacernos feliz.

Suele ocurrir que el silencio me da las respuestas que no quiero oír. El silencio, es uno de esos pocos amigos fieles que me quedan. Me mira a los ojos, y calla. No dice nada, solo deja que el viento corra y que los actos coloquen en nuestro sitio a cada uno de nosotros, para que me dé cuenta, que habitualmente ando equivocado con mis pensamientos, a pesar de mis auto promesas, de mis premisas y de mis ilusiones. El silencio siempre se calla. No frena mis emociones, mis sentimientos. Me deja correr, entonces cuando llego al filo de un nuevo corazón, al barranco de un nuevo enamoramiento, le pregunto y él, sabio, consciente de toda la realidad que me envuelve, me niega con la mirada, lo que no quise ver con la sístole y la diástole de ese corazón que intento conquistar. Entonces entiendo que no hay porque seguir más. Mi camino acaba ahí, saltar al precipicio del amor sería tirarme sin red a una depresiva caída libre. Humano y mundano. Llenos de miedos sinceros.

Mi corazón a menudo va mas deprisa que mis pies y llega antes a los sitios, y ese es un defecto que aunque el silencio calle, no estoy dispuesto a paliar. Prefiero sufrir y sentir, que actuar en el teatro de esta sociedad que no entiende que el mundo gira alrededor del Sol, y que nosotros bailamos al compás que dicta el corazón. Así son, así soy... a veces yo también soy como ustedes. Nos odio, nos tengo tanto odio... Así que ya está bien... Me cansé de sentir.

Hoy decidí incumplir mis promesas, y girar de nuevo la tuerca que apretaba el alma, para que igual que llegan a mi vida, se marchen. Prefiero vaciar de nuevo cualquier lugar donde se pueda acumular un minúsculo sentimiento, que dejar que sean mis lágrimas las que hagan charcos en mis pulmones y me impidan respirar. Prefiero que todo acabe tan pronto como empieza porque ya nada tiene sentido.

De nada sirve echar a correr. Así que aquí me despido de ustedes, de los falsos corazones, de los verdaderos, de los que viven sin razones. Me despido porque es mucho mas fácil callar que sentir y seguir sumando falsos amores que jamás me corresponderán, amores de una noche. Pieles de plástico, que no dejan sentir las pieles de verdad. Pieles que no se rompen al escuchar un te quiero. Ya no hay piel con piel sincero, ya solo importa, seguir viviendo y decirles que nadie me querrá, porque ya me cansé de sentir, porque ya no quiero.

Si quieren saber de mi, lo mas que puedo hacer es invitarles a un trago en el bar de la esquina. Ese de las luces de neón. Allí al menos, todos sabemos lo que queremos. Allí dejamos las cuentas claras y el corazón en la mesilla donde se mueren los sentimientos. Allí cuando todo se acaba, las deudas quedan saldadas, y ni me deben, ni las quiero. Todo se queda a cero. Allí todos son sinceros. La piel con piel, es falsa y se paga con dinero, pero el alma queda intacta, y no hace falta desnudarse ni decir. Allí el silencio asiente como el primero. Hermano amigo y consejero.

Les dejo un abrazo como última muestra de cariño. Les digo adiós, me voy en silencio. No pregunten por mi, porque a partir de hoy, yo que estuve enamorado de la gente, ya no les quiero. Les digo adiós, esta será la última vez que seré sincero.

Adiós, ya no te quiero, ni te espero.

Me olvidé de vivir.
Me olvidé de sentir.
Me olvide irme,
pero nunca estuve en tí.
Me olvidé tu nombre,
nunca le pronuncié.
Les dejo un silencio,
les queda bien el gris.

martes, 27 de agosto de 2013

Quiero amor

Quiero ver lunas colgadas de tu cuello,
quiero ver mares en el fondo de tus ojos,
quiero ser quien te roba los sueños,
quiero ser el beso en tus labios rojos,
quero ser quien salve tus lágrimas
si ahogan en un profundo pozo.

Sentir la infinita brisa marina de tu mirada,
refrescar mi corazón al despertar la mañana,
volver a nacer si me regalas palabras
que me descubran que estas ilusionada,
volver a ser yo desde mi interior,
y hacia afuera pintar de color
una sonrisa en blanco y negro sombreada.

A esta distancia inmensa
le pueden las ganas de saber de ti.
A este silencio a gritos ahogados
le escuchan los sordos enamorados,
a este amor, le amo,
le juro que estoy enamorado,
y que el maldito ruido quedó en el pasado.

A este insomnio de verano
le temo mientras duermo,
mientras los sueños quedan incompletos,
y los miedos se desnudan primero.
Este amor llega sin querer,
silencioso y verdadero.
Este amor sabe a dulce sincero.

A este adiós le sucede un hasta luego,
ten cuidado, te espero.
A este amor le pueden las ganas de llegar
a la sombra de tus labios primero.
A este tiempo le detengo el recuerdo
esperando soñar fuerte sin miedo.
A esta soledad que sentía
la mandé de viajes y vuelos.
A ti, te tatúo entre mis venas
con la palabra te quiero.

Me duele

Me duele la piel.
Me duele el alma.
Me duele el amor
que escapó por mi espalda.

Me duele el adiós
que te diré mañana.
Me duele saber
que ya no queda nada.

Me duele ser fugaz.
Me duele la estrella gastada.
Me duele el abrigo
descolgado en la entrada.

Me duelen más las miradas
que las acentuadas palabras.
Duelen más las verdades a medias
que las mentiras contadas.

Me duele ver tu sonrisa
reflejada en unos ojos extraños.
Me duele ver que me duele
y que siguen pasando los años.

Me duelen las manos
de levantarme del suelo.
Me duelen las alas
cuando caí al cielo.

Me duelen las palabras
que sienten miedo.
Me duele si me dices
sin querer te quiero.

sábado, 3 de agosto de 2013

Antes de crecer

Y entonces abrió los ojos y se dió cuenta que se había hecho mayor de golpe. Sus ilusiones quedaron al fondo del cajón de su ropa interior, sus miedos se estamparon en todas las camisetas y nadie volvió a mirarla igual. Su semblante cambió por completo. 

De los sueños a las pesadillas había solo un fotograma incompleto que se rellenó de malas experiencias, y todo casi sin querer. Simplemente por abrir los ojos y ver que el Sol no siempre calienta con la misma intensidad. Entonces descubrió que el mundo no gira alrededor de su eje, sino que las historias dan vueltas alrededor de si mismas. A veces son días, otras son noches. A veces son recuerdos de diamantes sin pulir, otras son piedras volcánicas hirviendo en los reproches. A veces duelen tanto como la primera vez... a veces vuelven por volver. 

Los malos recuerdos forman parte de esos pedazos de estrellas que dejaron de brillar, los buenos se escondieron a contraluz dejando solamente sombras a su paso. Entonces se dió cuenta que se había enamorado una vez. Se dió cuenta que estaba sola y que para amar hay que ser funambulista para cruzar de un corazón a otro sin mirar abajo, caminar en el abismo sin red, amar sin temer a volver a caer. 

Y entonces abrió los ojos, habia vuelto donde todo empezó antes de crecer.

Intenciones

Cuando un cero a la derecha sea igual a nada,
el diez sea imperfecto
y el Sol salga mas de noche que de día,
la vida volverá a ser vida.

