viernes, 19 de junio de 2020

Encadenados al tiempo


Pasó el invierno.
Los árboles han comenzado a vestirse
y el sol cada día nos amenaza con empezar 
a colarse antes por nuestras ventanas,
amenaza con atentar contra nuestros cuerpos
mientras estos yacen desnudos sobre la cama.
¿Hasta cuando estaremos dormidos?
¿Hasta cuando seremos reos en esta jaula de grillos?

Malditos presagios.
Maldigo contagios.
Mal ilícito, celda y castigo.
Maléfica cancela que nos encierra,
confinado entre papel y tinta,
confitado entre dulces de besos y crema,
entre llantos y balbuceos,
parece que la cuarentena pasará
antes que se quede fria la cena.

A veces somos música,
otras veces canción,
y normalmente vuelo libre
sin salir de la habitación.
Plomizo anochecer,
parece que te cuesta decirnos adiós,
mientras que nos intentan coger
entre sueños recurrentes y libres
de otra fase REM.

Encadenados al tiempo.
Condenados a seguir
y olvidarnos de todo.
Nueva normalidad, dicen...
Mi vecindario aplaude 
desde sus ventanas inconscientes 
de qué está por venir.
Condenados a vivir,
si es que esto se llama vida.

Quiero vivir mi vida, libre.
Sin ataduras, quiero al feroz salvaje.
Quiero rasgarme de ganas
la calma entre las ramas.
Quiero ser dueño de mi
y elegir cama y ama, 
pero decidir, al fin y al cabo,
lo que me de la gana.

No quiero que piensen por ti,
ni por mí, ni por nosotros
ni quiero que seamos el hazmerreír.
No quiero que nos quedemos mudos.
Quiero un grito, una canción.
Quiero ruido de tu risa
se convierta en himno de libertad.
Quiero que tus ojos brillen de alegría,
y tú ilusión sea blanca bandera de paz
para agitarla libres sin miedo
al futuro de la calle,
el futuro que vendrá, 
el de verdad.

Culpable del hielo

Me siento culpable  de robar sueños inocentes. Culpable por robar sueños de inocencia infantil. Culpable del hielo que mantiene vivo los mie...