lunes, 10 de diciembre de 2012

Ahora que se acaba el mundo

            Ahora que el mundo se nos acaba, o eso al menos predijeron los Mayas, Nostradamus, y otros tantos visionarios más entre los cuales incluyo a mi vecino del segundo. Ahora que todos los periódicos dicen que los políticos siguen robando y que el paro no baja y que las noticias no hablan de nosotros mas allá de las tasas del paro, de la deuda pública y el rescate financiero, nosotros giramos la cabeza a otro lado y yo, por mi parte no voy a ser menos, meto la cabeza (la de arriba) en mis vivencias y las cosas que me quedan por hacer.

            Esto de vivir no ha estado mal. Lo he hecho placenteramente, no se puede decir que haya sido triste ni desdichado, algunos de ustedes eso sí pensaréis que he sido un poquito desgraciado (los que me leéis por herir mi ego no se si con la cara llena de babas de envidia). Eso si, no seáis peyorativos que me jode, que estos diez escasos días que nos quedan hay que tomárselos con sorna. Cuando veáis mi ataúd pasar por delante de vuestra puerta, en ese momento podréis esbozar una sonrisa o derramar alguna lágrima. Si lloráis que sea de tristeza, habréis perdido a uno de vuestros peores enemigos. Pero no porque haya sido terroríficamente malo con ustedes, sino porque he pasado de las afiladas críticas como de meterme una barra de acero ardiendo por cualquier zona erógena de nuestro pálido cuerpo.

            Creo que tampoco hubiese estado demás, haber sido un poco más arriesgado. Lo reconozco, me gusta la vida cómoda. Todo lo que sea disfrutar de un buen yantar, de mover el paladar, de beber y de cantar, y alguna cosa mas de la primera conjugacion verbal, me atrae. La vida ha estado llena de buenos momentos, y seguro que alguno de ellos lo he vivido contigo. Conversaciones alrededor del puchero de mi madre. Todos los que los habéis catado sabéis de que hablo. He conocido auténticas bestias feroces en esas mesas redondas, he descubierto amistades igual que algunas se atragantaron y las perdí. Ese puntito melodramático que tiene la vida cuando uno come. A veces corremos el riesgo de morir atragantados por el pelo de una gamba, pero no nos morimos cuando nos disponemos a destrozar un alma. Lo más probable es que sea la que está ausente en la mesa. Pobrecillo. La ausencia es la culpable de las críticas.

            Ahora que se acaba el mundo, reconozco que he tenido experiencias un tanto extrañas. He sido conservador, pero un poco canalla o macarra, eso si, siempre desde mi punto de vista. Mi madre siempre me ha calificado como "una mosquita muerta". Ahí madre, creo que se ha confundido siempre, para empezar en mi documento de identidad, el fabuloso estado español me ha denominado como varón pero no por mis atributos, dones y mis dotes sino por esta glándula que me han dejado como herencia genética entre las piernas y que seguramente sea mas grande que la otra herencia que me van a dejar ustedes, porque a este paso que llevamos voy a tener que pagar la letra que aún deben del televisor en blanco y negro que se compraron cuando iban a casarse. Maldita ciencia, podías avanzar y darme un buen pene para metérselo por el culo a todos aquellos que en este tiempo me lo han dado a mi, empezando por aquel que me quitaba el bocadillo en el recreo, a los profesores que me fueron suspendiendo a medida que los cursos pasaban, y ahora trasponiéndolo a los maravillosos gobernantes que tenemos en esta península y como olvidarme de ese jefe cabrón que se empeña en amargarme el día a día, a veces el fin de semana también y por supuesto acordarme de alguna que otra señorita de compañía que he conocido. Gracias por no cobrarme los servicios, y por hacerme creer en el eslogan de El Corte Inglés, si no está satisfecho le devolvemos su dinero. Es lo mínimo después de comprobar su multiorgámisca personalidad.

            Vuelvo a las deudas porque eso posiblemente sea lo mejor que me vaya a quedar pero cuando se mueran, si es que al final todos estos profetas de lo absurdo se confunden, que no tengo yo tan claro que acierten. En este tiempo, he vivido la mitad de la transición española sin ser consciente de ello, una crisis económica y otra de personalidad, ambas marcaron mi infancia y de todas salimos a flote, de mejor o peor manera pero siempre remando contracorriente y siendo mas contras que corrientes, éramos la sociedad de los salmones. Más tarde si; he visto que dentro de este país crecía otro germen, el del consumismo, pero no por gastar más de lo que tenemos, que eso también sino porque ahora se han empeñado que con su mismo sueldo intente pagar todo lo que se van inventando unos señores de corbata y que van a trabajar bajo la carpa del circo del Congreso de los Diputados, en la puerta les esperan dos leones que tienen los huevos mas grandes que todos los que dentro, en teoría, discuten por mejorar el país, pero cabrones, ¿no os dais cuenta de la que estáis liando? Conozco presidentes de comunidades de vecinos, infinitamente más capacitados que ustedes. Ellos al menos únicamente se dignan a robarme la sal cuando vienen a pedírmela a casa, pero ustedes, me están quitando la vida a base de subir el IVA y el IRPF, a base de meter la mano en los cajones donde se caen los billetes grandes. Digo yo que se podrían subir la corbata hasta que la cabeza se les ponga del mismo color que esas mantas de quinientos que se llevan en fajos de diez en diez.