Cuando sonreir sea motivo de tristeza.
Cuando no parar quieto se acueste con la pereza
y la verdad sea de mentira,
la mar se quedará seca.

Cuando la cuesta arriba sea fácil de remontar,
enamorarse nos preocupe mas que llorar
y morir sea tan incierto como resucitar,
el tiempo no se detendrá.

Cuando un si quiera decir no,
cuando las canciones tristes no hablen de amor,
cuando al mismo tiempo que llueva haga calor,
dejaré de ser yo.

Y así se acaba este domingo
con sabor a otoño en pleno verano.
Asi contigo y tú adiós escrito en las manos.
Así le digo hola al pasado.

El olvido es testigo (Tropezar Contigo)

Vuelve a tropezar contigo, y yo conmigo.
Vuelve a caer en esta piedra,
con tu nombre grabado en mi camino
que aunque intento dejarte en el olvido,
el olvido siempre viaja conmigo,
el olvido acaba siendo testigo.

Arráncame el alma.
Descóseme el corazón a jirones.
Que mi sangre vista de rojo tus uñas
a la par que clavas en mi espalda el delirio,
mientras dejas el lienzo de esta piel
tatuado de éxtasis helado y fuego frío.

Imposible no postrarme ante ti, caer arrodillado.
Si tu ejercito rompre filas,te defenderé,
de tu corazón me hice soldado.
Al final las cicatrices quedan para recordar
cuantas veces has caido derrotado,
si te has equivocado o te has enamorado.

Destrózame para luego reconstruirme.
Durmámos en los escombros de los malos recuerdos.
Sembremos sonrisas de sueños,
que de noche crecen más rápido las pasiones
y estas piedras son cómodos colchones,
son duras y penas, son emociones.

Mañana te irás en silencio
y yo me quedaré dormido,
con tus rítmicos jadeos,
con tus salvajes gemidos.
Mañana te irás y de nuevo
mi corazón quedará destruido.

jueves, 4 de julio de 2013

... Y al final me iré

... Y al final me iré
y tú quedarás en silencio.
Me echarás de menos, y yo,
ya no estaré para decir que te quiero.

Me iré sin lágrimas en mi pañuelo,
porque lloré en los charcos
donde una vez saltamos,
y ahora ahogo mi desconsuelo.

... Y al final me iré,
donde nadie pueda seguirme,
porque prefiero caminar solo
sin perdón por sentirte.

Me iré con las sombras alargadas
donde alguna vez olvidé
que el amor también calentaba
y la brisa es fría por la mañana.

... Y al final me iré,
con el orgullo debajo del brazo,
y la cabeza bien alta
a pegar mi corazón hecho pedazos.

Me iré por no gritar al viento
que se calle, que mi alma está ardiendo
que el incendio fue provocado
por un pirómano de sentimientos.

... y al final me iré...
Me iré por donde vine una vez corriendo,
porque todo me sabe a poco
para seguir sintiendo.

martes, 28 de mayo de 2013

Te Odio

Te odio
desde antes que llegase el después,
y la noche dejase paso al día,
porque odiarte es tan fácil
como contemplarte
y que nazca una poesía.

Te odio,
como odio tus miradas de noche,
empeñadas en robar brillo a las estrellas,
que cuando todo quede a oscuras
te miremos a ti,
y las odiémos a ellas.

Te odio
como se odian las canciones
que me recuerdan a ti, a tu odio.
Así te odio,
como odia la tinta
antes de manchar de verdad
el blancor del alma del folio.

Te odio
como odian los lienzos a los pinceles
cuando no los acarician con sinceridad.
Te odio, tanto, tanto te odio,
como odio el vacio de la inspiración
cuando se empeña en no llegar.

Te odio
como se odian los buenos recuerdos
vividos que jamás volveran,
y no por odio,
sino porque hace tiempo que te amé,
y odio no poder amarte más.

jueves, 23 de mayo de 2013

La fábula de la niña del vestido de mariposas


Amaneció temprano. El rocío avistó un nuevo despertar y los primeros rayos de luz del alba juguetearon con las gotas a inventar nuevos colores mientras caían al suelo. Se deslizaban sugerentemente, se sentían mutuamente, sonreían pícaramente al nuevo día. Era Abril y el cielo parecía despertar del letargo del invierno. La niña del vestido de mariposas llegó cargada de colores en esta primavera, para ella cada tarde de Sol es la primera. Su pelo rubio rizado y su falda de vuelo que jugaba caprichosa con el viento, quería combinar sus traviesos ojos con el azul del infinito cielo. Revoloteaba alrededor de todos los niños del parque. Era tan frágil como fuerte, todos ansiaban besarla eternamente. Ella soñaba despierta. Ella sería perfecta, pero la imperfección es la auténtica receta para volar como una mariposa dibujada en la espalda de una cometa. Todo el mundo la miraba, a todos los mayores encandilaba. El Sol su piel doraba. La Luna de noche, en silencio, la soñaba.

Una tarde como otra cualquiera, los columpios se movían en su desesperante espera, las flores se habían peinado para su llegada, los niños dejaron de jugar en la arena para evitar mancharse. Alguno pronunció bajito que la amaba. El Sol brillaba en lo alto, y el cielo parecía un espejo azul plateado esperando reflejar los cabellos dorados. El viento se entretenía con las hojas de las copas de los árboles deseoso de mesar su melena. Ella no apareció y todo se hizo silencio. Aquel parque se detuvo en el tiempo y el mundo cambió.

Los días se tornaron en gris, y el Sol enfadado dejó de dar calor. Llegó el frío y la lluvia, llego el miedo y la penumbra. Nada era lo que fue. Todo se sumió en una profunda tristeza. Nadie sabía que había pasado. Los niños dejaron de jugar en el parque y las copas de los árboles vistieron sus pies de otoño. El viento enfurecido enredó la cadena de aquel columpio en su travesaño. El tiempo se hizo silencio. La mirada se quedó perdida.

            Nadie se preguntó porque a pesar de que la echaban de menos. Su vacío se quedó en la nada, el misterio fue constante, la ausencia también. Todo el mundo se decidió a olvidarla, porque el recuerdo duele más que las heridas. Nadie se decidió a buscarla porque todos tuvieron miedo de no encontrarla. Nadie tuvo la certeza, todos permanecieron impasibles a pesar de la sorpresa. Presos de sueños quebrados disfrazados de inconsolable franqueza. Aún vuelven a caer en los mismo errores que sus predecesores, aun son dueños de la torpeza. El olvido nos hace presos de nuestro destino.

            Todo ocurrió como si nada. Aquella pequeña de sonrisa eterna, de piel de laurel y perfume de vainilla era feliz en su pequeño universo. Aquella tarde mientras la niña del vestido de mariposas correteaba en la línea del horizonte, antes de que el Sol cayese y la Luna partiese el día por la mitad, el cielo lanzó un suspiro, un pequeño aliento la envolvió y su pequeño cuerpo se precipitó al vacío. La Luna en su cuarto menguante la acunó y allí se quedó dormida. Nadie sospechó jamás, nadie pensó en que la señora del brillo de marfil nos robaría la mayor obra de arte que este planeta había dado.

