viernes, 15 de noviembre de 2013

Desperté

Desperté, y ahí estabas tú. Aún seguías a mi lado. Esta vez mis letras se hicieron físicas y dejaron a un lado la lírica y la rítmica de los versos escritos entre la añoranza y la soledad, entre las salinas de las lágrimas y los halcones que daban vueltas sobre mi cabeza, carroñeros, esperando a comerse algo más que mi putrefacto corazón. Esperaban ver, de nuevo, un cadáver descompuesto en la azotea y se encontraron con que allí había amor, del de verdad, del que late en rojo y retumba en el alma. Apenas eran los primeros rayos de sol y todo era diferente.

Desperté... si, esta vez fue así. Con una monocromática gama de rosas de fondo que vestía mi paisaje de luz y de esperanza. Espalda con espalda, así amanecimos, pero ahí seguías tú. Mientras las paredes aun crujían de placer y de envidia, empañadas del sudor de nuestras respiraciones. Dejamos grabadas psicofonías de nuestros jadeos en estéreo en este cuarto, para que quien venga mañana sepa que aquí hubo amor, hubo sexo de verdad, del sincero, de esa clase de sexo que hace prisioneros a los cuerpos y los esposa a la cama si intentan escapar de ahí. Nos ata con las cadenas de la pereza y deja besos bajo las sábanas para que comamos antes de que vengan a liberarnos nuestras rutinas olvidadas minutos después de que suene el despertador.

Pero todo aquello queda lejos, porque desperté, y ahí sigues tú, y yo a tu lado. Aun quedan desiertos que recorrer por tu espalda a lomos de mi imaginación. Aún tengo que conquistar kilómetros de piel que no he alcanzado con mis besos. No hice cuentas de los lunares de tu vientre, ni de tus senos que me dan la bienvenida cada vez que te susurro al oído dos palabras que se atragantan si trato de pronunciarlas, si te miro a los ojos. Solo de pensarlo me siento, frágil y absurdo, mi corazón late desarraigado, y se descosen las cicatrices. Mi sorpresa es que después de la diástole, en esa milésima de segundo sentido en que el corazón se detiene para volver a latir, no me devuelve una lágrima de sangre e inyecta una sonrisa de ilusión, proyecta un halo de luz y todo vuelve a girar entre el vacío de mis pensamientos y una locura en la que me baño desnudo y me lleva mar adentro, mas adentro de lo que mi piel pueda alcanzar donde solo los sentimientos de verdad pueden llegar. Somos fibras nerviosas, somos humanos sumisos a cualquier capricho del destino y dejaremos clavada nuestras rodillas en tierra si nos enfrentamos al tiempo y a la tempestad, aunque juntos todo lo podemos cambiar.

No me hizo falta abrir los ojos, solo abrí la puerta de la ilusión con las llaves que traías en la mano. Me las prestaste sin pensar en si sí o si no. Decidido giré mi muñeca a izquierdas y todo encajó. De repente me vi lejos, donde hacia tiempo que no estaba. Solo que esta vez mis pies me acompañaban y todo yo era uno. Desperté, abandoné mis sueños, pues aquellas llaves abrían la puerta de la realidad, me alejaban de lágrimas. Surcos... Sendas por las que la luz hace tiempo era incapaz de pasar. De repente la vegetación cambió y la primavera reino sobre el otoño y donde parecía que un pétalo se doblaba porque estaba a punto de caer, nacía una nueva rosa. Más viva, menos triste. Nos despojamos de nuestras mentiras y nos vestimos de amor, sin ruinas y con la ilusión de quien amuebla una nueva morada. Con las ganas de descansar sin ese dolor de cabeza que me ha acompañado durante años y que una mirada tuya ha servido para sanarme. Sin querer ser nada mas que un pedacito de mi, sin querer ser un personaje bíblico, pero si un trocito de esa historia que estamos dispuestos a escribir. Desperté y me giré, y allí estabas tú. Entonces la espalda descubierta de ropa interior se hizo desierto. Al sur estaba el oasis de sal donde una gota de agua se agradecía pues la naturaleza moría solo con pensar en crecer allí. Donde el dulce de mis besos alimenta a los que morían de hambre. Desperté con el pelo despeinado y con los miedos propios de un nuevo amanecer, con la incertidumbre de quien no sabe que se va a encontrar. Contigo por supuesto que los miedos son menos miedos, aunque siempre queda algún que otro temor escondido, oculto entre todos, pero es mejor seguir viviendo el instante que pensar en despegar con aviones y malos modos.

