lunes, 21 de octubre de 2019

Tren sin destino

El tren llegó a su estación. Obvié la maleta del portaequipajes y me apee sin más. Cuando decidí salír de casa tenía en mente llevarme un puñado de recuerdos, para no olvidar de dónde vengo, pero a veces la realidad te sorprende. Tú mismo te sorprendes, y rompes con tu pasado. Arrancas del libro las hojas amargas y lo tiras por la ventana para dejarlo volar, libre, como un niño corriendo tras de sus sueños. Todo queda atrás, en el pasado. Es bastante más sencillo sumar decepciones que restarlas, son menos que las afecciones en el corazón que las condiciones en la razón, a menudo cometemos el error de amar con la cartera en lugar de vaciar el corazón. 

Me baje de aquel vagón, sin nada. Vacío por dentro y dispuesto a sumar por fuera. Viajo solo, con la brújula desorientada por la luz del faro que al fondo del espigón lucía. Mi norte, está por definir, mi sur se queda dónde dejé las experiencias crudas. Allí estabas tú. Una tras otra, llenaste de cantos las fosa para enterrar todo aquello que fuimos. Hubo un momento, que habría dado la vida por tí, pero ahora ya no me sorprende. Por eso, mi decisión más acertada fue saltar en marcha. Dos vidas dan para mucho. Tres muertes liberan nuestras sombras, ancladas en un recuerdo de cuando nos miramos de niños. Entonces el respeto tenía verdadero valor, y conocer de dónde bebían tus raíces valían tanto como el aire que había que respirar. 

Ahora solo quedan mis pasos. Todo un nuevo destino por descubrir, un lugar nuevo, donde podré volver a ser yo mismo mientras otros, intentarán seguir mintiéndose. Intentando levantar entre ellos muros de hostilidad, sin elevar anclas para iniciar una nueva marcha. He dejado atrás todo. Dispuesto a empezar de la mejor manera. A fin de cuentas, no recogí la maleta por no cargar con los recuerdos y todo lo que ellos conllevan. 

Decidí buscarme la vida lejos y llegar hasta aquí, dónde mirar atrás esté prohibido, dónde el rencor no se conoce porque la memoria no existe. Sólo existimos nosotros. Huecos. Vacíos por dentro. Dándonos porque si. La genuinidad de cada uno de los que aquí cohabitamos nos hace independientes, diferentes. El valor de la palabra vale más que el papel mojado de tus promesas. Ahora toca empezar.

El tren se marcha a lo lejos... Allá se van mis sueños, mis recuerdos, mis decepciones y mis miedos. Ahora empiezo de nuevo vivir. Repartíos mi alma, va hecha pedazos en la maleta de cartón. Me he comprado otra para llenarla con otro nuevo amor. Ahora solo queda mirar al frente y decirle adiós. Adiós mi vida, adiós mi adiós.

Limón, Tequila y Sal

Sal... 
Limón y Sal...
Y cierra la puerta cuando te vayas.
Sal y Limón, Tequila
para derramar sobre mis llagas.

Tequila, limón y sal.
Vete tranquila y sigue tu camino.
Yo me quedo en el Tequila
para olvidarte antes que el limón se seque
y se quede en ruinas el vaso que debía.

Limón y sal 
para curar las heridas.
Tequila para aliñar la vida.
Limón, Tequila y sal
Sal corriendo antes que te lo pida.

Sal y tequila,
la vergüenza se destripa.
Tequila y sal,
vuelve a bailar el monstruo,
¡qué ironía!

¡Ay, mira! Ven. Dame sal.
¡Ay, mira! Ten. Toma arte.
¡Ay, mira! Cien. Cien veces
te dije amarte con tequila en la sangre
y una pizca de limón para mezclarte.

Sal...
pero déjame el tequila para olvidarte.
Limón para amargarme
y al final lograste emborracharme.
Tequila, limón y sal si te quedas en mi vida, 
piensa después de soñar hay que peinarse.

Sal, Limón, Tequila.
y bébete a borbotones la brisa
de este amanecer de borrachera.
Tequila, sal y limón
y el corazón paga la cuenta de lo que debías 

Culpable del hielo

Me siento culpable  de robar sueños inocentes. Culpable por robar sueños de inocencia infantil. Culpable del hielo que mantiene vivo los mie...