            Quien sabe si fueron los celos. Hasta su llegada nadie dudaba de su hermosura. Todos contemplaban extasiados las curvas de su figura. Todos soñaban con alcanzarla, con tocarla, con conquistarla. Los poetas se confesaban ante ella como si de un sacerdote se tratase. Sabía tanto de amores como de desamores, y había vivido historias inenarrables llena de sombras y penumbras, de luces y alegrías. Sus pupilas eran de monocromáticas. Los recuerdos siempre los dibujó en carboncillo. Blancos y negros.

            Aquella pequeña durmió profundamente. El lado oscuro de la Luna no distinguía entre la noche y el día. Aún con los ojos abiertos tenía la sensación de estar sumido en un profundo sueño. El vestido de mariposas se tiñó de negro, nada de colores vivos, que el semblante no dibujase una sonrisa en el rostro, que los ojos no platicasen en la oscuridad. Todo era decadente. Las pieles se rompían al roce de las caricias. Así cayeron las noches, y los días se sucedían mientras más noches de insomnio caían. Así trascurrió algún tiempo, algún año, y la niña sintió que moría.

Aquella noche el mundo se paró. Quedó anestesiado por el dolor y la crudeza de un sentimiento marchito. Las estrellas se escondieron tras el cielo, y nadie se atrevía a moverse un ápice por miedo a cambiar el orden natural de las cosas. Un paso el falso y cualquier cosa podría pasar. Eran conscientes de que algo importante podía pasar. Eran los años de penumbra, eran los tiempos en los que los haces de luz sólo se descolgaban del cielo para encumbrar algún alma.

            Entonces un halo de duda asaltó a la Luna. ¿Qué haría con una niña muerta? Normalmente las conciencias son ese tatuaje en el alma imposible de borrar. Ella había arrebatado al mundo la alegría, y lo sabía. Quien sabe si por los celos o envidia, por la belleza, la juventud y la firmeza. Quien sabe si la inexperiencia, la ingenuidad, la frescura y la ternura, o por su sedosa tez dorada y una sonrisa infinita que hacia las que las noches no fuesen tan oscuras. Nadie, ni ella mismas, sabía si esos eran suficientes argumentos para llevársela aquel atardecer. Ahora sesenta lunas después cuando no sabía que hacer con ella, le dolían las ganas de volver atrás y cambiarlo todo. A veces el temor a no saber que hacer es tan grande que la duda se acaba diluyendo en agua y no haces nada, simplemente dejas que el curso natural de las cosas sea quien decida por ti. Después de siglos de noches, y pasiones escondidas ahora las vivencias de otros de nada servían, aquella niña de rostro de mármol se moría y ella poco podría hacer.

            Entonces se escuchó un murmullo del viento que agitó las hojas de los árboles, que dejó caer al suelo todas aquellas que estaban secas. Hay quien piensa que las primeras hojas de los árboles en caer son los primeros sentimientos que un árbol quiere olvidar, a la Luna le pasaba lo mismo. Fugaz y tranquilo, el viento la envolvió entre todas esas hojas que se desprendieron, miró a los ojos de la Luna y susurró: “A veces el miedo a caer en el olvido es tan fuerte que nos equivocamos pensando que haciendo daño aliviaremos nuestro dolor. Entonces el tiempo nos quita la razón y la conciencia carga la mochila de los actos que hicimos y que no pudimos dejar atrás. Cada segundo que pasa ese peso crece, y nuestra cabeza mira más tiempo al suelo que al cielo. Para cuando dejes de ver el lienzo de estrellas será demasiado tarde. Aprende de tus errores para no volver a tropezar otra vez en ellos.”

Una vez concluyó de mirar a los ojos de la Luna, tomó a la niña entre sus brazos de tornado y se la llevó. La Luna quedó callada. La mirada perdida. Veía como su pequeño tesoro robado se marchaba lejos. Cerró los ojos y lloró. Desde entonces, las noches sin Luna gobernaron el cielo. Los amantes se sintieron menos seguros pero a la vez más con una intimidad inusitada. Los poetas encontraron otras musas, al fin y al cabo esos locos son enamoradizos de mujeres imposibles. El viento suspiraba aliviado. Brisa marina recorría cada esquina de las ciudades. Y la niña… ¿Qué sería de ella?

            La niña del vestido de las mariposas se recuperó. Se hizo mujer. Abrazó al mundo cada noche. Los niños del parque siguieron prendados de su perfume. Corrieron tras ella, hipnóticos, entregados al amor maternal que desprendían sus pasos. Agarrados al vuelo de su falda, al coqueteo de sus miradas. Normalmente cuando menos pretendes que se enamoren de ti, más sucede. Esa naturalidad, esa espontaneidad, esa forma de mirar, esa sonrisa, y su boca. Esa boca que regalaba hermosos besos. Era imposible no enamorarse de ella. Yo también lo hice, y aún sigo en esas.


miércoles, 1 de mayo de 2013

Autorretrato

Artesano de historias y vividor.
Grandilocuente.
Poeta y cansado soñador.
Dueño de mi silencio.
De sangre y razón.

De risas y lágrimas.
Melodiosas intenciones.
Brillo en los ojos.
Rey de bastos.
As de corazones.

Lienzo en blanco por pintar.
Piel dorada y sol.
Miradas ocultas de mirar.
Letras e historias.
Oídos que regalar.

De sentimiento intensidad.
De nombre ganador.
De ideas libertad.
De sueños perdedor.
De caricias que robar.

Cicatrices en el alma.
Agujeros en el pantalón.
Conciencia removida.
Fruta madura en el suelo.
Cantaré mi canción.

Nieto, hijo y hermano.
Solitario amigo autista.
Filosofía y teología.
Creyente en el amor.
Me despido sin decir adiós.

miércoles, 24 de abril de 2013

Generación X



Me convertí en una excusa perfecta. Me disfracé de pretexto imperfecto para convertir sus deseos en realidad. No me negué nunca la realidad de mi situación, no oculte nada, y ese fue mi error nuevamente. Está visto que el mundo no está preparado para mirar frente a frente a los ojos de la sinceridad. Está claro que no tenía ganas de ser real. Y lo entiendo, no me achico. Es lógico y licito. Es normal, y juraría que hasta místico. Las cosas son así y nosotros seres maleables como una bola de arcilla. Tendríamos que estar preparados para poner en la cabeza nuestros pies y viceversa. A veces me planteo el porqué Dios no nos diseñó de otra forma, me pregunto porque no nos programó de otra manera. A veces pienso que el corazón es quien está más preparado para ocupar el hueco donde se aloja el cerebro, porque se pasa más tiempo ahí arriba que en el mismo pecho. Si, se siente, es así. Es Dios, es Todopoderoso, y como todos los seres con poder es vengativo. Por extensión, nosotros también somos así. A su imagen y semejanza era, ¿no?