            Ahora que se acaba el mundo es de bien nacido ser agradecido y por ello he de reconocer que he hecho poco y mal el amor, que siempre he sido más de follar, que me he complacido mas veces a mi mismo de las que me han complacido a mi y que me hubiese gustado conocer a diez o doce mujeres más de las que en mi cama han dormido o yacido porque ni yo he sido buen amante, ni ellas supieron sacarme todo el partido que me hubiesen podido sacar sino me hubiesen permitido quedarme dormido. Seguramente ellas piensen lo mismo, soy un cabrón, lo sé, aunque no os diré lo siento porque vosotras os dejasteis la basura en casa cuando os ibais. Como podéis ver soy más de pequeños detalles que de grandes pechos, aunque hay ciertas cosas que están muy bien. Quizá me hayan faltado un par de sueños por cumplir pero bueno, seguramente he realizado más de los que muchos de vosotros podéis imaginar, y mi imaginación va más rápido, os lo garantizo.

            Es momento también para confesar mis infidelidades. Las vuestras y las mías. No sé si habrán sido más las de un lado que las de otro pero a mi me pone frenéticamente cachondo saber que lo estoy haciendo mal, desear a la mujer de mi mejor amigo, y parar el ascensor cuando subo con mi vecina a casa, para abatirla con una de mis armas. Las vuestras probablemente hayan sido incómodas despedidas en el asiento de atrás de un coche, o bajo la lluvia en mitad de la noche. Sois tan típicas que ardo en deseos en enseñaros a dar una buena cornada, a veces de dos trayectorias y a escasos seis centímetros de un orificio al otro. En fin que ahora que este planeta finaliza su ciclo, este será otro de mis deseos por cumplir.

            Ahora que el mundo se acaba, me caeré de la cama porque siempre he soñado mas dormido que despierto. El parte de lesiones será parecido, aunque poco importa ya lo que nos pase. Poco importan los que pasan hambre, los que duermen en los portales. Poco importa, la educación o el respeto. O la sanidad y los enfermos. Poco importa porque para ellos, pase lo que pase, nos dan por muertos, aunque algunos pocos nos empeñaremos en seguir viviendo. Me cago en Nostradamus y en los Mayas, y en los payasos del Congreso. Me cago en los que aún seguís durmiendo cuando el país nos lo están robando y el mundo se está muriendo, al menos espero que os estéis poniendo los cuernos.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

Titánicos

Todo se hundirá como el Titanic, todo quedará en el fondo del mar, sumergido dentro de un gélido recuerdo tras chocar con miles de icebergs en forma de realidad. Ya nada ni nadie puede salvarnos, ya nada es tan cálido como lo fueron besos que nos dimos. No quedará ni un reducto de lo que fuimos, no quedará nada, sólo hielo y agua por los cuatro costados.

En el trayecto de la superficie al fondo intentaremos agarrarnos a cada valioso momento que se hunde con nosotros. Intentaremos que sea lo menos doloroso posible, pero el poco oxigeno de nuestros pulmones hace que nuestro cerebro cada vez trabaje más lento. No somos nada, solo un cuerpo, un misero cuerpo que cae sin intención de volver a subir. Ya nadie puede salvarnos. El arrepiento ahora no sirve de nada.

Nuestro cuerpo golpea lento contra el suelo, nuestros ojos echan un vistazo por última vez a lo que nos rodea. Apenas un atisbo de claridad, solamente el cristalino de otros ojos, otras gentes, otros iguales. Paradójicamente, a escasos metros de donde descansa nuestra espalda, las llamas esperan llenas de la vida que nos falta y que ansía recibirnos. Otros mundos, otras historias, otros espectros, pocas glorias.

El infierno, es el lugar que nos espera después del frío, del suspiro y del hielo. Con su dueño, con su empeño en poner chispa a una nueva vida. Con su ironía y su mentira. Allí nos empadronaremos eternamente, allí viviremos. Ese que llamamos Dios se cansó de salvar nuestro pellejo. Ya nadie vendrá a salvarnos, ya no tenemos remedio, no conoceremos la palabra consuelo.

Paisajes oscuros marinos se adueñan del cuerpo, infiernos en llamas se visten cielo, y ni tú ni yo nos quisimos, ni nos querremos; ni tú ni yo venceremos. Seremos herederos del silencio y breves prisioneros de lo frágil del tiempo. Seremos el fracaso de El Creador, seremos puñeteros hasta decir basta por no ser sinceros, y el agua sera quien nos desnude de cada uno de nuestros vestidos falsa moral, el agua nos disfrazará de misero esqueleto, y ahí al fondo, por fin descansaremos.

