viernes, 18 de diciembre de 2020

Y llegó mi niña

Y llegó mi niña.

Vestida de vida,

rebosante de alegría.


Sólo con suspirar

el mundo se para

para contemplar su risa.


Me muerdo los labios de la emoción

las lágrimas se tatúan la felicidad,

baila, grita, ríe, salta,

no dejes de comerte el mundo con tu “mirá”


Y llegó mi niña,

para dislocarme la boca y el corazón,

con su lengua de trapo

y su ganas de aprender a cada rato


La raíz crece dentro del corazón

regada de amores y momentos

para beber de la savia de los sentimientos.


El nuevo amanecer,

el despertar de un nuevo día,

el latido indomable,

el rugido de la bella Lucía.


Los quejidos nocturnos,

el crujir de tu cuna a cada respiración,

y en la boca un beso se meció.


Sus manos, su piel, la nube 

donde guarda mi bebé su perfume,

su hilo de seda, su sino y mi ayer,

me duelen los labios

por los besos que no te daré.


La calma de la reina,

el peón de un tablero de ajedrez,

todo es un juego 

y aún me queda que aprender,

de ti, de tus ganas de crecer.


La vida no ha hecho más que empezar

y mi partida vuelve a la casilla inicial.

Me falta tu sueño que no alcanzo a conciliar.

jueves, 17 de diciembre de 2020

Los mismos errores del futuro

Pronto volverá la normalidad.

Abrirán los bares y las iglesias

para dar cobijo a sus fieles,

las sábanas de los hoteles

abrirán sus piernas a los infieles.


Los besos de Judas,

las noches de sexo y desvelos 

de orgasmos y dudas.

Antidepresivos y alcohol,

remedios caseros para el mal de amor.


Desescalaremos de nuevo Everest.

Descenderemos la tasa de infectados.

Desautorizaremos las reuniones

y por mas que des, 

desde deseo tus besos

a desnudos nos deleitaremos,

desde que des lo que des,

al alma le duele el desdén.


Quizás no entiendes, pero sientes.

Quizás no recibas, pero no olvides 

que es mejor que creer

únicamente aquello que ves.


Cuando las mascarillas masajeaban la piel, 

el alcohol llenaba los vasos,

y brindábamos por lo que vendría,

aunque al final fuese mentira.


Saltábamos los muros, 

soltábamos las cadenas

que nos ataban tan fuertes

que dañábamos las extremidades 

antes de rasgar el pasado.


Mañana haremos lo mismo,

pero no reescribiremos el pasado

y viviremos el dejà-vu 

de los mismos errores del futuro.


Seguiremos con los miles de parados,

los sueños rotos,

los amores quebrados,

las enfermedades sin cura,

y el cura con sotana

y la mano escondida bajo su sábana.


Las despedidas sin decir adiós,

las bienvenidas sin sentir amor.

Dos hermanos enfadados, 

aunque matan si les hieren.

Dos amantes que se odian

y a la par se quieren.


La niña malherida 

en manos de sus padres,

los padres y madres que lloran

el maltrato indemne 

a manos de sus entes.


La malquerida antigua realidad,

la bienquerida fantasía 

que llegará al despertar el día

y su infinita ingenuidad.

Seremos otros

 Despertamos.

Despacio.


Seremos otros.

Cogeremos otras manos

como si de las nuestras se tratasen.

Nos adueñamos de otros sueños,

naufragamos en los miedos, 

volamos sin alas ni cinturón

y perdemos los complejos

a la par que el pantalón.


El espejo será ajeno a nosotros

por más que nos atusemos.


Buscamos girar el mundo

cambiándonos de perfume,

creímos que era el camino más fácil

para salvarnos del pecado contextual.

Quizá ese sea el destino inequívoco

que nos esperaba al final de esta paradoja,

quizás así seamos en nuestra búsqueda.


Desnudos.

Etéreos.


Culpable del hielo

Me siento culpable  de robar sueños inocentes. Culpable por robar sueños de inocencia infantil. Culpable del hielo que mantiene vivo los mie...