martes, 19 de junio de 2012

Todo por lo que peleó un sentimiento

Te esperé despierto toda la noche,
pero nunca llegaste.
Recorrí cientos de kilómetros
de empedradas sendas sin descanso,
en las que caminamos
sobre el abismo infernal
del fino hilo del insomnio.

Y mientras,
tú seguías buscando
una excusa del pasado
para permanecer callada,
sin acudir a mi habitación
para acunarme durante este duelo,
para arrancarme de este desvelo,
poco antes de que las claras del día
me descubriesen desnudo
sólo por no creérmelo
y seguir siendo tan pobre de espíritu,
como infame cobarde.
He estado esperando tu susurro,
tu voz tan suave como sedosa,
tu sensual nana,
tu minuto de gloria
antes de la posesión
que me desespera sobre el colchón
de esta humilde cama.

Te he esperado despierto,
pero tú, nunca llegaste,
y cabizbajo me he quedado
con tus besos amargos colgados
de los cuadros de esta habitación;
con los pies descalzos
y el frío apoderándose
de todo erguido
y firme al paso del tiempo,
a ese torrente de agua y sed
que destruyó todo
por lo que un día peleó un sentimiento
para evitar caer
y tener que agarrarse de la mano de Lamento,
su hermano secreto.

Caí derrotado por Morfeo.
Igual que a los cobardes
les da miedo decir te quiero a la cara,
él me regaló su puñal en la espalda.
Se ensañó brutalmente
y me clavó las peores pesadillas
que un ser humano puede tener. 

El miedo se apoderó de mis latidos
y la noche se hizo eterna.
Desperté semi-inconsciente.
El aire había entrado a mis pulmones
con la misma facilidad
que un suspiro se escapa de tu boca,
con la misma certeza
que mi corazón tiene
de que jamás te volveré a ver.

Te esperé despierto toda la noche…
Te esperé y mi alma se vistió de amanecer…

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