Nadie se acordará de nosotros. Nadie ni nuestros enemigos ni los acreedores que yacerán en el mismo infierno. Seremos parte del hundimiento del Titanic, seremos quien hundió el cielo, seremos acero, seremos indestructibles pero nos mató la fragilidad del agua en forma de sentimiento y hielo.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Marlene

De vacíos jarrones,
flores de colores y luces,
a polvos en camas flotantes.
De bendiciones innecesarias,
mochila de incoherencias
y vinilos de canciones raras.

De falso cinismo liberal
a ideas brillantes y mediocres.
De amarillos cerezas,
entre sueños de Heidi dormir
y ser inconscientemente feliz.

De otros creerse extraterrestres
con dos cabezas volátiles pensar,
una la que aguanta los hombros
otra vive anclada en gritos
y en su falsa realidad.

De estrellas sin brillo,
de gloss y carmín,
de mortal, arsenal y postín.
De reinas de las noches,
de taconazo y Drag-Queen.

De Madrid a Barcelona,
semáforos en rojo y alta velocidad.
De Barcelona a París,
gaviotas olvidadas emigran sin ti.
De vuelta a Malasaña,
experimentar de geisha
en un antro llamado Pekín.

De aliento a café y petas,
y siluetas de humo de tabaco,
a whisky, cristal y anfetas.
Billete de droga blanda,
para flotar, o explotar,
o viajar cerca y llorar.

De imágenes aturdidas,
a niño cisne en obra teatral.
De adolescente plebiscito,
abusan recuerdos cargados
de contenido sexual.

De márgenes negativos.
De menos por menos es más,
a ¿Dónde están tus amigos
si es que llegaron a estar?
De Celestina sin nadie que amar.

De neones a leds,
de "por mis cojones"
a indomable Marlene.
De inocente timidez
a papelina, a Le Femme.

De chica Almodovar
a vivir a cuenta de otro
varias noches de espera.
De piernas abiertas
hasta que se acabe la dignidad
que sirvieron de cena.

De nadar en el hielo de un glaciar
a "otra copa que se vuelve a aguar".
De vírgen maestra en artes de cama,
a traviesa gata de peep-show,
gimnastas de barra vertical o ama.

De sumiso carnal,
a puta de bajos fondos
en el mugriento baño
del peor garito del Bronx
de una olvidada ciudad.

De paisajes escondidos
a paraíso vulgar e infernal.
Las canciones de amor de entonces
lloran por otro gramo más.
La vida que acaba pronto,
sin llegar a la fecha de caducidad.

De Marlene vuelta a Javier.
De irreverente personalidad son
los ultimos deseos a conceder.
Epitafio en plata sobre mármol,
mensaje escrito al revés.

Espejo y líneas blancas paralelas.
Viaje eterno a los miedos
vestido de noble nogal.
Estrella en el Salón de la Fama,
en el suelo de la Cañada Real.

miércoles, 7 de noviembre de 2012

Hoy te eché de menos, amigo.



Hoy te eché de menos, amigo. Hoy necesité de ti y no te encontré, bien porque no busqué lo suficiente, o bien porque te escondiste bajo la cama de mi olvido. Hoy necesité de ti, pero ya no estabas. Te habría contado tantas historias, que todas las cervezas que nos hemos tomado juntos a lo largo de esta vida, habrían sido pocas porque hoy me pasaron muchas cosas; porque hoy necesité de ti y no estabas. Prometimos con sangre que seriamos hermanos siempre, pero hemos incumplido la premisa y ahora tu sangre me quema en la cicatriz que dejaste a la altura de mis muñecas. Hoy te eché de menos, pero no estabas. Hoy te eché de menos mientras que descubrí en el suelo que tu sombra seguía cerca y tu ausencia era algo más que sentir tu brazo por encima de mi hombro.

Ya no recuerdo si te fuiste o, por el contrario, me fui yo. Ya no recuerdo ni tan si quiera si lloré. Sólo recuerdo que hoy me ahogué en el mar de las lágrimas que desembocaron en mi boca, y tú no viniste a darme aire, a sacarme del río de pena tóxica en el que me estoy bañando. Ya no alcanzó a divisar en la vaga memoria la última fotografía que el destino me disparó a tu lado. Seguro que entonces sonreíamos juntos, seguro que entonces el dolor del otro era el dolor de uno. Hoy te eché de menos, y un poeta escribió que la distancia no es cuan lejos estemos, la distancia es más cuando el silencio se hace dueño de nuestros misterios, la distancia es si no nos vemos.

