sábado, 8 de octubre de 2011

La careta espectral

Cuando la verdad se empeña en abrirnos los ojos, nos damos cuenta de que estamos en una novena planta y con tan solo unos centimetros de cornisa bajo nuestros pies. El resto está todo en el aire. El resto es todo divagar y divagar hasta que la realidad consigue encontrarnos y en ese momento te encuentras solo en mitad de un bosque de arboles milenarios, frondosos y extensos que no permiten que veas la luz por ningún agujero. Ni una simple rendija por la que el blanco destello cruce a encontrarse con mi rostro para calentar una idea.

Hoy me he encontrado con esa verdad. He descubierto el bofetón del tiempo sobre el mentón porque veo que ni la palabra amistad engloba en si el significado de la sinceridad, ni lo que honestamente se merece la misma, porque ella en su composición son siete letras y cada una es una de las partes de las siete maravillas que el hombre trajo a la Tierra; porque veo que las cuentas de esto que nos empeñamos en llamar vida no cuadran y el negativo no se convierte en un mas, descubriendo a cada instante que cuanto mas sincero eres, mas se oculta la realidad porque uno mismo se intenta autoconvencer de que debe haber mas buena gente que mala gente.

Esta vida se agarra a la tabla de salvación que nos puede dar el hecho que nuestros ojos se queden ciegos de tanto mirar, el que entre nosotros ya no quede nada, ni tan solo un pedacito de aquella vieja y gastada historia, de la que un día presumimos y de la que cuanto más polvo la cubre, más real se vuelve la mentira con la que nos obcecamos en vestirla. Nunca entendimos de moda a pesar que nos empeñamos en hacer de cada instante una pasarela de transfugos momentos que se han escapado por la puerta de atrás del mismo modo que para entrar la derribaron. La casa de los espectros se ha declarado en ruinas porque estos hechos ya no ejercen de cimientos y no soportan el peso de una mentira como tejado, ni de una lágrima sobre el papel mojado. Todo sigue igual, todo es parte de la consciencia de nuestros sentimientos, es un aleteo de un pájaro migrando al norte en busca de hermanos de blanca tez con los que volar hacía una mentira disfrazada de verdad.

Cada uno somos de nuestro padre y de nuestra madre. Algunos pares de zapatillas cansados de correr por delante para ser necios y no conocer lo que es la sinceridad del Alma que me acabo de encontrar escondido en mi mochila, sumergido en la botella de oxigeno que enviamos al fondo de este mar en busca de la última verdad. La pleamar lo envuelve, las olas las arrastran, las empapan y todo sucede como si nada de forma natural, sin dejar ningun rasguño entre tus pensamientos de buena mañana. La verdad es la verdad y no queda más que sentarse y aceptarla porque así, simplemente se proyectan sobre el grís y se rasgan las palabras manchadas.

Empieza a ser inútil esto de ser legal. Desde hace algún tiempo cada uno se vuelca en pensar en sí y nada nos va a hacer cambiar esa idea y mucho menos va a ser ahora que queremos estar sólos, porque despúes de lo que hemos visto creo que esa es la mejor opción si se juntan dos o más aunque no quieran compartir un mismo corazón, aunque para uno sea mucho el alcohol que hay en una botella de licor. Prefiero quedarme agarrado al brazo de la Soledad, al menos se que ella no me fallará y que me queda la poesía, las historias que veo a través de este sucio cristal, que emborrona la imagen pero que se enfoca a la realidad. Como todas las historias de amor, tarde o temprano tienen un final. Esta ha cavado su propia fosa sin que ninguno hiciesemos nada por parar. Dejamos que se hundiese en sus actos porque quizas no nos sentimos como los amigos se sienten de verdad. Todo empieza, todo acaba y tras el final, todo vuelve a empezar. Los espectros desaparecen, las caretas eran nuestra única verdad.

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