El vacío.
Un agujero.
La nada.
El Hueco.
Don Nadie.
Señor Cero.
Así me hacen sentir.
Así quieren que viva.
Asi me ven.
Así me veo.
Así, de feo mes de Enero.
Así de gris, mes de Abril.
No sé si soy yo.
Ni tan si quiera si ellos.
No sé si puedo.
No sé si quiero.
No sé si me pasaré el juego.
Me proclamaré perdedor del miedo.
Todo es tan absurdo,
que el silencio es un acto de valentía.
Mi yo se despega de mi,
se aferra a los defectos,
a pesar que mis virtudes
intenten mantenerlo vivo.
La mediocridad
se halla a medio camino
entre la pereza y la desidia,
entre la desilusión y el desamor,
entre lo inexplicable y lo incierto,
entre lo mio y lo ajeno.
La enajenación
desvirtúa cualquier realidad,
virtúa cualquier atisbo de locura.
La inseguridad
te aleja de la sociedad y desconectas
creando una verdad paralela.
La locura inconexa los sentimientos
y los sume en una depresión indómita,
incapaz de curarse cuando
las sombras la acobardan en una esquina,
donde la soledad les otorga
una falsa sensación de calor.
Y ahora el silencio,
la oscuridad,
mi rincón,
mi refugio,
mi zona de confort,
mis miedos y esta cicatriz.
Olvidé escribir.
Olvidé decirte que te echaré de menos.
Olvidé donde estabas.
Olvidé pensar en mí.
Olvidé el hola y el adiós.
Olvidé un hasta luego y
el beso que entrega el corazón.
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