martes, 18 de noviembre de 2025

El silencio en mi habitación

 Me faltaron Cinco minutos

para decir “Te Quiero”.

Solo cinco para volver a hablar contigo

y contarte cuanto te echo de menos,

cuanto han crecido los niños.


Cinco minutos

para volver a acariciar tus manos 

y sentir tu piel.

Me sobró una vida para pensar

que algún día te diría “te amo”.


Y ahora que no estás el tiempo 

se hizo mi peor enemigo.


El silencio en mi habitación 

es la locura al vacío,

desde que no estás aquí

viajo sin rumbo o destino.

No hago más que soñar y soñar, 

Y soñar me hace la vida más dura,

que tu ausencia mi corazón 

se quedó sin cobertura,

sin cordura


Me faltaron agallas para reconocer

que te iba a echar de menos.

Me faltó carácter 

o mas bien necesidad.

Esa que te obliga a cambiar

tu forma de respirar, 

tu manera de vivir,

el verbo abrazar.


Y ahora que no estás el tiempo 

se hizo mi peor enemigo.


El silencio en mi habitación 

es la locura al vacío,

desde que no estás aquí

viajo sin rumbo o destino.

No hago más que soñar y soñar, 

Y soñar me hace la vida más dura,

que tu ausencia mi corazón 

se quedó sin cobertura,

sin cordura


Y ahora 

quedo tras los recuerdos, 

de una tarde de lluvia

donde creí que todo era eterno

y pero en realidad huía 


El silencio en mi habitación 

es la locura al vacío,

desde que no estás aquí

viajo sin rumbo o destino.

No hago más que soñar y soñar, 

Y soñar me hace la vida más dura,

que tu ausencia mi corazón 

se quedó sin cobertura,

sin cordura

Veinte años

 Vuelve veinte años atrás… 

¿Qué le dirías a tu yo de entonces?

Siéntate a los pies de tu refugio. Enciende una vela y respira de nuevo el mismo aire que sobrevuela la atmósfera de ese lugar especial. Ese rincón escondido en lo más recóndito de tu alma, donde creciste y del que un día decidiste emigrar.

Veinte años es mucho. El tiempo se detuvo en la última vez. Como si de un truco de magia se tratara, enciendes el radiocasete y la música vuelve a flotar por tu cuarto. Aquellas melodías acarician tus oídos, el corazón acompasa los tarareos y se te va la garganta tras las canciones de entonces.

Han pasado tantas cosas que probablemente hayas cumplido sueños y sustituido otros. Es casi seguro que te habrás caído y levantado por igual tantas veces, y que lo que queda eres tú, aunque tu yo de ayer hace tiempo que dejó de estar.

También dejaron de estar otros tantos. Aparecieron las canas y las arrugas. La compañía y la amistad dieron paso a la soledad y a las preocupaciones. La introspección —a veces teñida de pensamientos depresivos y recurrentes— sustituyó aquel estado semi eufórico de entonces por una incertidumbre que no sabes si nace de la inercia de la vida o de una inestabilidad que nos tambalea hacia lugares más oscuros y abismos sin describir.

Veinte años que se fueron en un ratito… apenas un par de canciones y una siesta. Todo lo demás ha sido ruido. Pero un ruido, además, lastimoso y lamentable. De ese que se aloja al fondo del oído, al borde del tinnitus. El que llega sin darse importancia pero que finalmente duele. Que molesta, aunque no sepas bien si por tu frágil paciencia o por la incomodidad de algo tan persistente. Al fin y al cabo, no deja de ser basura auditiva. Ruido.

Y sin embargo… ahí sigues. En pie. Con ese rumor molesto, pero también con la obstinación de quien se niega a desaparecer del todo. Quizá no seas ya aquel muchacho del radiocasete, pero aún guardas en algún parpadeo la chispa que lo movía, aunque esté cubierta por capas de polvo y días iguales. Aunque los días se vistan con diferentes trajes todos tienen el mismo halo de monotonía decadente escondida entre las paredes del tiempo vivido.

Si te sientas frente a tu yo de hace veinte años, quizá descubras que no está tan lejos. Sigue allí, con la mirada limpia, esperando que alguien le diga que todo tenía un sentido. Que el vértigo que confunde con libertad en realidad se llama juventud, y que la incertidumbre no es sinónimo de fracaso, sino que forma parte de la vida..

