viernes, 16 de marzo de 2018

Par y raP

Noches que tratas de llegar al crepúsculo
y llamas a Luna para que bese al Sol
mientras escuchas a un tipo
con aficiones sospechosas y voz desgastada
contar historias de la calle Melancolía
donde viven unos vecinos
que recibían quejas del Bar de Abajo
porque hacían mucho Ruido,
y buscaban una Magdalena
que de noche se llamaba Soledad.

Cuando letras más jóvenes
se descubren ruborizadas ante mis ojos,
como un cuerpo desnudo,
esperando que las acaricien con tiento
la yema de mis dedos
para descojonarse de mi
porque no tengo sentimientos
mientras las dejaba atrás.
Una tras otra, y así cientos.

Tendré que volver por ellas..
Nadie se ríe de mis malos hábitos.
Será que ya me hice mayor
y ahora me cubro de complejos
entre mazmorras y gritos,
entre dragones y mitos,
donde viven los que nunca usaron
la extraña palabra "dimito",
dónde la experiencia es un grado
y el desayuno es un café cargado
y una rebanada sal y aceite
sobre un pan de ayer tostado.

Entre las plumas con tinta china
de un indio de Úbeda, Jaén,
y los versos de un Complutense Vikingo
que me descubrió que el Rap,
no es sólo hablar deprisa sin más,
sino que es escribir, contar,
cantar, narrar,
hilar, ligar,
un domingo para un lunes,
en busca del próximo cuarto menguante
dónde dormirse y soñar.

Noches que descubro otra poesía,
noches de carne y hueso.
Noches de diecinueve días...
Días de quinientas noches,
en las que el petricor se olvidó un miércoles,
y el lunes confundimos que
no es más holgazán el que duerme en el sofá,
sino quien trabaja menos y se aprovecha
del esfuerzo de los demás.

30x1

El dragón le dejó petrificado.
Miró a sus ojos
y escupió fuego por la boca.
En ese momento se dió cuenta
que su vida valía más
que las llamas de una loca.

Merece la pena vivir,
pero vivir por vivir.
Vivir de tarde noche
para cenar algo que discutir
se nos hace bola
cuando lo que buscas
es sentir sin vomitar palabras de rencor
que pasaron la mañana haciendo cola.

Amar, fácil y divertido,
de sentimiento tranquilo.
De palabra sencilla
y educación exquisita.
Amar con un te quiero en los labios
mientras te acuestas pensando en perdonar 
o seguir el camino sin mirar atrás.

Nos empeñamos en mostrar nuestras virtudes,
cuando estás son nuestros mayores defectos.
Alimentamos el ego entre muros,
cimentamos con palabras de sentimientos
que a las primeras de cambio se han perdido.

Tras el vaho del cristal
somos lo que siempre deseamos ser,
en la calle, la vida sigue como siempre,
y después de otra noche despiertos,
el sueño te abraza al amanecer.

Desafiamos al desnudo integral,
disfrazados de Facebook, Twitter e Instagram.
Somos menos sociales
cuando la pantalla se adueña
del horizonte que mirar,
del atardecer de tu lado que contemplar.

Somos presos de Likes
y pagamos condenas
de treinta selfis por uno para publicar.
Somos reos de una sociedad
con ríos de sangre virtual.

Dónde el silencio nos haga libres

Ahí estará la verdad.
Dónde el silencio nos haga libres,
dónde desnudes el alma,
dónde no quede más que el vacío
de quién da más de lo que gana.

En cada uno de tus pasos,
entre el odio y el rencor
nacerá la raíz de la esperanza
porque no todo crece enfermo.
La herida con amor, sana.

Somos mortales. Errantes amorales.
Somos del corazón latidos vitales.
Somos iguales, valientes ilegales.
Somos juicio de valores, sin ideales.
Somos el aire puro que tiende a contaminarse.

Seguiremos frustrando los sueños
que nos quedan por cumplir
antes de despertar de este invierno.
Seguiremos siendo dueños
de las ilusiones que mañana se diluirán
entre convulsiones y miedos.

Despertaremos en esta fría ciudad
donde un día nos pusimos a salvo
de las lágrimas derramadas
por el capricho de un niño.
Aquí donde todo nació
intentaremos volver por volver a ayer.

Recorrimos las calles inundándolas de color,
llenándola de la música de nuestras carcajadas,
y aunque la gente nos miraba, nos importaba poco.
Entonces la vergüenza se adueñó del mundo,
el eco retumbó en nuestras paredes,
agrietó los cimientos y derrumbó el edificio
donde nos amamos como dos locos.

Recuerdos de ayer.
Mezcolanza de sentimientos
y rasgadas vestiduras.
Retientos de tarantas y quebrantos.
Canciones que escuchar
en estos treinta y tantos.

Sueños por cumplir,
lágrimas por derramar
por felicidad antes que llanto amargo.
Madrid nos desnudó el alma.
Ni tú ni yo somos los mismos desde entonces.
Nada será como debía ser...
Nadie será voz al viento
ni herida sin sentimiento.
Esta vez, acabará bien el cuento.

Devuélveme

Devuélveme el incendio y vete...
que ardan nuestros sueños juntos.
Viajemos al infierno hilarante.
Dejemos que la locura y la enajenación
sean perennes.
"Levántate del suelo;  que te manchas"
decía sabia mi madre
pero ella no conocía está locura piromana
de quemar la vida a cada paso
dejando arder el miedo al fracaso.