El mundo está como está, sumido en una profunda depresión que nos arrastra con la misma fuerza con la que el agua desborda el cauce de los ríos por la lluvia caída tras nuestras apenadas lágrimas, arrasando todo lo que coge a su paso por las ciudades, por las personas, por sus corazones y sus sentimientos. Utilizamos todo lo que podemos del prójimo. Estrujamos a menudo la esponja hasta dejarla vacía de humanidad, y cuando en lugar de acariciarnos suavemente pasa rasparnos la piel, decidimos que la solución es tirarla a la basura y empezar la otra historia similar con un diferente protagonista que la anterior. En ese caso no seré yo. Yo soy menos sentido y tú siempre serás tú, es tu genética, es tu herencia de sangre. A fin de cuentas en eso consiste vivir, en ser uno más y que los demás se queden atrás cuando ya no nos ofrezcan más. Porque aunque en ocasiones nos duela, somos hijos de nuestros padres, y a pesar de mucho que se esfuercen, por más que se empeñen y vendan todos sus bienes y sus males, nosotros repetiremos sus errores. Serán iguales, seremos los mismos, pero con diferente forma y color. Nos bañaremos en el perfume del fracaso. Dice un dicho que la muerte huele a rosas, y el fracaso no debe de andar muy lejos.

Todos sabemos que el mundo está trastornado desde hace poco, y cayeron al vertedero mas cercano tanto el respeto, como la educación. Nosotros, nuestra generación tiene la culpa. Si, no mires más allá. Somos tú y yo uno de ellos. Hoy el mundo se mantiene en el alambre rezando sin fé por no caer aunque en cualquier instante puede ocurrir que la gravedad nos abandone. Podrían alcanzarnos en cualquier momento esos cuatro frenéticos segundos de caída irrefrenable al suelo porque otro como nosotros decidió que se había acabado y arrancó la red que sustentaba nuestros sueños. La rajó por mitad para que los babosos sueños quedasen prendidos de los hilos intentando agarrarse sin fuerza para no llegar al suelo. Intentó que no se notase mucho, pero llegado el momento, que tarde o temprano a todo el mundo nos llega, caemos rendidos al veneno de la picadura mortal de las víboras que se mueven en las sombras silenciosas, entre las hojas de los árboles caídas en el otoño que yacen en el suelo esperando la descomposición. Así nos ocurrirá a nosotros cuando lleguemos al frío ocre horizontal. Así con tiempo y lágrimas de otros seremos malvas flores.

Antes de todo esto, nos volveremos locos. Llenaremos los psiquiátricos y nos agotaremos en gritos ahogados por camisas blancas que trataran de sujetar aun más si cabe unos absurdos e inalcanzables sueños. Camisas de fuerza para las almas que más carezcan de ella. Después de todo esto y un tratamiento a base de pastillas de colores que irán a juego con zapatillas de goma de los enfermeros, quedarán solo unos pocos. Quizá no sean los más fuertes, ni los más débiles y mucho menos los más inteligentes. Si de algo podemos estar seguros es que no seremos ni tú ni yo. Este guión está confeccionado a medida para que se elija a otros actores con mejor apariencia. Porque nuestra sociedad, esa en la que nos hemos criado y que apremia la ignorancia y el silencio, prefiere todo aquello que entra por el ojo aunque sea una astilla o un tablero entero y nos duela, a que el resto de los mortales podamos decir libremente lo que pensamos, porque se busca una humanidad de seres flexionados que reflexionados, y más aún si tienen callo por ser arrodillados, insolventes y sometidos al jefe, el que manda. Normalmente es otro, otra.

En la mitad de sentimientos ocurre igual que en la de razón porque ni tú, actriz de películas de serie B, mujer de rasgos rasgados y corazón rajado, boca llena de propósitos con un interés al cientocero por ciento sabes que es esto de ser sentimiento, lo siento y acierto; y mucho menos iba a ser yo, con mi cara de intensidad baldía y mis ganas de morir matando mientras al oído regalo poemas mitad míos y mitad retos o desafíos. A veces mitad corazón y mitad agonía, incandescente locura la mía. Me enciendo, me crezco, ilumino radiante y brillante, pero agoto, consumo y mucho, tanto que tú siempre decides apagar la luz y dormir tranquila sinmigo. Entonces me alimento de los silencios y de las ausencias. Entonces a mi alma se le ocurre pedir clemencia y la noche se me hace eterna sin tú presencia, maldita impaciencia, maldita conciencia.

Sucede que a veces las emociones se quedan al otro lado de una barra de bar, nos emborrachamos con la misma intención con la que a veces nos enamoramos, olvidar. A veces olvidar quienes somos es el mejor ejercicio de encuentro con uno mismo, lo malo viene si soñamos demasiado fuerte y nos despiertan tan de golpe que nos tiran de la cama. Nos imaginamos, nos follamos, y a los diez minutos nos odiamos, y lo hacemos así porque nos subestimamos y no nos reconocemos humanos, ni nuestros propios hermanos. 

A menudo, dejamos que el alcohol fluya más rápido que el amor, y la sangre llega al corazón mezclada, no agitada, somos más Bond que el Vesper Martini y menos románticos que Veinte Poemas de Amor y Una Canción Desesperada, mas cocktail que infusión entre las manos, aroma a fresas y calor. Ni las rubias son tontas, ni las morenas lo son menos, los ingenuos somos quienes las admiramos a ambas, y nos ciegan, nos deslumbran. Somos un género sin peligro de extinción, pero bebemos nuestra parte de vida con más ansia que un Gin Tonic, a pesar que a ese combinado alguien se preocupó de llamarlo amor. Sucede a menudo que la resaca trae consigo vómitos, odios, y adiós, junto con un terrible dolor de cabeza que hace insufrible nuestra contagiosa situación. Amar es la auténtica epidemia mundial. Por ello bostezamos aburridos, abrimos los brazos en uve de victoria, pero nos sentimos perdedores. Abrimos los ojos, y cerramos con llave la puerta del corazón. Otros heredaran nuestro silencio, y nos reprocharán, no sin motivo, nuestra falta de valor. Somos la generación X, la duda sin despejar en esta inhumana ecuación.

sábado, 20 de abril de 2013

A cero por ciento de interés



Ya no quedan calles por las que correr, ni mares por los que nadar. Ya no quedan muros que defender ni Dios Santo al que rezar. Ya no queda nada, nada. Ya no queda nada, si tú a mi lado no estás. Aposté mis dos últimas monedas doradas creyéndote caballo ganador, y aquí me hallo en el suelo, recogiendo las lágrimas rotas, hundiéndome en el barro del perdedor, con el mentón hundido por tu golpe al corazón. Fui a pecho descubierto, valiente, seguro, convencido de que probablemente, pronto, seríamos uno. Y no me equivoqué, esa es la lástima, porque yo seguí siendo yo y tú, tú no quisiste hacerme tuyo.

Dicen que sólo los tontos se enamoran, y sólo ahora, cuando amar no está de moda, y ni los corazones pintados en las paredes decoran, nos agarramos a la fe y a la esperanza de un quizás. Vendemos nuestra alma al diablo a la par que ese que se hace llamar Dios nos hace sentir deshonra. La inconsciencia se defiende de la soledad que dejó quien fue piedra preciosa en una cadena colgada del cuello y grabada en el pecho dentro de un corazón. Ahora que la ausencia es nuestra mejor compañera, la felicidad queda derramada en el suelo de baño. Los pies la pisan, hace frío y siempre es invierno.

Quise ser ese abrazo tan grande como la distancia que ahora nos separa. Quise ser el rincón perdido donde se esconde una lágrima cuando no sabes donde dejarla para que no se cruce con tu mirada. Quise ser quizás, y olvidé que soy el pasado que jamás recordarás. Quise ser tu sombra y lo más cerca que lo fui, fue mientras me arrodille a tus pies. Sigue tu camino, que yo surcaré los mares buscando los tesoros que esconden otros destinos, otros mares profundos perdidos, paraísos que jamás serán descubiertos para mis sentimientos. Te digo adiós esta vez, sin esperar a que hayas venido. Cuando despiertes de tus fantasías te darás cuenta de que mi lado lo llena el vacío. Te darás cuenta que era yo.