Otra vez más que necesité de ti, amigo; otra vez más que me sentí solo rodeado de multitudes que me gritan, feroces, salvajes, indomables e incalculables. Otra ocasión más para enmendar los errores. Otra vez que me acosté vacío a mi lado izquierdo, tras actuar en el teatro de los horrores de los que se escudan en los lamentos de otros. Quizás matar no sea suficiente si hay que salvar la cara de uno mismo para después sin escrúpulos bañarse en el odio derramado de los corazones rotos. Otra vez más, otra vez menos, otra vez que eres angustia por dentro porque hoy te eché de menos, e inconsolablemente lloré. Innegociablemente viajé a orillas de la oscuridad tenue y lúgubre, y allí solitario, me senté. Vagabundos flotaron mis pensamientos alrededor de mi cabeza, pidieron la escasa limosna a mi alegría, y repentinamente mi respiración se quedaba sin aliento, sin ganas, con penas que ardían en llamas junto con un puñado de mis misterios sin resolver, Vomité las barbaridades que se clavaban en los nervios que duermen en mi estomago.
 
Hoy ya no es ayer, y volví a necesitar de ti, amigo. Hoy sentí que el mañana no va a volver cuando mañana sea ayer, Cuando todo pasé, vendrás, cuando el dolor haya cicatrizado, y mi alma descubra que no estuviste cuando debiste estar. Para entonces, es posible que yo no sea quien debo ser. El ayer caerá en el olvido, y el futuro será, para mí, volver a sentir vacío el hueco en que ayer hubo, sangre, vísceras y un corazón latiendo al ritmo de la felicidad. Hoy ya no es ayer, pero la pena me llena el estomago y me quita las ganas de comer porque ya no formas parte de este minuto que ha pasado desde la última vez que te eché de menos.

¿Cuántas veces me pregunté que sería de ti, amigo? ¿Cuántas veces deseé volver a recorrer contigo el camino de la vida? ¿Cuántas veces maldeciré nuestra mala suerte? ¿Cuántas veces bendecí tu fortuna, en otro tiempo mía? ¿Cuántas veces, cuantas? ¡Cuántas! Hoy te eché de menos, y tú por desgracia para mi espalda, no estuviste ahí para elevar mi mochila, mientras subía los peldaños de esta longeva y eterna escalera. ¿Dónde estarás? ¿Por qué camino de piedras vagabas? Todo era más fácil cuando los dos tirábamos de las riendas de las decisiones establecidas por la sociedad. Mientras repartíamos el peso, sonreíamos, bromeábamos. El sol nos daba en la cara y sentíamos como sentíamos porque una mirada nos valía para saber lo que pensábamos.

Te imagino ahondando en otros lares, descubriendo nuevos caracteres. Te imagino sonriendo en brazos de mujeres que también me enamoran a mi, te imagino rodeado de éxito. Te imagino guardando en cajas cada uno de los libros de cuentos que escribimos juntos, clasificándolos por años, por géneros literarios, por artes, por dramas, por ensayos. Recuerdo del noventa y seis, reza la etiqueta de la última caja que soñé que colocabas en las estanterías del trastero de los momentos vividos. Te imagino recordando, te imagino imaginando donde estará el tiempo, y porque ya no estamos y nos empeñamos en pensar que no se ha acabado cuando la realidad es nos sentimos como dos extraños.

La pena y el desconsuelo, son hoy mis dos compañeros de piso. La soledad y la tristeza se convirtieron en amantes huidizas en mi cama. Las lágrimas fueron grafitis en la explanada del tiempo y mientras, yo clamo al cielo la clemencia que merece un injusto condenado a muerte. El drama se cebó conmigo, y yo no hago más que echarte de menos amigo. El rojo pasión se convirtió en fuego y arrasó vidas nonatas. Juveniles sueños se diluyeron en el café amargo y mi voluntad parió miedo. Bebí del pequeño frasco de veneno del odio.

Quizás te expulsé yo, amigo. Quizás te abrí la puerta para que la cerrases por fuera, y ahora fruto del arrepentimiento, te añoré como a quien se le antoja un último beso de despedida y es negado porque todo tiene un final igual que tiene un punto de partida. Aun así te echo de menos mi hermano, mi amigo. Ven a buscarme cuando te canses de tu camino, porque aún no comencé a andar el mio. Te echo de menos, tanto que cuando vuelvas, o cuando te encuentre, lo más probable es que seamos dos desconocidos, y entonces tendremos que volver al punto de partida. Cincos dobles y saldremos a la casilla de salida. Tomaremos la barra de un bar, y nos sentaremos en las altas banquetas verdes, y allí diseccionaremos momentos y vidas. Beberemos tanto que el ácido de nuestras lágrimas quemará nuestras mejillas. Las dejaremos correr hasta el corazón, para que la cicatriz quedé cerca de donde reside el sentimiento y sepamos mirando hacía arriba cual es el camino hasta la razón. Lo que si sé seguro, es que por nada en este mundo, ni tú ni yo, nos guardamos rencor.