Podrías decirle que no tenga prisa, que los sueños no se cumplen ni se sustituyen: se transforman. Que habrá días luminosos y otros en los que el mundo pesará como un saco mojado y cargado de piedras que tú nunca metiste. Alguien las depositó allí. Que perderás en ocasiones, sí, pero ganará otras. Y que, aunque la soledad se presente con demasiada frecuencia, nunca será absoluta.

Dile que cuide la música —siempre la música—, porque será el hilo que una lo que fuiste con lo que eres. Dile que el ruido de ahora no es un enemigo, sino un recordatorio: una llamada a parar, a escuchar con más atención aquello que todavía late bajo tanto estrépito.

Y dile, sobre todo, que no se tema a sí mismo. Que incluso en los años más duros, cuando la vida parezca una habitación llena de caos y gritos, él seguirá teniendo permiso para volver a encender la vela, dejar que el viento encare un nuevo destino, sentarse en su refugio y escuchar el eco de su respiración. Porque ese lugar, aunque lo haya olvidado, nunca dejó de existir: solo esperaba su regreso.

Y cuando termines de decirle todo eso —o quizá solo una parte—, mírate bien. Observa la forma de sostener el mundo, tan ligera, tan ingenua. No imagina las batallas que librarás, ni los silencios que aprenderás a interpretar, ni los nombres que desaparecerán dejando huecos imposibles de rellenar. Pero tampoco conoce las risas nuevas, los amaneceres que aún te esperan, las manos que te acompañarán.

Así, mientras le hablas, algo dentro de ti se recoloca. No es que el dolor se desvanezca —eso sería engañarse—, pero adquiere un nuevo lugar, un contorno menos amenazante. Como si, de algún modo, en la conversación con tu yo de entonces también hubieras encontrado una conversación contigo mismo.

Vuelve a encender la vela, aunque solo quede un resto diminuto en la mecha. Mira cómo tiembla la llama, cómo ilumina apenas unos centímetros de sombra. Ese pequeño temblor también eres tú: frágil, sí, pero aún capaz de alumbrar.

Y entonces lo entiendes. Los veinte años que te parecieron un suspiro no fueron solo ruido: entre tanto estrépito creciste, amaste, aprendiste a caer con más dignidad y a levantarte sin tanto alboroto. Te convertiste en alguien que, pese al cansancio y las dudas, sigue caminando.

Ahora levántate del refugio. Cierra los ojos un momento y respira todo lo que fuiste, lo que eres y lo que todavía puedes ser. No estás regresando al pasado: estás recuperando la fuerza para continuar.

Porque la nostalgia no es una cadena, sino un recordatorio. Y la esperanza, aunque tenue, siempre encuentra un resquicio por donde entrar para iluminar este cuarto donde a veces vuelves.!Incluso después de veinte años. Incluso ahora.

jueves, 9 de octubre de 2025

Luz de mi vida

Me quité la camiseta

y al rozar tu piel supe

que serías parte de mí para siempre,

como yo lo sería de ti.

Tus ojos rasgados,

tu piel intacta,

tu aroma a vida

se volvieron la chispa

que me impulsa a despertar cada mañana.


Seis años han pasado,

mi bebé se hizo niña,

como Cenicienta convertida 

en princesa de cuento.

Iluminas mi mundo

con tu sonrisa,

con tus sueños,

con el brillo de tu mirada

llena de pequeñas eternidades.


Respiras al compás de la música,

entre danzas, piruetas y juegos imposibles.

Tu inconformismo innato

te lleva a intentarlo una y otra vez,

sin rendirte.

Ojalá siempre sea tu lema:

volar, insistir, soñar.


Cuando dibujas, el mundo se detiene.

Con trazos sencillos inventas universos,

das forma a colores que antes no existían,

y pintas puentes invisibles

entre tu imaginación y la realidad.

En cada hoja de papel 

dejas un pedacito de ti,

y en cada dibujo descubro 

nuevas maneras de quererte.


Te pierdes en los cuentos

como quien abre una puerta secreta.

Escuchas cada palabra 

con los ojos muy abiertos,

y los personajes cobran vida,

saltan de las páginas 

y te acompañan en tus juegos.


Princesas, dragones, 

héroes y animales fantásticos

habitan tu mundo interior,

y con ellos aprendes

que todo es posible

si se sueña con el corazón.