Perder la inocencia a mis treinta, es como pedir clemencia, en lugar de pedir la cuenta. Perder el mes de Abril es perder la primavera infinita que este año se ha empeñado en vestirse de otoño gris, de hoja en el suelo y flores que no llegan a abrir. Probablemente escalaré colinas más espectaculares que las tuyas. Subiré montañas, descubriré paisajes desde otros rascacielos, descenderé a infiernos de agua de pasión, de leche y miel, de besos y caricias calientes por hacer, y tú probablemente seguirás con tu quiero y no puedo, con tu te quiero, pero lo siento.

Y aquí me seguiré quedando, a llorar mis lágrimas de piedra, jugando a ser la fragilidad de un cristal recién soplado. Aquí me quedaré soñando con que estoy olvidando el veneno de unos besos que me robaron algo más que mi dignidad. Se llevaron mi verdad. Y aquí seguiré soñando, mientras siga ahogando mis deseos en whisky tiñendo de ocre una copa de cristal, con el hielo deshecho y el pasado por lamentar, por el aliento del último suspiro que me queda por dar.

Maldigo la hora en que tus agujas en punto me clavaste. Inesperada llegaste, en secreto te alineaste, y a voces te marchaste, dejándome en los labios tatuados la palabra adiós. Contigo pagué todas las deudas pendientes de amor. Tú vengaste al resto de mis amantes de ocasión, robaste mi falta de sinceridad, y destapaste mi escaso compromiso, mientras la ironía saltaba de edificio en edificio. Entonces el frío se apoderó de mis brazos y de ese sentimiento donde antes guardaba el alma. El verano se olvidó el calor y el Sol me dio la espalda para marcharse en silencio y con calma, para alejarse sin decir adiós y dejando sin hacer la cama. Te llevaste la razón a cero por ciento de interés. Te llevaste el corazón no olvides devolvermelo arreglado antes de final de mes.

sábado, 13 de abril de 2013

Que

Que una postal se convierta
en una declaración de amor.
Que una piedra inerte
se transforme en la más hermosa flor.
Que las palabras más tristes
se vistan de balada en esta habitación.

Que se le olvide el "de" a desesepero
y lo cambiemos por "sin más te espero".
Que me muero llegue siempre
más tarde que un te quiero.
Que sentir no entienda de recortes
ni nos gobiernen amores austeros.

Que nadie a veces es
la mayor multitud que puede ser.
Que cuando todo crees tener,
estás solo y sin nadie a quien querer.
Que protejamos a quien no tiene que comer
en lugar de al que más tiene que perder.

Que parecer no es lo mismo que aparentar,
y con aparentar se nos olvida demostrar.
Que nadie gaste en vísperas de guardar
y que guardar no sea sinónimo de no prestar.
Que callarse no sea un acto de cobardía
y ser cobarde no sea un adjetivo general.

Que los finales más tristes
son los que acaban sin esperar el adiós.
Que las lágrimas arden rápido
si prendes con fuego la emoción.
Que si algo duele con el tiempo
son las cicatrices que deja el desamor.

Que los ojos sean fuentes de luz
si seguir callados nos vuelve a apagar.
Que nadie nos imponga el paso
del pie con que debemos caminar.
Que las manos queden vacías de generosidad
y no volvamos a abrirlas para pedir paz.

Que las sonrisas sean el mejor vestido
que con nuestros sentimientos podamos combinar.
Que el optimismo es la mejor aptitud,
que la actitud sea nuestra sombra a contraluz.
Que mis reyes viajen dentro de mi corazón
aunque mi sangre no se tiña de azul.

Que yo siga siendo yo y tú sigas siendo tú.

Duerme pequeña

Duerme pequeña, duerme
que la luna vigila tus sueños
y desde allí arriba
somos seres ingenuos
y se nos ve como almas que corren
por nuestro paraíso pequeño.

Duerme pequeña, duerme
que nadie conciliara el sueño
si sigues dando luz al mundo
con los pequeños luceros rasgados.
Duerme pequeña porque
aun no me fui, sigo a tu lado.

Duerme pequeña, duerme
que mañana seguiré de frente,
en pos de tu mirada,
alcanzaré un rayo de Sol
porque aunque sea en silencio
correré la cortina de la madrugada.

Duerme pequeña, duerme
porque mientras sueñas de noche,
yo engarzo estrellas y lunas
para colgarte un diamante,
como los que los caballeros andantes
regalaban a sus Dulcineas,
a sus mitades amantes.

Duerme pequeña, duerme
que vigilo tus ilusiones,
para que al despertar,
permanezcan intactas
las primeras emociones,
las letras de nuestras canciones.

Duerme pequeña, duerme,
prometo no despertarte con mis voces,
si me voy seguiré vigilando tu noche,
seguiré viajando contigo
sentado disfrazado de recuerdo
en el asiento de atrás del coche.

Duerme pequeña, duerme
porque si vienen demonios feroces
me dejaré el alma para que no te miren,
porque no quiero que se enamoren de ti,
porque prefiero que conmigo se enojen,

entonces mis lágrimas caerán del cielo
y despertarás cuando te mojen.

sábado, 23 de marzo de 2013

Tiempo de Tango



Me asomé a mi ventanal y allá afuera, a lo lejos, era ella. Venía hacia mi cristalera, ella, mujer de curvas infinitas e incontables, vértigo de amanecer compartiendo el mismo colchón, las mismas ilusiones y los mismos sueños. A su lado izquierdo y de la mano, mis dudas, mis miedos, mis propósitos e intenciones, mis males de amores y mi falta de cojones. Así su caminar certero como un tiro en la sien y a quemarropa se dirigía imparable hacia mi cristalera. Mi pantalla panorámica por la que veía pasar los días, uno tras otro, y las vidas, todas las vidas, menos la mía. Desde esta ventana he visto crecer a la niña del portal de enfrente, la he visto jugar en el quicio de la puerta con sus dos muñecas, años más tarde la he visto llegar de la mano de varios chavales, a veces uno distinto cada noche. También la he visto salir de blanco del portal, con las lágrimas de su padre, apretadas en los puños, y ahora la veo empujando un carro, con otra historia, otra vida, otra niña. Quizá mañana la vea salir de la mano de su abuelo. Y así transcurren los días, en este tránsfuga vidrio, en esta pantalla que no deja de emitir en dieciséis novenos, en un formato panorámico y con el surround con el que las emociones nos golpea en los oídos.

En la calle los meteoritos de mis sentimientos caían uno tras otro pero no conseguían alcanzar a nadie, hasta que pasó ella, entonces mi techo salió ardiendo, y se prendió la chimenea de mi salón. El humo no me dejaba pensar con claridad, la temperatura ascendía a medida que ella se aproximaba y al mismo tiempo transcurrían, tus pasos delante mía mientras que la sangre de mi corazón escurría y mis dudas seguían creciendo, se hacían más y más grandes. Normalmente todo pasa por algo, las casualidades son menos casualidades cuando encontramos las coincidencias, y estaba seguro que algo cambiaría. No sé si sería ella pero una vez pasó por delante y marchó a lo lejos, me decidí a que todo fuera definitivamente diferente. Quizás esa fuese la última oportunidad para encontrarte, quizás hoy ya fuera tarde y fuese una última oportunidad tirada para robar la sombra de ojos azabache del verde esmeralda de su mirada.

