sábado, 14 de septiembre de 2024

Todo pasará

 Pasará,

Irremediablemente todo pasará.

Para bien o para mal.

Todo acaba, 

aunque creyésemos que nunca iba a terminar

Las historias, aunque duelan,

hermosas o dolorosas 

tienen fecha de caducidad.


¿De que valieron los sentimientos?

¿De que sirvieron los hechos?

¿Por qué amando te sientes solo?

Esos momentos que notas

que algo no va,

fruto de la inseguridad, 

miedos y subjetividad,

arrasan más que el fuego voraz.


Pasará, 

porque todo tiene que pasar, 

porque somos incapaces

de secuestrar el tiempo cobarde,

o recuperar un sentimiento 

cuando la ceniza y polvo

es lo que queda 

una vez que arde.


¿Dónde quedaran las promesas

que no hicimos cuando todo iba bien?

¿Dónde irán los besos infinitos

y las madrugadas despiertos?

¿A dónde los versos si ya nadie los lee?

Las palabras se encadenan a las promesas

hasta que nadie se acuerde de ellas.


Entonces, en medio de una tormenta 

de recuerdos y sentimientos, 

una pregunta persistente

lo envuelve todo

¿qué queda cuando todo ha pasado 

y solo quedan ecos de lo que una vez fue?


En la penumbra de una habitación 

que guarda los secretos del pasado, 

mi sombra solitaria 

hojea un viejo cuaderno. 

Las páginas, amarillentas y desgastadas, 

contienen palabras 

que alguna vez prometieron eternidad. 


Cada línea 

es un testimonio de un amor 

que parecía inmortal, 

de esperanzas compartidas 

bajo la luz de las estrellas. 

Pero ahora, esas palabras 

son solo susurros en el viento.


Cerré el cuaderno con un suspiro. 

Las promesas no pronunciadas, 

los besos olvidados, las madrugadas 

que se desvanecieron en el olvido... 

Todo eso se ha convertido 

en una serie de imágenes difusas 

y desvanecidas. 

Sin embargo, a pesar del paso del tiempo 

y el desvanecimiento de los recuerdos, 

queda una lección inmutable.


Tic-tac, tic-tac… 

las historias y los sentimientos 

vuelven a hacer caer otra hoja del calendario

el tiempo caprichoso

no puede ser detenido ni recuperado. 

Cada experiencia, cada emoción, 

tatúa una huella en el alma. 


Aunque el fuego consume 

y la ceniza se dispersa, 

lo que queda de esas historias 

es un eco persistente

que nos recuerda la belleza 

de lo que una vez fue real.

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