viernes, 10 de noviembre de 2023

Expiación propia (y ajena)

 Mi cara se arrugó,

el brillo de mis ojos se apagó 

lo cambié por unas ojeras

porque ahora las preocupaciones 

no me dejan dormir.


Mi pelo se despeinó, se tiñó de gris,

y de repente dejé de soñar.

Abandoné las letras y las canciones

cargué la mochila de obligaciones,

me sobrepasó la vida, 

como un mercancías lento 

con la firmeza del que avanza por su vía 

con rumbo fijo a su destino.


Empecé a vivir para dentro,

perdí a mucha gente, 

otros se quedaron en el camino,

algunos los aparté de mi

pero aún los quiero.

Los enfados, los desvelos, los cabreos,

no saber pedir perdón

nos convierte en ogros 

con el corazón de piedra.


Vivir demasiada intensamente,

con las emociones a flor de piel.

Creerme con la posesión de la razón,

la cabezonería por bandera,

auto protegerme y no escuchar

por miedo a salir siquiera magullado.


El vértigo a caer y no saber levantarme.

El equilibrio para que nadie salga herido

al final acaba con uno mismo 

lamiéndose sus miedos

mascullando por las esquinas,

todo estaba mal… pero no.

Quién está mal era yo.


¿Dónde se escaparon las ilusiones?

¿Dónde las dejé olvidadas?

Probablemente las guardé en aquella caja

que aún sigue criando polvo sin abrir

en altillo de algún trastero

donde los recuerdos duermen

entre la oscuridad y la levedad del tiempo,

entre los buenos momentos y el ojalá vuelvan,

entre suspiros y añoranzas al final de todo,

me olvidé de vivir.


Me olvidé de vivir

y me olvidé de ti,

olvidé que si he llegado hasta aquí 

en parte es gracias 

a cada paso que he dado 

agarrando tu mano sosteniéndonos,

sujetándonos a cada paso en falso que dimos,

evitando dejarnos caer,

pero a veces el vacío 

nos conduce a un callejón 

en el que siempre es de noche

y da igual cerrar los ojos,

que tenerlos bien abiertos.

Recuerda que lo importante 

es vivir y saber sentir.


A todo esto, 

y después de todo el mundo 

de quién me olvidé,

me acordé de mi,

y entre acorde y acorde, 

algún poema escribí.


Quizás perdón quiera pedir,

pero ni para eso sirvo

y si lo lees esto es para ti.

Expiar las culpas por si mañana 

me da por encargar un traje de madera.

Últimamente es un pensamiento 

muy recurrente ese de abandonar 

mi cuerpo de aquí,

para convertirme en un ser orgánico 

y alcanzar otra forma de vivir,

y como quiero ser aire y sangre

porque ambos son vida,

necesito aligerar peso de mi alma

bien para flotar, bien para fluir.


Por eso, si me guardas rencor,

desde aquí va este

“Te pido perdón, lo siento, 

no me guardes rencor.

¿Podemos volver a vivir?”

No tengo que rendir cuentas a nadie

pero como dijo Pau

“Vivir es urgente”

y hoy que el llanto de mi niño me desveló

y ahora ya no puedo dormir,

necesito descansar y sobre todo 

quiero que volvamos a soñar.


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