Así día tras día, así cada una menos cuarto de la mañana. Así paseaban ella y su bolso colgado de deseos por cumplir, llenos de hombres que aman en silencio su silueta, hombres que como yo habían quedando prendidos del pelo y del perfume de aquella joven de la que jamás conocería su nombre. A veces miraba de reojo al interior de mi cristalera, otras veces era ella quien, coqueta y al pasar por delante miraba su propio reflejo. No me extraña nada. Si yo fuera ella, no dudaría nunca en ir perfecta. La palabra belleza cobra su verdadera dimensión en su persona.

Y así, mientras enlazaba un paso con otro, seguidos, sin detenerse un segundo a mirar a su flanco izquierdo, otros quedábamos hipnotizados por el resonar de tus tacones que se acompasaba con mi corazón cuando la veía venir, decidida a lo lejos. Mientras tanto su cercanía, su presencia aceleraba mi pulso e inyectaba de sangre mis ojos, para clavarse inevitablemente en la obra de arte de su silueta, las más perfectas proporciones. Cuatro segundos y diez metros dan para mucho, y bajo esas circunstancias también da para conquistar un par de corazones y enamorarse. Parece fácil pero no lo es, se acerca más a lo absurdo.

Tanto tiempo y tanta distancia, un cristal y tres baldosas son millones de kilómetros cuando no se alcanzan las palabras y a mi no me llegan a la boca para decir lo que siento. Han sido muchos días. Daba igual si había Sol o llovía, daba igual el frío o el calor. Todo eso era en vano, porque allá, afuera estaba ella, y a mi con eso me valía para ser feliz. Su piel sedosa vestía un colorido vestido, y el viento celoso se agarraba a su perfume con las manos para mandármelo dentro de la próxima carta que debía recoger de mi buzón para cuando se alejase. Prefería no molestarte al pasar por delante. Prefería desde dentro, sentado sobre mis miedos, contemplarte. Esas cartas que salía a recoger recién pasaba por delante eran las facturas que debía pagar por las ocasiones perdidas, por las veces que la he contemplado sin decir nada, en silencio, observándola como un cuadro abstracto colgado de una pared. Nunca las pagué. Veremos cuanto tiempo pasa hasta que el desahucio llegue a mi corazón.

Pasaron más días, quien sabe si durante meses o durante años. Una de las cosas que nos devuelve la rutina obligatoriamente es perdernos en el tiempo, vagando entre la indiferencia y los golpes del segundero al caer uno tras otro, apresurados, las sesenta fracciones de un minuto, para olvidarse del ayer, del hoy, del mañana. A veces la rutina es más peligrosa que un bombardeo al Sol, sin más intención que hacer daño, pero normalmente tendemos a acomodarnos, y a ser víctimas de nuestros propios atentados. Nos auto compadecemos de nuestros errores y nos flagelamos con la tristeza.

Entonces algo se quebró, algo desordenó nuestro orden natural. De mi viejo tocadiscos salió un triste y amargo tango. Cada vez que escucho a Gardel, con su voz a centímetros de romperme el alma, recuerdo la frase que mi abuelo repetía una y otra vez al comenzar a sonar el cuatro por cuatro de Caminito. El Viejo, como le llamábamos cariñosamente, no se cansaba de repetirme - ¿Acaso hay algo más sensual que un tango? – Me decía mientras acercaba la aguja a un gastado disco en su gramola de madera y latón. Nostálgico se acomodaba sus gafas en la cara, y agarrándose el corazón con la mano mientras los recuerdos se le agolpaban en los ojos en forma de lágrima que a duras pena conseguía retener y me aconsejaba sabio con un marcado acento porteño. - Un hombre y una mujer que se funden en uno como lo hace la copa con el vino antes de saciar nuestra sed. ¡Pibe! Aún tenés mucho que aprender, pero cuando vos te enamorés no servirá de nada todo lo que te aprendiste. El corazón es un jodido que se empeña en hacernos sufrir, nos hace volar como las gaviotas hasta que el tiempo nos pone en el suelo. El Viejo había pasado mucho, y entre aquellas historias se encuentra un exilio a Argentina que le dejó de regalo la entonación y ese aire añejo de un tiempo pasado mejor y que el tiempo se llevó como se lleva la vida.

Inevitables mis sentidos se encendieron. Nos imaginé en mi despacho, rígidos, intensos. Solos, con nuestras miradas cruzándose. Su vestido largo azul, lentejuelas y tacón de aguja. Yo enfundado en un traje de riguroso negro, con mi camisa blanca y mi corbata. Ni una arruga. Un pitillo en mi mano, y una mirada a lo Humphrey Bogart, mientras el humo que sale de mi boca se enrosca en el sombrero de mi cabeza. Esa mística debía alcanzar tanta intensidad, tanta energía como para alimentar las farolas de toda una ciudad como Buenos Aires. Su mano se posó en mi espalda y mi mirada se clavó en su cristalino. Un, dos, tres, cuatro. La agarré fuertemente para que no se marchase jamás, ya estaba conmigo. Giramos un par de veces y su pierna se arqueó dibujando una infernal silueta en el aire. Su perfume se había impregnado en todas las paredes de la estancia.

El tempo desapareció complicado, la aguja no dejaba de zumbar el fin del vinilo para llamar mi atención y mi sueño se diluyó como una pizca de sal en el agua y me desperté de golpe. El mareo era producto del vértigo más que del sentimiento. Ella había desaparecido calle abajo, siguiendo su caminito, rumbo a ninguna parte. En busca de la ciudad donde todo vuelve a empezar, en busca de una oportunidad. Y yo seguía allí, de pie, siendo testigo de mi propia historia. Dueño de una fantasía que no sabía como continuar, esclavo de una estrella que a pesar de apagarse hace mucho tiempo, sigue empeñada en intentar iluminar.

La vida siguió pasando igual, un día tras otro, y así pasaron más semanas y meses. Los árboles se desnudaron al menos una vez, también se vistieron, pero no recuerdo el color de sus pieles. Ahí llegaba ella a lo lejos. La misma rutina de taconeo, acompasamiento, latidos y perfumes al viento. Entonces, entre las paredes de aquella oficina donde el guión de mis rutinas transcurre, donde pasa el día sin novedad, mi reloj de pared se decidió a darme una oportunidad. Se había cansado de viajar hacia delante y caprichoso se detuvo en el preciso instante en que tú ibas a pasar. En ese instante todo se congeló, aunque en la calle hubiese no menos de veintiséis grados.

Todo se quedó quieto. Todo el mundo se detuvo menos yo. Las gotas de las hojas de aquella maceta que acababa de regar se quedaron pendientes del aire. No me percaté de la situación hasta pasado tres segundos.- Se ha detenido.- pensé. Entonces esperé que su cabeza girase y me mirase, que me guiñase un ojo, o me lanzase un beso. Pero nada de eso ocurrió. Entonces decidí pasar a la acción protegido por el tiempo y crucé la puerta.

