A paso lento,
apenas sin desplazarme del sitio,
disfruto de cada rincón
en el que te besé alguna vez.
El tiempo se detiene
y tu silueta se dibuja al frente.
Entonces me imagino
que entre miradas cautivas de amar
te acaricio una y mil veces mas,
y mi sonrisa ilusa
ilumina la calle oscura,
y te intento besar.
Me acerco lentamente a tu rostro,
me baño en el mar de tus ojos,
y cuando alcanzo a besar
tus ansiados labios
desapareces y no vuelves más.
Mi recuerdo vuelve a vagar,
entre mi mundo y el real.
Y mis lágrimas me vuelven a ahogar
para bañarme los ojos
y mostrarme el filo roto
de una copa de cristal.
Bebo la sangre de mis labios,
bebo para olvidar,
para emborracharme de sentimientos
que no volverán,
que se irán de nuevo,
para volver otro día fugaz.
Hay lugares donde escapamos sin necesidad de movernos del sitio, este pretende ser uno de ellos. Disfruten de su estancia y sientan las palabras.
miércoles, 12 de octubre de 2011
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