Calor,
cada poro de mi piel
estaba a punto de fusionarse
en vapor de agua.
A cada intento de frenar,
le seguía una reacción nerviosa
que derivaba en una erupción cutánea.
Mi corteza estaba al máximo
de su punto de dúctil,
antes de ti,
no éramos tan frágiles
como aparentábamos al espejo.
Tu presencia se antojaba,
se me antojaba.
Mi ausencia me trastocaba y
pedía clemencia romana.
Antes del circo la fiera dormía
y el gladiador rezaba aquello que sabía,
su espada afilada,
y la lengua alargada.
Así éramos
Nadie frenaba los impulsos,
experimentábamos nuestros límites.
Quedábamos en el siguiente duelo.
No supimos bien
si hablábamos de batallas o sexo,
probablemente fuese todo y nada a la vez.
2004, el ciclo lunar completo.
Un año más
con cicatrices sin curar
y copas aguadas
sobre la barra antes de cerrar.
Chupitos de absenta,
y agujeros en el recuerdo a completar.
Todo paso tan rápido,
que probablemente no pasase.
Yo también lo viví así,
tan vaga como intensamente.