Construyes mundos con tus manos,

inventas historias con tu risa,

y cada día me enseñas

que la maravilla está 

en los pequeños detalles:

el brillo de un lápiz,

el susurro de un cuento antes de dormir,

la magia de una pirueta que desafía la gravedad.


Sigo prometiéndome verte crecer,

seguir tus pasos y tus vuelos,

acompañar tus risas y tus silencios,

y guardar cada instante

como un tesoro que será nuestro para siempre.

Desde que llegaste,

nada importa más que tu luz,

tu alegría, tu curiosidad infinita,

y la certeza de que cada día a tu lado

es un regalo que quiero celebrar

una y otra vez,

para siempre.


viernes, 26 de septiembre de 2025

Memoria en Ruinas

En blanco y negro gira la mirada,

ruinas sobre ruinas se levantan,

ruina de hombres,

memoria en ruinas, ruina de esperanza,

runas de guerra y de hambre grabadas.


La vida engendra a la muerte,

la muerte siembra batallas,

la guerra consume la vida.

Si Dios existe, qué farsa sagrada:

que abra su ventana y mire la desgracia.


La lucha no era este fuego,

el sacrificio no era de sangre.

La verdad arde en el pecho,

y el dolor, nunca sana en balde,

con un pañuelo blanco ondeando al aire.


Tanta verdad se oculta en la mentira

que ninguna se distingue ya,

pues la primera,

por siempre manchada,

se disfraza de duda envenenada.


Suenan ráfagas al viento,

se alza el polvo,

cuerpos caen a la tierra,

y niños, sin consuelo,

pierden alma y tiempo.


Cuando se desarme el conflicto,

olvidarás tus miedos,

guardarás tus recuerdos en sombras,

y en un sofá sin rumbo

seguirás la farsa del destino incierto.


Pero habrá quien recuerde

una tierra, una familia,

mientras arrancaron de raíz su vida,

aún le quedará otra vida

que vivir en este nuevo día.


Con la amarga voz en la herida,

seguiremos contando lo vivido,

tejiendo en la memoria una salida,

alzando luz sobre el camino,

y haciendo de la vida un motivo.

lunes, 7 de julio de 2025

Amarga memoria

Se oye el rubor del mar de fondo.

Las gaviotas aleteando al alba,

el sol empezando a remontar

la línea del horizonte

y yo intentando recordar

los motivos que me llevaron

a olvidarte.


Cada día vuelvo a ser más yo

y menos tuyo.

Poco queda ya de aquel niño

a quien el amor golpeó

a miles de kilómetros de casa

y engañó en la suya,

Nada queda ya de mi

y todo por ti.

Inevitablemente vivir

invita a cicatrizar.


Esta amarga memoria,

ya no quiere ser gilipollas,

no olvida que lo vivido forma parte

de esta trampa llamada vida,

y a pesar de los desengaños,

cada vez es más adictiva.


Ahora que trato de disimular

el paso del tiempo,

mi piel cansada, el pelo cano,

la falta de vitalidad en mis formas,

tengo la experiencia que necesité

cuando de verdad necesitaba

vivir hasta agotar la vitalidad.


Tridilio

 Fiel compañera luna,

en noches en vela

que el frío arropa la duda.


Te espero al borde de la cama

esperando a desbordar

tu cuerpo de caricias.


Sigilosa reptas por las sábanas, 

como el cazador 

antes de hacer presa.


Bajan las pulsaciones,

aceleras mis respiraciones,

disparas tensiones y dilataciones.


El aire recuerda que estamos vivos,

y el cuarto embriagado 

del perfume de tu desnudez.


La comisura de tus labios

calma la sed de mi mundo, 

sequía árida de tantos fallidos años.


Descubres el mapa que oculto

entre las cicatrices y las llagas

de la última vez que me vestí en llamas.


Me pierdo en el mar de tus ojos,

oculto bajo aquellos pómulos 

cansados de tantos sueños perdidos.


Que las yemas de tus dedos

desbloqueen mi cuerpo 

y descubran mi caja de Pandora.


Sácame el corazón,

y déjalo encima de la mesa.

Que hable de emoción.


Sometamos el pasado 

a un tercer grado,

fiscalicemos los miedos.


Cadena perpetua sin tregua,

para aquellos 

que se van de la lengua.


Diseccionemos sentimientos,

bañémoslos en lágrimas,

que no ceje el empeño.