Salí a la calle. Corrí, sabe Dios si corrí. Estoy más que convencido de batir récords del mundo en aquel instante, apenas el reloj se movió, y yo llegué frente a ella. Allí me postré delante. Me sumergí en su cristalino verde y desvergonzado por el favor del tiempo y la inconsciencia de las almas, acaricié sus sedosas mejillas. Era de verdad, me dije. Tomé su mano. La besé caballero. Y me volví adentro. Descolgué el reloj de pared y cambie las pilas. No quise tentar mi suerte a la primera de cambio, y la dejé correr. En ese instante, y por si no me había dado cuenta, afirmé que estaba enamorado de ella. Profundamente.

Y así volvieron a pasar los días, otra vez más, pero para entonces ya había descubierto donde se escondía el tesoro, y como conquistar el secreto del tiempo para robar el secreto de tu misticismo. El ciclo de vida de aquel reloj volvía a tocar su final, yo lo sabía, y estaba atento. Entonces de un día a otro volvió a ocurrir. Afuera llovía y parecía que las gotas de lluvias parecían dibujar una cortina de perlas. A lo lejos, como siempre tú, tus tacones, tu bolso y dentro al fondo, guardadas mis emociones. Salí a la calle y osado recorrí los metros para alcanzarte sin usar el paraguas. Decidí dejarme de caballerías y te besé en los labios. Acaricié tu húmedo cabello y tu perfume me hechizó.

Era el día para decir lo que me estaba ocurriendo. Estaba decidido a hacerlo. Lo había ensayado delante del espejo de mi cuarto de baño mil veces. Pero como te lo diría si no sabía más de ella que su rutina a la una menos cuarto. Si no sabía nada más que era preciosa. Como hacerlo. Entonces empecé a notar que mi pelo se humedecía y seguía besándola. Fue reciproco, al menos durante tres segundos. Ese fue el tiempo que tardó en darse cuenta, y yo en acordarme de aquel maldito reloj. Volvían a caer incesantes los segundos. Ella me empujó de golpe. -¿Qué haces me gritó? ¿Qué te has creído? – Esas palabras las acompañó con una bofetada directa a mi mejilla izquierda. Caí al suelo derrotado, y ella siguió su camino. Se alejó sin mirar atrás. El viento volvió a agarrar su perfume para volverlo a dejar en mi buzón. Yo lo vi en primera persona. Esa vez era el anfitrión.

Allí quedé durante algunos instantes. El agua caía sobre mi, y el asfalto llenaba de brea mis manos y mi cara, mientras maldecía mi mala suerte. Maldije el tiempo, y sus segundos. Entonces recordé de nuevo las palabras de El Viejo “… hasta que el tiempo nos pone en el suelo”. A duras penas me levante, y volví a mi despachó. Crucé la puerta y me fui directo a aquella maquina que presidía la entrada. Aceleré el pasó y golpeé con mi cabeza en el centro del reloj. Mientras mi frente comenzaba a sangrar, lo pateé, como lo había hecho el desatino y el destino conmigo. De una patada lo lancé a la calle. No lo quería volver allí.

Me puse las palmas de mis manos en la frente, me restregué la sangre. Una mezcla rojiza y negra se confundía con el agua de lluvia. Entonces una sedosa voz de mujer a lo lejos. - Esto es tuyo, ¿verdad? – Levanté la mirada desde el fondo de la oficina. Todo estaba a contraluz, pero aquella voz, me había destrozado los sentimientos. El corazón se detuvo una vez más, y El Viejo volvió a hacerme recordar una de las suyas “¡Pibe! Aún tenés mucho que aprender, pero cuando vos te enamorés no servirá de nada todo lo que aprendiste…”. El tocadiscos volvió a prenderse y su aguja hilvanó los acordes de aquel tango llamado Volver. Normalmente todo pasa por algo, pero las casualidades son menos casualidades cuando encontramos las coincidencias.

lunes, 18 de marzo de 2013

A



A mi silencio le faltó tu aire,
y a ti te faltaron las ganas y el coraje
para decirme a la cara
que alguna vez me amaste.

A tus acciones le sobraron palabras,
y a los te quiero le faltaron intenciones,
porque nunca me amaste,
a pesar de pedirme explicaciones.

A tus ojos le faltaron verdades,
y a tus manos dulzura, en lugar de maldades.
A nosotros nos faltó el alma,
y al alma le sobraron falsedades.

A tu piel le salieron yagas y al corazón
se le escaparon dos versos incompletos
antes de irse a la cama,
porque aún soy yo quien te ama.

A tus bondad le sobró buena intención,
y a tus gestos, tus risas y tus besos,
le faltó una gotita de sal, un regusto de sabor,
le faltó ser menos frío a pesar de tanto calor.

A tu cuerpo le faltaron las caricias,
y a tu boca, bocanadas de aire,
y trazar curvas que dibujen sonrisas
para coronar a la reina de este baile.

A tus sueños le sobraron noches,
y a mi me sobraran prendas de ropa,
igual me desvanecí en reproches
mientras caminé con miedo a popa.

A tus fotos le faltaron luces,
y a mis sentimientos le salieron estigmas
por estar colgado en tus cruces
por darme una vez más de bruces.

Escapemos juntos...



Escapemos juntos. Vente conmigo, lejos…

No sé si será mejor o peor, pero prometo cuidarte, velar por tus sueños mientras duermes. Vivir lo que tengamos que vivir. Ser uno, ser tuyo, íntegramente tuyo. Seremos la luz que se cuela por la persiana al amanecer, seremos ese hilo de aire que se escapa tras un suspiro, seremos agua corriendo sin cesar hacia el mar igual que nosotros nos encaminamos a cientos de finales desembocando en tantas verdades que nos duelen, uniéndonos inconscientes a las realidades, a las vidas que se impregnan de nosotros y se atan a nuestros recuerdos haciéndonos imposible llegar a tiempo, impidiendo que nos enamoremos a tiempo, y dejándolo todo abocado a las puertas del cielo, cuando San Pedro nos diga que descendamos los peldaños por los que hemos subido por infringir las sumisas reglas de la sociedad que nos enmarca, que nos encuadra, que nos apunta, que nos dispara para manchar con nuestras sangre inocente los lienzos blancos del frío suelo de mármol que tantas veces nos ha servido para erizar nuestras pieles cuando andamos descalzo sobre él. Seremos hijos del infierno sin propiedades, sin adjetivos. Pero seremos luz porque seremos nosotros mismos, mientras ellos serán espectros.

Escapemos juntos. Vente conmigo, lejos…

No sé si será mejor o peor, pero prometo cuidarte, darte el aire que te haga falta para respirar. Soltar la soga que él puso alrededor de tu cuello, asfixiándote, ahogándote, dejándote sin respiración, lavándote la cara con tus lágrimas para escribir en el suelo los versos mas tristes que se puedan escribir con el maquillaje que se desprende de tu cara sobre el cuaderno blanco de los sentimientos que él ha ido borrando por no saber más que traerte dolor y daño, perfumándote en odio y rencor, arrancándote de un mordisco el corazón, dejándote sola y en silencio, a la deriva del viento que te trajo a mi, al son de los tambores que retumban en mi interior. Sigamos juntos, caminemos hacia el futuro, sin recoger el pasado. Nos iremos dejando las deudas pendientes, y las cuentas sin pagar. Haciendo borrón y cuenta nueva en esto que algunos se empeñan en llamar amar, en esta cuestión, que mas que interrogación es exclamación, en un sujeto indirecto soy pasivo de admiración. El tesoro está en la profundidad de tus ojos, en el fondo de tu personalidad, entre brumas y sombras que se agotan al salir el Sol. La llave la llevas guardada en el corazón.