Hoy te eché de menos amigo.
Hoy te eché de menos,
aunque espero que vuelvas 
a mi lado, a sentarte conmigo,
porque ayer te eché de más,
y hoy me ahogó
a manos llenas el olvido.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Suele ocurrir

 
                Suele ocurrir que caemos en el olvido antes que en el recuerdo, entonces los guarismos no cuadran y las adicciones se convierten en sustracciones de sangre para regalárselas a tus enemigos antes de que varios ángeles negros vengan a buscarlos con las alas gastadas de tanto agitar, con la mirada nublada del absurdo humo que se escapa del vacío infernal, con las deudas escritas en un papel que la conciencia aún conserva bajo aquella botella de vino que nos hizo olvidar cualquier problema que viene a sentarse en la mesa con nosotros para intentar indigestarnos.

                La ventaja de caer en el silencio y en la oscuridad de los que un día te quisieron, es que la vida te regala una nueva oportunidad para volver a reinventarte. La ventaja de la penumbra es que te puedes reír de todo cuanto quieras que ni siquiera tus amigos verán tu irónica sonrisa al pasar. La ventaja del silencio es que oirás a quien venga a hacerte daño por muy sigiloso que sea su caminar. La ventaja del olvido es que no trascenderá sobre el resto de los mortales, el asesinato de sus recuerdos contigo porque no supones nada para ellos.

                Suele ocurrir que a orillas del corazón, entre los ríos de lágrimas, crecen las semillas de la frustración, dando fruto a las inmensas llanuras de las cosechas de odio que se recogen en las jornadas de ocho horas. El resultado es que hay más hectáreas que segar que frutas prohibidas que recolectar. Pobre bagaje, pobre estomago que alimentar. El mundo sufre una ola de hambruna y todo es debido a las envidias, todo se debe a las veces que nos hemos mirado a la cara, carentes de cualquier ápice de sinceridad, carentes de fidelidad.

                Sucede a veces, que cuando te das cuenta de que empiezas a sentir, los sentidos te abandonan, y tú, te marchas tras ellos. Te marchas y emigras hacia el exilio del alma, hacía ese alejado país vallado en la frontera y vigilado por ejércitos invencibles de soledad. Donde cualquier dictador es bien recibido siempre que el miedo sea su carta de presentación, siempre que temamos pronunciar en nuestros labios un te quiero incontrolado. Siempre que tengamos miedo a que nuestro corazón sea desahuciado tras ser terriblemente hipotecado.

Suele ocurrir que cuanto más sincero eres contigo mismo, más sordo se queda el mundo, más mudo parece uno. Suele ocurrir que el pasado pesa más que el presente, y que por eso el presente escribe en letras grandes y oxidadas el futuro que vendrá. Ocurre cuando decimos te quiero, que el silencio nos conteste con cara de incredulidad. Aunque hoy en día, cuando confiamos haberlo visto todo, el guión a manos de cualquier ser humano se altera con una extraña facilidad; como quien traza líneas sin ordenar sobre un lienzo en blanco, con la única intención de manchar.

Ocurre a menudo que somos humanos y que estamos obligados a confundir la fantasía de la realidad, sin más ánimo que tener una ilusión que nos empuje a caminar. Somos un pedazo de risa, somos un trozo de vida, pero si no prendemos una cerilla no somos mas que un pedazo de papel liviano en medio de una tormenta, arrastrado por el huracán de la infelicidad. Pasemos los lunes al sol, que mañana martes Dios dirá. Seamos sinceros, seamos limosna de domingo en aras de volver a empezar sin tener mirar hacia detrás.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Toca perder

Cierra la puerta cuando te vayas.
No olvides apagar la luz.
Déjame escondido en la penumbra,
porque no quiero que me roben de nuevo,
lo que hoy te has llevado tú.

Soy un puzzle sin acabar,
ese dibujo pegado del corazón
que no nos deja escuchar
lo que hay tras las paredes del alma,
con su incesante tic-tac
y que se instala en mis oídos
para que nunca te pueda olvidar.

El tiempo pasa y vuela raso
lo que pudo ser y no fue,
y quizás no llegue a ser jamás
porque de no ser por ti,
mis besos no serán secuestrados
ni por el mas sugerente lunar.

Siempre hubo insurgentes misterios
que por unas o por otras
se quedaron sin resolver,
igual que siempre sale cruz,
y en mis manos los estigmas
me indican que hoy también,
toca de nuevo perder,
toca de nuevo volver.

Ya no sé si es de noche o es de día,
ya no sé si te fuiste,
o si aún sigues siendo mía,
lo que se es que por dentro tengo frío
y me cubre un abrigo de piel de cobardía.

A veces siento calor,
y para desprenderme de él,
llueven lágrimas del mes de Octubre,
igual que llega ácida a nuestra piel
la gota fría que nos derrite como la miel.

Siento que jamás volveré a querer
como alguna vez hice en la vida,
como tú me amaste alguna vez,
como el día gris aquel
que se me olvido leer tu carta
cuando escribiste que me querías.

martes, 16 de octubre de 2012

Sueños

Que el reloj deje de marcar las horas,
que las flores olvidadas presidan el jarrón,
que el agua se enturbie en el vaso,
que nadie te abroche el pantalón.

