miércoles, 22 de junio de 2011

Día a día

Mis manos se deshicieron
con tan sólo tocarte.
El calor de tu piel
hizo que me deshiciese
entre las sabanas
de esta cama en llamas.
Poco a poco fui fundiéndome
entre recuerdos,
entre los sueños,
de cuando me bañé
en el mar de tus besos.

Hermosa escultura de carne y hueso,
perfecta composición humana,
armoniosa voz, cantos de sirena.
Tu cuerpo desnudo me envenena,
me trae y me lleva,
mi alma vacía ahora,
anoche con tus caricias
estuvo por dentro llena.

Acariciarte desquicia mis poros,
me enciende por dentro sentir,
tus cabellos bañados de oro.
Eres para mi la condena,
que me encadena,
los días en tu ausencia,
me llenan de pena.
Arroparme con tu melena,
me viste de las mejores galas,
usar tu perfume desgastado
me llena de vida,
me sana y me hace volar sin alas.

Semidiosa griega,
entre ficticia y real
te colaste en mis pensamientos
veinticuatro horas al día
te hiciste de verdad.
Entre noches y días,
se quemaron nuestros cuerpos
y este encanto no fallecerá
entre poesía y filosofía,
de tus labios nació
la palabra amar.

Mis manos se recompusieron
al roce de esta piel,
mis manos se sintieron
útiles para tu rostro,
pañuelo para las lágrimas
que seguro han de caer,
huesos y carne por si te caes
y tienes que levantarte
y a poquitos crecer.

Me envenenas el recuerdo,
cuando no estás
me llenas de tristeza,
pero solo mirar tu fotografía
me invita a la sonrisa,
a sentirte cerca de mi vida
a sentir tu caricia,
me lleva a besarte
a ser tu día a día.

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