Todas las historias bellas tienen un punto y final.
Repetiré mis errores, repartiré mis aciertos
y vaciaré mi maleta de infinitos secretos.
Los hay que siguen vivos.
Otros los maté yo, para llevarlos con los muertos.
Como todas las historias bellas,
hay amores y amantes,
hay noches con días
y señores que disfrazan los sentimientos
con el brillo de los diamantes.
Son bellas; y tristes.
Son dueñas de mi, y existen.
Algunas son parte del equipaje de mano
que uno decide cargar,
otras se quedan en el armario colgadas,
sabiendo que nunca las volveré a usar.
Y así, en este ir y venir de sentimientos,
en este oleaje enfurecido conmigo,
trato de aclarar lo que está pasando contigo,
intento decidirme entre ser protagonista,
o ser un indiferente testigo.
Las historias bellas siguen pasando,
aunque la tuya es más bella,
y a mi estos celos que siento,
lentamente me siguen matando.
Tan lentamente que a su dolor,
me estoy acostumbrando.
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