Que las palabras sean del mundo,
que el privilegio sea la igualdad,
que los corazones con que me enfundo
latan conmigo al compás.

Que suenen campanas de boda,
que canten lamentos en un funeral,
que las palabras se ahoguen en llanto
sin distinguir tristeza o felicidad.

Que la izquierda se ponga del derecho,
que el derecho sea una obligación,
que el diestro aprenda a sufrir en el ruedo
lo que el zurdo vive al salir el Sol.

Que digan que soy alegre,
que a veces lloro sin razón,
que las mentiras son menos mentiras
si el que las dice soy yo.

Que haya amaneceres con Luna,
que la noche ilumine a Soledad,
que los pies se despeguen de las sombras
y a ritmo bailemos un vals.

Que la tierra se trague tus pasos,
que las palomas del cielo dejen de volar,
que el egoísmo deje de hipnotizar
y caigamos en brazos de la libertad.

jueves, 4 de octubre de 2012

Ven y llévame.

Ven a buscarme a casa,
coge mi mano y llévame.
Llévame...
Hace tiempo que perdí
la batalla de la vida
y se que contigo a mi lado
la puedo reconquistar.

Convierte mis días
en jardines de rosas blancas.
Despójame de miedos y silencios,
vísteme de besos
de los que se dan sin pensar,
regálame caricias en la espalda
antes de que llegue a despertar,
mírame sincera
y llévame lejos una vez mas.

Regálame amaneceres de azahar,
lunas de plata y mares en calma
donde la tempestad seamos tú y yo,
cuando nos besemos sin avisar.
El mar se ruborizará por nuestro descaro,
pero tú, llévame...
Donde quieras, donde puedas,
solo ven y llévame.

Amarra mi mano a la tuya,
y enséñame a volar.
Soy aire que flota, soy alma,
soy una minúscula eternidad,
soy la cometa que vuela en el cielo,
y tengo la certeza de que no puedo escapar.
Eres mi guía, mi destino,
eres mi brújula particular
Eres el Sol cada mañana,
y al llegar la noche
me arropas sin preguntar,
eres tú y sólo tú,
eres tú o nadie más.

Tequila

Beban tequila si les duele el corazón.
Hagánlo en compañía de un viejo amigo
y lloren si tienen que llorar.
El alcohol curará sus penas durante un rato
al menos durante ese tiempo
se reirán de los demás
y de sus malditas miserias.

Brinden con ganas,
con fuerza y con la rabia.
Relamanse los labios con fuerza
tras sorber el pedazo de limón,
amargo como la vida misma,
y beban... Beban tequila,
porque el tequila desinfecta
las heridas del alma.

El alcohol hará el resto,
recorrerá sus cuerpos, los estremecerán
de la misma manera que lo hacen
los latidos a destiempo del corazón,
pero beban, no tengan miedo.
Beban porque beber,
es al menos diez minutos de alivio,
unas horas de consuelo.

Abran otra botella mas y sonrían,
pero no olviden que al acabar,
habrá pasado tiempo, si,
pero aun queda una parte de nosotros
que tendremos que solucionar
Después cuando nos duela la cabeza,
vuelvan a reírse con la resaca,
y piensen en ese pequeño instante de felicidad.

miércoles, 3 de octubre de 2012

Superhombre

... y abrí mi armario, y de la percha mas arrinconada colgaba mi capa roja y mi pantalón de látex azul. Los miré con nostalgia y me acordé de todos aquellos días en que esperaba a que la vida deparase dramas y problemas a un mundo que a veces gira al contrario de lo que debiese. Me acordé de todas aquellas veces en que me jugué el pellejo porque la justicia saliese a flote, y hoy, desde mi realidad en blanco y negro, desde este tiempo y esta distancia, me arrepiento, porque he dejado de creer en la esencia del ser humano. Cada día estoy más convencido de que estamos mas lejos de la idea de Dios en el momento de concebirnos; seguro que en sus planes no entraba nada de esto de lo que está ocurriendo con la Tierra. Tengo la plena certeza de que nunca quiso que la envidia se vistiera con el traje y la corbata de los gobernantes, ni que el odio cogiese un fusil para encañonar directamente al entrecejo del amor. Estoy convencido de que Dios jamás pensó en que el dinero fuese un idioma común. Al menos tengo el consuelo de que Él lo esté viendo desde el palco de honor del cielo. Seguro que por momentos se le pasa por la cabeza la idea de lanzarnos una cuerda y tratarnos como marionetas hasta que sus hilos se trencen entre si y todo el desorden que hemos creado quede a cero. En otras ocasiones, se reirá de su Creación, somos una caricatura, de su obra de arte.

