sábado, 26 de enero de 2013

Me cambiaré de corazón



Hoy para acabar el año me cambiaré de corazón como de chaqueta. Hay cosas a las que se les tiene apego pero cuando se trata de volver a respirar no queda otra que mirarse el ombligo y pensar que lo mejor que se puede hacer, es empezar de cero. Durante meses he vivido pensando en una utopía, pero cuando el pegamento de la tirita dejó de adherirse a mi piel y esta se desprendió mostró al aire una herida en la que aún se conserva sangre fresca, sangre que sigue viva y duele. Por ello, es el momento de empezar a caminar, y que mejor que hacerlo sin ti, sin tus sonidos desacompasados en el hueco de mi abdomen. 

Hay cosas difíciles, y en eso manda el olvidarse de los recuerdos, y mucho más cuando aún duelen, porque a pesar de que ya son varios meses sin besarte, las llagas de mis labios aún se sienten. Posiblemente tengas el honor de ser lo mejor y lo peor del año. Un año, que no sé muy bien si olvidar o recordar, porque si te recuerdo sonrió y te lloro por igual. Así de duro, así de descompensado me siento cada despertar. Los balances económicos se hacen cada fin de año, los del corazón cada vez que te lo rompen por la mitad, y al mío por desgracia, le volvió a pasar.

Te elegí, no sin dudas, pero es que estas cosas pasan como sin darse la importancia suficiente a que tenga que pasar, por eso estoy jodido, por eso me duele aspirar el mismo aire que tú alcanzas a respirar. Yo te elegí, y si, lo hice sin preguntar, de manera persistente, y quede seco como la hierba, cuando el caballo de Atila pasa fulminando cualquier atisbo de vida sin mirar atrás. Así de crudo es el amor, así de cruel la realidad.

Hay veces que siento que te marchas, y cuando te siento lejos, vuelves la vista atrás. Entonces yo acelero mi paso y corro para lograrte alcanzar. Tú sales corriendo, y así el cuento vuelve a empezar. El lobo no es tan malo, y tú, caperucita seduces a cualquiera sólo con tu forma de caminar. Es difícil de entender por ahora, pero más duro es asumir que el cielo nunca va a llegar, que vivimos el verdadero infierno con el simple hecho de nacer, inhalar un metro de aire y saber que hemos perdido media oportunidad. Ahí es cuando me doy cuenta, que late y late la bomba hasta que el detonador la silba y la hace explotar.

He estado buscando un corazón en el segundamano, para vender el mío, pero ya no se quien me lo puede comprar. He estado buscando una luz para alumbrar las sonrisas que ahora son más frágiles que el cristal, he estado buscando un te quiero frustrado por tanto esperar. He estado de aquí para allá pero llegaste igual que te vas, en silencio, a paso lento, arrastrando los pies, encadenando los míos a kilos de lastre para hundirme en el río de las lágrimas si intento flotar y seguirte vivo a tu lado. Te vas y lo haces sin atreverte a mirarme a los ojos, sin mirar más allá.

He buscado entre las hojas secas de este otoño las flores de primavera, pero no hallé más que un traje de pino esperando a vestir el sentimiento de funeral. He soñado tanto que de tanto soñar, el sueño se sintió por instantes real. Fueron cinco minutos, pero los sentí de verdad. Fue tu corazón el mío, fuimos una misma alma. Ahora somos una caja guardada en los recuerdos del desván.

Aquí me pudro entre polvo y malvas, entre cucarachas y polillas que marchan firmes y furiosas a trazar un estigma más en la piel que me queda por curar. Aquí me quedo anestesiado, en coma inducido, esperando a que otros labios y otros corazones me vengan a conquistar. Que rompan el hechizo de tu embrujo. Que el cielo se rompa cuando lo intente alcanzar, que sea infinito, que se haga realidad.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Miedos e Incertidumbres

 El tiempo hace tiempo que dejó de dormir en un reloj, el reloj no detiene el control,  ni el talento, ni el tiento… No distingo entre el bi...