Hacía tiempo que no estaba, ni te esperaba.

Te exasperas. Me desesperaba.

Y a la noche la descubrió el alba.


Los cuerpos caen rendidos,

los sueños se desvelan

despreciados sometidos.



Sin más

los sentimientos emigraron de mi cuerpo

como los vencejos al sur 

cuando la del mes de Septiembre 

es la primera hoja en caer del Otoño.


la emoción hace tiempo desgranó la piel

que me vestía cuando la inocencia me abrazaba.

me abandoné, me dejé ir, me ausenté de mí mismo.

clavé mi mirada en un espejo, y ya no estaba allí.


presagie mi muerte, presidí mi funeral.

la cabeza se despegó del cuerpo,

mi tranco se alargó tanto que simuló trotar

no me hizo falta tal, hace tiempo que no estaba, sin más. 


sin pulso ni impulso, sin uso y sin querer amar,

y olvidé que lo que realmente quería 

no era marchar sino permanecer y estar,

quería reir, gritar, cantar y amar.


quería sanar mi cabeza, quería volver a la piel

y a dar cuerda al corazón para amar desde dentro

desde la raíz y la tierra que da sentido a la vida

y da comienzo a un nuevo día.

lunes, 9 de junio de 2025

Honor

 Siempre me dijeron que

el hombre viste por los pies,

que la palabra es

el contrato más valioso

y que esos pactos

están para cumplirse.


Pero los ideales fueron ideales

cuando los hombres eran eso:

hombres.


Ahora que todo es instantáneo,

que los caprichos gobiernan la sociedad,

que nos ocultamos para nombrar las verdades

y vivimos en el mundo de

«tiro la piedra y escondo la mano»,


las palabras huecas se clavan

como cuchillos en la espalda,

heridas que desgarran el corazón.


Los valores se deprecian,

los principios presagian finales,

y huracanes de ira

arrasan cualquier vestigio

de nuestra emoción,

condenándola al ocaso.


Y así, en el teatro de lo efímero,

nuestras voces se quiebran

antes de nacer,

se convierten en ecos

en pasillos vacíos,

en susurros de un deseo

que ya nadie recuerda.


El silencio se viste de gala

con máscaras de indiferencia,

y cada promesa

se torna ruina

entre los dedos que alguna vez la forjaron.


¿Dónde quedó el pulso firme

de quien desafía al miedo

con un puño de certezas?

Se ahogó en la tinta

derramada de la duda,

se perdió en la niebla

de un mañana que nadie espera.


Pero aún late, tenue,

la chispa obstinada

de quienes saben que la palabra

no es un juego:

es el puente

entre el anhelo y el hecho,

la brújula que orienta

el caos de lo posible.


Si levantamos los escombros

de tanta promesa rota,

podremos reconstruir

un pacto nuevo,

donde cada verso

sea un juramento de vida,

y cada gesto,

un acto de regreso

a la hondura del ser.


Que la voz no sea flecha

para herir en silencio,

sino lámpara que alumbre

la sombra

donde nace el coraje.


Que las manos, al estrecharse,

sientan la fuerza

de quienes, aún en ruinas,

siguen creyendo

en el poder

de una sola palabra:

honor.

martes, 1 de octubre de 2024

Miedos e Incertidumbres

 El tiempo hace tiempo

que dejó de dormir en un reloj,

el reloj no detiene el control, 

ni el talento, ni el tiento…


No distingo entre el bien o el mal.

Mi cabeza varada

en mitad del mar

sin rumbo fijo ni destino

sólo ahogándose en lágrimas de vino.


Cuando no eliges correctamente, 

cuando te confundes de más,

las dudas asaltan a cada paso que das.

Sin saber muy bien porqué, 

quedas atrapado en una rueda,

en una espiral de destrucción vital.


Dudas de si comerte el orgullo

aporta la suficiente energía 

para seguir viviendo.

¿para que sirve salir corriendo

si por más que huyas

el miedo sigue siendo tuyo?


El miedo sigue siendo tuyo,  

un compañero silencioso, fiel,  

se oculta en cada esquina de tu ser,  

esperando el momento de hacerte caer.  


Incertidumbre en cada decisión,  

el camino borroso, sin dirección.  

Te preguntas si el próximo paso  

será el último o solo un atraso.  


¿Y si el futuro es un espejismo?  