Aún me pregunto que somos, aún mis sueños con caminar contigo de la mano. Aún nos queda por descubrir Madrid y París... Londres, Venecia y Berlín. Aun nos queda tatuarnos el tiempo infinito en nuestra piel y quitarnos los complejos. Aún nos queda echar algún borrón en esta historia y corregirlo con enfados y discordancia. Aún nos quedan domingos.de sofá y sábados sin dejar de bailar. Aún nos quedan siestas y sueños que alcanzar. Protagonizaremos miradas a escondidas el uno del otro. Nos fijaremos en el último pensamiento del día y en el primero al despertar porque... Desperté. Una vez más desperté y ahí estabas tú, invadiendo mis mitades vacías, donde el polvo del vacío era todo lo que había aunque tú te afanaste por cambiar todo aquello, con tus manos de pintura y tu sonrisa en la boca, con tus ojos brillantes y tus caricias sin fecha de caducidad.

Desperté avergonzado, haciéndome pequeño porque allí estabas tú, vigilando mis sueños, y regalándome un beso para desayunar, en la cama como nos gusta mientras nuestras músicas empiezan a sonar y mezclamos el aroma de café, un dulce de chocolate con un pedazo de piel que mojar. Todo vuela imperecedero, todo es nada, y el tiempo es poco, solo se que eres tú, y tú vas antes que yo, por educación, te espero, por amor.... Dos palabras que no se pronuncian, por miedo. Ocho letras y un espacio entre el segundo y el tercero, un espacio donde desperté y me planté, porque eres tú y yo, yo esta vez soy por primera vez desde hace mucho, un cien convertido en uno, y un miedo mas valiente porque tu mirada es mi consuelo y me hace ser mas atrevido.

Hoy desperté, y no me hizo falta soñar contigo, porque antes que amantes fuimos amigos y sabemos lo que somos y lo que sentimos, sabemos cuales son nuestros fantasmas y nuestros enemigos. Tengo una nube para ti. Tengo una luna que descubrir y tengo un alma en lo alto del armario que sonríe si eres feliz. Tengo ganas de hacerlo contigo, tengo la intención del mes de Abril. Tengo todo lo que tengo, porque nada seré sino estás aquí. Tengo el adiós escondido porque prefiero un hasta luego y un beso de esos que no tienen fin, y una sonrisa de diamantes para que la puedas lucir. Tengo poco o nada aunque no lo quiero, porque aún sigues aquí. Desperté, pero mi sueño eres tú y lo quiero vivir.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Robaron la luz

Al amanecer le robaron la luz...
Faltaba el brillo
de unos ojos pequeños,
y ¿donde estabas tú?.
Tú, sin tus aires de grandeza,
tú, siendo tú, en la riqueza
y en la pedregosa pobreza.
Tú, que saliste corriendo
esperando huir de la tristeza.

Se escondieron las estrellas.
Nadie se atrevió a ser valiente,
nadie se enfrentó a la oscuridad,
ni a la soledad permanente.
Los miedos nos hirieron,
se escaparon entre nosotros,
esperando a ser absorbidos
por las inseguridades tatuadas
en el corazón de otro.

Se escaparon los motivos,
se acostaron salvajes los dormidos,
se durmieron en la boca
unos besos desagradecidos,
y tú, bendita virgen martirizada,
seguías sin estar entre mis brazos,
al despertar de mis sentidos,
al claudicar de los suspiros.

Al amanecer le confundieron con otro.
A la clarividente conciencia
la sacaron de los últimos cajones,
a los castizos "mis cojones"
los colgaron por sus viriles razones.
A ellos por ser ellos,
los últimos románticos de madrugada,
les exiliaron de los reinos de sueños.
A ellas por ser bellas,
las relegaron a protagonistas secundarias
de cuentos de princesas y doncellas.

A la humillación la llaman cura de humildad.
A la vergüenza la dicen dignidad,
al miedo le disfrazaron de timidez,
y a la educación, la visten de usted,
sin sentirlo, ni merecerlo, sin tú, sin piel.
A los valores de la educación,
les exilian de quien más los merece.
A quien no los merecen,
les abren las piernas
y entre malos modos, fenecen.

Si vives te tildan de loco,
si callas te matan de a pocos,
si yo sigo siendo yo,
regalo un corazón roto,
una alma desgastada
y una mirada sincera y clara
al despertar de otra mañana pero
al amanecer le robaron la luz
y ya no sentimos nada.

Culpable del hielo

Me siento culpable  de robar sueños inocentes. Culpable por robar sueños de inocencia infantil. Culpable del hielo que mantiene vivo los mie...