Tiré de la percha, y extendí mi disfraz de superheroe sobre la cama. Agarré por la solapa el pecho de la camiseta y acaricié con añoranza su S bordada al pecho. Sus hilos dorados se habían oscurecido y el rojo había perdido intensidad. Afuera llueve nostalgia, añoranza y desesperanza; estoy convencido de que permanecerá lloviendo mucho tiempo, y el problema es que cuando el paraguas se cala, ya no hay nada que remedie el mojarnos, y ya estamos cerca de que eso ocurra. Tenemos mil anécdotas de las que arrepentirnos, tenemos doscientas costumbres desacostumbradas, y millones de almas al borde del abismo esperando a ser salvadas, esperando un truco de magia, o el golpe de un hada madrina con su varita para que todo cambie de golpe. El caso es que no hay victoria sin esfuerzo, y la vida se está poniendo demasiado cuesta arriba, tanto que ni tan siquiera los más fuertes saben el tiempo que aguantarán sin coger oxígeno. También es posible que hayamos mirado tanto al suelo; que nos hayan obligado tantas veces a observar la dureza de las piedras que ahora al levantar la cabeza, nuestra mirada se deslumbra al contemplar el cielo las pocas veces que el Sol, últimamente, gana la batalla a las nubes y consigue colarse por la rendija para regalarnos una efímera sonrisa.

Llevo años sin probarme mi atuendo y todo es porque hace mucho que perdí la ilusión por cambiar el mundo, perdí la fé al descubrir la desidia del ser humano, al encontrarme sin un enemigo, ya que el enemigo somos nosotros mismo. Nos creímos superheroes sin tener un solo poder, cuando lo único que sale de nuestras manos y de nuestras cabezas es miedo. La oscuridad sigue acechandonos más y más y es posible que nos quedemos ciegos de tanto apretar los ojos y llorar. He tendido tantas manos, como me han pedido, he levantado a tanta gente del suelo, que finalmente caímos todos, y en esas estamos en levantarnos. Pero cada uno a nuestra manera, en lugar de enfrentarnos todos a un bien común. Nunca hemos hecho nada juntos, siempre hemos querido ser protagonistas individuales de nuestras pequeñas batallas en lugar de ser el ejercito del amor y del compañerismo, nunca hemos luchado con las armas de los sentimientos, nunca hemos hecho nada por los demás. Sentir a esta sociedad sin nervio es la criptonita que me debilita, que me contagia vuestras actitudes y que me aleja de todo lo que un día fui. Yo no puedo seguir peleando más. Prefiero ser uno más como tú y vivir sin miedo a morir en el fragor de la batalla, por alguien a quién ni siquiera importa. He perdido mis superpoderes, los dejé en la tienda de los chinos de la esquina y cuando volví a por ellos, alguien se los había llevado. Para que querrán mis poderes si cada uno somos lo que somos y nos relacionamos con nuestros semejantes. Esos que se los llevaron no conocen la bondad, desconocen el sentido del amor y de la verdadera amistad.

Cuando los recuperé, me iré. Volveré por donde vine. Sacaré del armario todo aquello que sobra, que se apolilla y volveré a casa con lo justo. Seguro que mi padre, que conoce otros muchos superhombres, los llama y nos volvemos todos juntos. Algún día retornaremos porque esté mundo tiene algo apasionante, pero a la vez se esta sumiendo en la redes frustrantes de la esclavitud, unas veces porque nos dejamos y otras porque "el que no pinta aquí, ná eres tú". Un último consejo antes de volver a tomar mi anónima identidad. Ama mas de lo que puedas amar, y vive como si cada segundo fuese el ultimo que quede por pasar. Vuelvo a recoger la percha. Abro mi armario y corro con fuerza todas las perchas y hago hueco. Lo dejaré cerca, porque sé que pronto todo esto cambiará. Confío en que os deis cuenta que pasará lo que tenga que pasar, pero sino pones remedio pasará para mal.

sábado, 29 de septiembre de 2012

Disparar al corazón

Como crujen las maderas de mi ventana cuando furiosa golpeas toda tu ira y tu vuelta, que vuela como un trozo de papel que se queda olvidado en el suelo y juega a bailar abrazado al viento.  

Hemos sido tantas veces otros, como otros fueron ayer, y mentimos porque ellos también se han disfrazado de mentira. Pero hoy; hoy me disfracé de sonrisa y sinceridad, con mis zapatos de payaso y mis parches en el pantalón. Las pinturas de mi cara las trajo la vergüenza de pronunciar te quiero al oído, bajito y solo para ti, pero a los ojos de todo el mundo, amor. Quizás podamos apagar el fuego, y retener el agua, pero es imposible detener un sentimiento, y más si la barquita del amor navega en sus aguas.

Entre sus velas blancas de papel, un pincel travieso se inspiró en tu piel, y te dibujó para que el viento bese tus mejillas al empujarme a navegar, donde duermen los eternos, donde viajan las palabras que escupe el silencio, y quizás así encuentre remando entre las palmeras de una isla desierta el cofre del mayor tesoro de la humanidad, el tesoro de los besos que no se dan.

