El tiempo hace tiempo
que dejó de dormir en un reloj,
el reloj no detiene el control,
ni el talento, ni el tiento…
No distingo entre el bien o el mal.
Mi cabeza varada
en mitad del mar
sin rumbo fijo ni destino
sólo ahogándose en lágrimas de vino.
Cuando no eliges correctamente,
cuando te confundes de más,
las dudas asaltan a cada paso que das.
Sin saber muy bien porqué,
quedas atrapado en una rueda,
en una espiral de destrucción vital.
Dudas de si comerte el orgullo
aporta la suficiente energía
para seguir viviendo.
¿para que sirve salir corriendo
si por más que huyas
el miedo sigue siendo tuyo?
El miedo sigue siendo tuyo,
un compañero silencioso, fiel,
se oculta en cada esquina de tu ser,
esperando el momento de hacerte caer.
Incertidumbre en cada decisión,
el camino borroso, sin dirección.
Te preguntas si el próximo paso
será el último o solo un atraso.
¿Y si el futuro es un espejismo?
¿Si la esperanza es solo un abismo?
Te detienes, pero el tiempo no,
y en ese vaivén, se pierde la razón.
Al final, ¿qué es más cruel,
el miedo a fracasar o a vivir sin él?