Escapemos juntos. Vente conmigo, lejos…

No sé si será mejor o peor, pero prometo cuidarte, descansarás tranquila, de noche, buscaremos inauditos paisajes a pie, aparcaremos vivir subidos a la velocidad de un lujoso coche. Seremos transeúntes. Seremos dos locos, dándoles igual lo que se pregunten, porque nuestros besos estarán delante para aquellos que nos juzguen. El viaje prometo que será largo y las intenciones las mejores, y el cielo se cubrirá de telas de mil colores, para que la alegría nos despierte con el aroma de las flores. Seremos diferentes. Seremos tú y yo, y el, y ellos se removerán en su sofá de arenas movedizas hundiéndose, sumergiéndose. Prometo salvarlos antes de que se ahoguen, pero es que antes tengo que hacerte feliz. Tú eres lo importante, tú eres lo más grande. Tú eres mi estrella errante, la persona que se esconde detrás de cualquier sombra de un gigante. Seremos aire, para que respiren los que quisieron asfixiarnos. Se ahogaran de tanto como seremos porque a pesar de todo seremos inmortales, seremos amantes de galaxias siderales, seremos leyes fundamentales. Dibujaremos corazones con las estrellas, y que nos admiren como admiraron a la mujer más bella. Devoraremos misterios para coronarte reina, mi dueña.

Escapemos juntos. Vente conmigo, lejos… Alcanzaremos el cielo.

jueves, 14 de marzo de 2013

Si

Si no existiera la risa,
si nos da igual un beso
que una caricia,
si para vivir necesito recomponer 

lo que se hizo trizas,
si no se va a enamorar, me avisa.

Si amarga el futuro que plantaste,
si la tierra se llevó a tu padre,
si se olvidan la palabras de madre
no malgastes el aire,
nunca sabes cuando vas a enamorarte,
ni cuando fue la ultima vez, 

ni si aún lo olvidaste.

Si soy venenoso, es mal de amor.
Si quemo al acercarme, soy calor.
Si duelen las cicatrices,
soy recuerdo sin olvidar,
seré esa canción.
Si subo a tu rojo corazón,
llévame a la senda de la emoción.

Si no vas a venir, me iré.
Si lo vas a buscar, esperaré.
Si eres una nota,
no olvides acariciar mi oido

con un te quiero alguna vez,
exponencialmente alejaremos la rutina,
imperfectos si no llegamos a diez.

Si la música no fuese arte.
la vida no sería emocionarse.
Si mi susurro nocturno
lo oyesen en marte.
Si lo nuestro no lo sintiera
no alcanzaría a mirarte.
Sin aire,¿que somos sin aire?

Si somos lo que somos,
no seremos repetidos cromos
o mas y menos completemos
el album del juego que alguna vez 

seremos quien juzguemos,
y asi sin querer, perder, lo hacemos,
igual que morimos a la vez que crecemos.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Sólo sólo soledad

Sólo sólo soledad.
Sólo sólo sin piedad...
Sólo soy sin ti,
sólo castigo infernal.

Sólo sólo soledad,
sólo elemento universal.
Sólo viento, sólo fuego,
sólo agua y claridad.

Sólo sólo soledad,
sólo estrellas fugaces,
sólo destellos ingenuos,
sólo disfraces de vulgaridad.

Sólo sólo soledad,
condenado sin condenar
a vivir del silencio,
me robaron la libertad.

Sólo sólo soledad.
Sólo un paso entre penumbras,
sólo un reino de oscuridad,
sin reyes que derrocar.

Sólo sólo soledad,
sólo noches sin luna,
sin espuma y nácar,
sin piel sedosa que besar.

Sólo sólo soledad,
sólo sólo se hizo eterno,
sólo soy un sentimiento,
sólo pero tú no estás.

Sólo sólo soledad,
sólo en noches de verano,
sólo invierno por llegar,
solos somos soledad.

Sólo sólo soledad...
Sólo se queda mi alma
sólo caminé el camino,
y sólo tengo por andar.

Sólo sólo soledad...
Sólo sólo soledad,
sólo me quede dormido,
sólo por poder soñar.

martes, 26 de febrero de 2013

A veces...

A veces del cielo y a veces de ti,
a veces soy tiempo perdido en Abril.
A veces hay agua de lluvia sin ti,
a veces hay soles que quieren salir.

A veces voy solo y camino sin mi
y a veces hay lágrimas de dulce de anís.
A veces soy mar en calma y febril,
a veces mis letras solo quieren sentir.

A veces soy tuyo, y a veces de ti.
A veces hay veces que duele vivir,
a veces, las menos, elijo morir,
a veces prefiero enamorarme de ti.


A veces del tiempo y a veces sinfín.
A veces la ilusión se escapa de mi país,
igual que a veces amámos por la rutina gris,
y a veces decimos te quiero si vemos la muerte venir.

domingo, 17 de febrero de 2013

Miradas Vacias



Hoy llegó ese día
en que tus odiosas verdades
duelen poderosamente más
que tus sinceras mentiras.
Quisiste saber lo que es la vida
a la par que descubrí
lo que por ti sentía.

Ayer tú me quisiste querer,
pero no me creí con fuerzas
y deje pasar una oportunidad
que ahora muere ahogada en la orilla,
como mueren los inmigrantes
en busca de una nueva vida.
Hoy todo aquello es pasado
repleto de frágiles palabras de papel
que ahora resuenan en el tiempo
de mis entrañas baldías.

Tus miradas se quedaron vacías,
y yo me convertí en esa sombra
que cruza por delante de la ventana de noche
y vaga en la oscuridad perdida.
En la batalla de la indiferencia,
agité mi bandera blanca, me rindo,
proclamé la lucha concluida.
Ya no queda nada entre los dos,
mi verdad se disfrazó de suicida.

La realidad es la fusta que agita mis pasos,
mi presencia es incómoda,
como piedras en un zapato.
Tu ausencia es parte de mi condena,
y la distancia es un mal trago.
Lo peor de vivir es que te utilicen
y te traten como un trapo.

Desenvaine mi espada,
navegando entre las estrellas,
las estocadas mataron los recuerdos
que por dentro me quedan de ella.
No quiero que vengas conmigo,
no eres piel, ni corazón, ni alma
y mucho menos guiarás mi camino,
porque hoy vivo al lado de la desesperanza.

Me has hecho daño y lo sabes,
y aunque olvidar duele,
más me duele la inexistencia de vida
tras mi sincero suicidio,
tras mi trágica muerte.

Sacaré un billete de ida
y viajaré a galaxias lejanas
para escaparme, para olvidarte,
para dejar de respirarte.
Buscaré sin descanso
una escalera hacia el cielo
donde la palabra odio
se cambie por te quiero.

Culpable del hielo

Me siento culpable  de robar sueños inocentes. Culpable por robar sueños de inocencia infantil. Culpable del hielo que mantiene vivo los mie...