Ahora suenan mis pisadas al andar. La humedad se ha pegado al suelo con tanta intensidad como te abrazaré cuando vuelva a verte. Y así entre gotas de frío, nuestros dientes que antes castañeaban tendrán que enfrentarse al calor de los labios que amainan el temporal de la mañana al despertar. Tras ese beso que pone todo del revés ya nada será igual, porque tu veneno ahora ahoga mis lágrimas, y los pájaros se quedaron en el suelo con el resto de los animales para pasear. Los árboles serán presididos por los frutos rojos del alma dispuesta a amar. Agítala cuando esté madura, hazme caer, para tenderme la mano y levantarme; ahora bien te digo no me toques, no molestes si lo único que quieres es recolectar.

Quizá mañana, el frío cale mis huesos, y las lágrimas por vender el alma para amar borraran la sonrisa magenta pintada por el carmín de esos labios que se tatuaron en el lugar de mi cuerpo que solo yo se encontrar. Quizá mañana dejemos de sumar uno mas uno para ser dos por uno, dispuestos a ser cualquier resultado tras el igual. Si positivo o negativo, que más da. Lo único importante es hacer lo que hay que hacer porque el corazón manda y su salud es capital.  Perdóname, si tras mostrarte mis principios, te robé la libertad. Y lo siento si te mostré mis principios, cuando más cerca se encuentra el final. Me desplomo en el suelo, y fallezco harto de vivir esta locura inaguantable que se llama amar.

Que me entierren entre bosques de letras, que las flores que me llevéis tengan vuestro perfume, porque vosotros y este mundo tal como es, sois mi única verdad. Amaos con el corazón y dejar de un lado la razón si lo que buscáis es la felicidad...

Adiós el viento me arrastra, mi barquita vuelve a zarpar mar adentro, el viento sopla tu vela y mi alma henchida mira atrás. Nostalgias. Recuerdos poco antes de saber cual es la verdad. Luces blancas. Cuerpos ligeros. Luces blancas. Luces... No hay nada ni queda nadie más.

Nos quedamos solos con el aire, el aroma a rosas y la maldita y ansiada libertad. El imperio es vuestro. No dudéis si hay que luchar, disparar al corazón, pero con balas cargadas de vida para amar.

El juego de la vida


Mi si, mi no; mis dudas y las tuyas, los miedos y los fracasos, la cobardía y la inconsciencia, mi dolor y tu clemencia conviven todas juntas en el piso franco de nuestras reminiscencias. 

Me empeciné en que debía ser así cuando los antónimos de tus ideales se encargaron de gobernar este país de locos que separa tu vida y la mía, a veces almas insulares. Aunque soy más bien una península rodeada de agua por tres partes, menos por la cabeza que sigue ligada al verbo amar.

Te resbalas; te tiendo la mano y te levantas sola. Tú lloras y yo te ofrezco mi pañuelo, pero prefieres tu manga; caminas cabizbaja y yo paso mi hombro por tu espalda con intención de erguirte para que el universo contemple la obra de arte que Dios y tu madre hicieron con tu rostro aunque te empeñas en taparlo con tu bufanda alegando que el mundo es demasiado frío y la piel se irrita por la deshidratada velocidad con que vivimos.

Somos mortales, somos fugaces, pero ni por unas ni por otras conseguimos brillar.  Somos algo más que un soplo de viento viejo o una humana idea llamada libertad. Somos sentimientos libres y aires imposibles de alcanzar.

Mis principios, tus finales; mis calores, tus vestidos invernales, mis deseos contigo son propios de las almas infernales. Mis sueños, tus pesadillas, son las mismas aunque al final sea yo quien chilla. Las sonrisas apenas se dibujan, y si lo hacen son sigilosas y pasan en silencio, de puntillas. Entonces me rindo, me doy de bruces e hinco mis maltrechas rodillas, y los nervios me clavan con fiereza el látigo de la desdicha en mis costillas.

Fuego y agua, llama y arroyo, incendio el alma mientras me ahogo en silencio, en las profundidades del mar que se estanca, en la eternidad en calma. El ardor era intenso, y mi estómago está maltrecho del irremediable dolor que alimentaron tus píldoras de sentimientos, las pastillas del infierno.

Entonces camino largo e intenso, buscando alejarme de todos y de ti, buscando un hueco por el que escaparme, una salida y cuando la encuentro me devuelve a la casilla de partida. Mis dados, salen dobles y comienza de nuevo el juego de la vida.

Queda un día menos y la tristeza será conquistada por fin por un pellizco de alegría. Seré optimista, algún día serás feliz, algún día cuando todo acabe serás la belleza divina que al amanecer nos ilumina. Y yo quedaré ciego mientras viva, porque al fin de la jornada, serás mía.

Culpable del hielo

Me siento culpable  de robar sueños inocentes. Culpable por robar sueños de inocencia infantil. Culpable del hielo que mantiene vivo los mie...