Devuélveme la llamarada.
Quememos lo que queda
de este desgastado corazón,
no dejemos nada por olvidar;
pero aquel roído abrigo no.
Aquel abrigo escóndelo
para que cuando tengamos frío
recordemos que tuvimos piel
y los sentimientos extrañen
la caricia del calor.

Devuélveme los latidos,
que el corazón se escape por la boca
cuando te diga te quiero.
Que arda mi alma por dentro
si se enfría esto que siento.
Que no necesite bufandas gorros o guantes,
que me aleje del que fui,
molécula de agua que se desliza un instante
para navegar al marba la deriva
y para poder ser tu fiel amante.

Ruido

Ruido... Demasiado ruido
alrededor de nuestras cabezas,
donde aún sobrevuela con rubor
aquella inocente y sorda conciencia
que no sabe dónde se esconden
la casualidad y la coincidencia.

Asómate a la calle y calla,
que un hombre no es más necio por lo que dice
sino por lo que presume sin rubor
al ganar una batalla,
que un hombre no es más rico cuánto más tiene
pero si es más pobre cuando menos comparte,
y es que el que parte reparte y si es humilde
se queda la peor parte.

Sal ahí afuera y escucha el ruido
de los cañones mudos
cargados de balas que matan
y otras que te mueren de amor.
Que no amanezca si tuve frío
y te dió por arroparme el corazón.

Que la banda no deje de sonar
y sigan con el ruido,
ruido porque me apetece cantar
mientras abro las puertas de mi casa
por si te gusta lo que ves
y te quieres quedar a soñar.

Que rechinen los dientes con frío,
que los últimos serán los primeros,
que esté ruido de cobardes
se adueñe de este enero sin miedo
y que volvamos a empezar
mientras escribe unos versos Joan Manuel
y Joaquín besa a una Magdalena particular.

Ruido, tanto ruido
que nadie se calla cuando tiene que callar.
Necios de tanta ignorancia
que nos bañamos en desconfianza
sin mirarnos a los ojos
cuando tuvimos la ocasión
de llegar al alma sin pagar peaje
y ahora nos cobran los impuestos
que dejaron otros sin pagar.

Desde una fría cama de hotel

Sin mis hábitos y tus silencios
en esta soledad marchita,
tumbado entre mis recuerdos,
te añoro y te siento dentro
desde una fría cama de hotel.

Entre arritmias que golpean mi pecho
por la carencia de sueño
y la nostalgia de volverte a ver
mis sueños desaparecen
por el deseo de tocar tu piel.

Sin mis paredes y mi gato,
sin los gemidos de la mañana,
sin tus arañazos en la espalda,
la soledad se hace dueña de mi calma.
Oigo vuestros sollozos en esta ausencia
que retumba con fuerza en mi alma.

Mendigo entre las esquinas,
vagabundo por tus besos,
inquieto por las caricias de mañana
cuando te encuentre otra vez,
no descanso, solo siento...
una y otra, y otra vez.

Una maleta llena de recuerdos,
con dos o tres harapos que vestir,
a veces dudo en quedarme desnudo
o vestirme de sentimientos por ti.
Desnudo para que vean quién soy,
recordarme de donde vengo
y lo que te extraño hoy.

A esta distancia que a voces
me descubre sentimientos
le susurro un minuto de ti.
En esta fría cama de hotel
me abrazo a la almohada
y la acaricio imaginándome volver.

Volver para estar mañana contigo
y volver a sentirte entre mi piel.
Volver a dormir en tu nido,
como el ave que emigra en invierno
deseando otra primavera
para volver, volver... Siempre volver.

Mariposa

Separa tu mente de tu cuerpo.
Liberate de todo
lo que te ata a tu presente
y flota por encima nuestra.
Vuela sin miedo, mariposa.
Vuela donde los sueños
te quieran llevar.

Aléjate de tu pasado.
Todo aquello que pasó
te convirtió en lo que hoy eres,
pero que no te encadene al tiempo.
Que moldeé tus convicciones
y no te convierta en quien no quieres.

Todos tenemos historias
que queremos olvidar.
Todos tenemos algún miedo.
No lo intentes ocultar.
No lo conviertas en tu debilidad.
Anhela cuanto desees
y hazte grande.
Hazte grande porque lo mejor
es lo que tiene que llegar.

Ilusionarte con la sonrisa de un niño.
Canta ese tema a voz en grito.
La película que te hace reír y llorar,
de uno en uno, o al mismo tiempo,
te da igual lo que quieran pensar.
Tu mascota cuando cierra los ojos
para que no la dejes de acariciar.
Un paseo al atardecer
en un día de otoño,
u otro amanecer
tras una noche de amor en verano.

No dejes de volar, mariposa.
Llena de colores tu fantasía,
llena de realidad la vida.
Que nada condicione el brillo de tu mirada,
y vuela sin miedo, desnuda
cuando no hay más que un futuro
disfrazado de buenos augurios.

No le temas a morir,
hay una vida para entender
que la vida es vida
cuando la vives sin más.
No planifiques a largo plazo,
disfruta de tu ahora,
de tu presente de sal y azúcar,
de sonrisas paralelas,
y lágrimas a escondidas.

Disfruta porque estás viva y vive
hasta que te lleve el aire del norte
donde el invierno es más frío
y tus alas se congelen
por este tiempo de efímeros trenes
que se agota cualquier noche de viernes.

Culpable del hielo

Me siento culpable  de robar sueños inocentes. Culpable por robar sueños de inocencia infantil. Culpable del hielo que mantiene vivo los mie...