Fiel compañera luna,
en noches en vela
que el frío arropa la duda.
Te espero al borde de la cama
esperando a desbordar
tu cuerpo de caricias.
Sigilosa reptas por las sábanas,
como el cazador
antes de hacer presa.
Bajan las pulsaciones,
aceleras mis respiraciones,
disparas tensiones y dilataciones.
El aire recuerda que estamos vivos,
y el cuarto embriagado
del perfume de tu desnudez.
La comisura de tus labios
calma la sed de mi mundo,
sequía árida de tantos fallidos años.
Descubres el mapa que oculto
entre las cicatrices y las llagas
de la última vez que me vestí en llamas.
Me pierdo en el mar de tus ojos,
oculto bajo aquellos pómulos
cansados de tantos sueños perdidos.
Que las yemas de tus dedos
desbloqueen mi cuerpo
y descubran mi caja de Pandora.
Sácame el corazón,
y déjalo encima de la mesa.
Que hable de emoción.
Sometamos el pasado
a un tercer grado,
fiscalicemos los miedos.
Cadena perpetua sin tregua,
para aquellos
que se van de la lengua.
Diseccionemos sentimientos,
bañémoslos en lágrimas,
que no ceje el empeño.
Hacía tiempo que no estaba, ni te esperaba.
Te exasperas. Me desesperaba.
Y a la noche la descubrió el alba.
Los cuerpos caen rendidos,
los sueños se desvelan
despreciados sometidos.
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