Crepúsculo.
Al atardecer
comienzan a desperezar las ánimas
sedientas de vino y carne.
Ávidas de nuevas presas,
dispuestas a fermentar
en la oscuridad de los siglos.
La tierra se resquebraja
y el núcleo se fragmenta.
Estamos ante un nuevo Big-Bang,
otra noche a costa de la sed y el hambre,
zona cero de todos nuestros misterios.
A lo lejos
cencerros de latón
recorren caminos en son de guerra,
haciéndose notar,
rugiendo para amedrentar a sus presas.
Incansables, insaciables.
Ignorantes bestias feroces.
Los Ríos serán cauces
por donde correrá implacable
la sangre de los malditos.
Los volcanes escupiran lava,
arrasando todo a su paso,
como la joven que
acaba de descubrir su belleza.
Construiremos un nuevo infierno.
Desataremos tempestades,
y proclamaremos nuestra victoria.
Los fieles llenarán las calles al atardecer,
descubriendo sus fuerzas renovadas,
como únicos héroes en este mundo,
como villanos proscritos en la infamia.
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