martes, 10 de diciembre de 2013

La poesía sigue viva

Me olvidé de ustedes. Les pido disculpas si mi silencio les dijo más de lo que mi corazón acostumbra. Quizá esté en una época un tanto diferente de mi vida. A los treinta, llegué con desquicio en mis vivencias y con intranquilidad en los rayos de sol que disparaban a cualquier rincón donde la luz ya calentaba lo suficiente y aún así seguía dejándome helada la intranquilidad de mi corazón.

A mis treinta, y después de millas de letras esparcidas por el suelo, hay gente que se cuestiona que es de mi, donde están mis versos, me preguntan si alguien ha asesinado al poeta. El ser humano tiende a confundir la sensibilidad con la realidad, a desear lo que no tiene. A odiar al prójimo en lugar de alegrarse por su dicha. Pero es el ser humano y es inexplicable. Su raciocinio, a veces irreverente, le hace insoportable e inadecuado y como de costumbre, tropieza, se cae, se hiere y se equivoca, y así hasta la inmensidad, hasta el hoy que es mañana, y el mañana que jamás alcanzaré a contarles y a cantarles a lomos de este caballo que se llama poesía.

Nada mas lejos de la realidad, hoy les diré que el poeta no ha muerto, pero los versos son sabios y aparecen cuando menos uno se lo espera. Ahora la desidia con la que cubro las emociones me empapa completamente, absorbiendo cada sentimiento, cada emoción, cada latido que se escapa de mi desgastado corazón. Ahora que estoy de vuelta a un kilómetro cero que se halla a medio camino de tu vida y la mia, tengo derecho a volver a marcar una linea de inicio que cruzaré cuando me apetezca. No sé si será por una sonrisa o por una lágrima, no se bien si quizá sea por un beso o tal vez por un arañazo en el alma, simplemente me dejaré llevar, y caminaré cuando deba comenzar de verdad.

Las palabras me han ayudado siempre ha encontrar mi posición en esta hoja de ruta que se llama destino. He quebrado muchas veces al infortunio, es más reconozco que llego a ser bastante afortunado y doy gracias a Dios por ello, aunque si este es misericordioso sabrá que he de condenar su incapacidad para hacer que las cosas ocurran en los momentos adecuados, y no me refiero únicamente a mi. Aunque quien mejor que Él para decidir cómo, cuándo y dónde... Él es Dios, y nosotros seguimos siendo un pobres mortales, subidos en nubes de vivencias que un día descargaran en un mar y moriremos ahogados sin que nadie se acuerde de nosotros.

Yo también me iré, dejando en el cielo un puñado de letras escritas para quien las quiera. Esa fue siempre mi única intención. Siempre me quise acercarles al sentimiento que llevan dentro, escondido entre rutinas y ocupaciones, entre el egoísmo y el mis cojones. Sé que dentro de ustedes se encuentra una gota de agua de cuando estuvieron en el vientre de su madre. Sé que entre sus recuerdos tienen más sonrisas que lágrimas, lo sé, no hace falta que se justifiquen. Dejen que el humanismo les alcance. Sepan que la poesía les persigue, y yo la espero. Mañana quizá nos sentemos en la misma mesa a tomar café. Ella me hablará de usted, y yo le diré que me siento feliz, feliz por ti, porque sigues vivo y feliz por mi, porque puedo celebrar entre mis cadenas de caracteres que seguimos viéndonos sonreír.

No se olviden de mi... La poesía sigue viva, ustedes son sus versos y sus historias. Son asonantes y consonantes. Quizás algún día lleguemos a ser endecasílabos, pero jamas se olviden de seguir siendo sus amantes.

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