¿Si la esperanza es solo un abismo?  

Te detienes, pero el tiempo no,  

y en ese vaivén, se pierde la razón.  


Al final, ¿qué es más cruel,  

el miedo a fracasar o a vivir sin él?  


Subjetividad

Aquella tarjeta de aniversario en el suelo

me recordó las rosas que te regalé

y lo felices que fuimos entonces.


La acaricio con la fragilidad,

de quien sabe que puede

romper un sentimiento 


Me encojo, abrazo mis rodillas

y apoyo en ellas mi cabeza.

Miro al infinito… y te busco.


Te busco como quien busca aquello 

que perdió sabiendo que nunca 

lo volvería a encontrar.


No lo encuentro, 

ni dentro ni fuera de mi,

no recuerdo como vivir, soledad.


Soledad sin dudar, soledad

soledad sin esperar,

no se que más pensar.


Y pienso que el valor de las cosas

reside en la importancia que le damos

mientras nos importa, subjetividad.


Allí, en esa esquina del tiempo,  

donde el pasado se mezcla con el presente,  

me detengo a recordar lo que fuimos.  


Cada risa, cada susurro,  

cada instante que se escapó  

como arena entre los dedos.  


El vacío se siente más grande sin recuerdos,  

y el eco de tu voz resuena  

en las paredes de mi alma.  


El tiempo, implacable, sigue avanzando,  

pero yo, atrapado en el tiempo,  

no dejo de pensar que perdí, que ya no soy.  


Soledad, eres compañera 

de este viaje sin destino,  

donde los recuerdos pesan más que el olvido.

sábado, 14 de septiembre de 2024

Todo pasará

 Pasará,

Irremediablemente todo pasará.

Para bien o para mal.

Todo acaba, 

aunque creyésemos que nunca iba a terminar

Las historias, aunque duelan,

hermosas o dolorosas 

tienen fecha de caducidad.


¿De que valieron los sentimientos?

¿De que sirvieron los hechos?

¿Por qué amando te sientes solo?

Esos momentos que notas

que algo no va,

fruto de la inseguridad, 

miedos y subjetividad,

arrasan más que el fuego voraz.


Pasará, 

porque todo tiene que pasar, 

porque somos incapaces

de secuestrar el tiempo cobarde,

o recuperar un sentimiento 

cuando la ceniza y polvo

es lo que queda 

una vez que arde.


¿Dónde quedaran las promesas

que no hicimos cuando todo iba bien?

¿Dónde irán los besos infinitos

y las madrugadas despiertos?

¿A dónde los versos si ya nadie los lee?

Las palabras se encadenan a las promesas

hasta que nadie se acuerde de ellas.


Entonces, en medio de una tormenta 

de recuerdos y sentimientos, 

una pregunta persistente

lo envuelve todo

¿qué queda cuando todo ha pasado 

y solo quedan ecos de lo que una vez fue?


En la penumbra de una habitación 

que guarda los secretos del pasado, 

mi sombra solitaria 

hojea un viejo cuaderno. 

Las páginas, amarillentas y desgastadas, 

contienen palabras 

que alguna vez prometieron eternidad. 


Cada línea 

es un testimonio de un amor 

que parecía inmortal, 

de esperanzas compartidas 

bajo la luz de las estrellas. 

Pero ahora, esas palabras 

son solo susurros en el viento.


Cerré el cuaderno con un suspiro. 

Las promesas no pronunciadas, 

los besos olvidados, las madrugadas 

que se desvanecieron en el olvido... 

Todo eso se ha convertido 

en una serie de imágenes difusas 

y desvanecidas. 

Sin embargo, a pesar del paso del tiempo 

y el desvanecimiento de los recuerdos, 

queda una lección inmutable.


Tic-tac, tic-tac… 

las historias y los sentimientos 

vuelven a hacer caer otra hoja del calendario

el tiempo caprichoso

no puede ser detenido ni recuperado. 

Cada experiencia, cada emoción, 

tatúa una huella en el alma. 


Aunque el fuego consume 

y la ceniza se dispersa, 

lo que queda de esas historias 

es un eco persistente

que nos recuerda la belleza 

de lo que una vez fue real.

El silencio en mi habitación

 Me faltaron Cinco minutos para decir “Te Quiero”. Solo cinco para volver a hablar contigo y contarte cuanto te echo de menos, cuanto han cr...