domingo, 15 de abril de 2012

El astronauta

Ayer me bajé del mundo, y lo hice con todas las consecuencias. Sin darle importancia a nada ni a nadie. Sin valorar la especie humana, creyéndome el más importante de los clones, el único que tenía algo mas de conciencia. Y así me subí en mi nave espacial y despegué. Me llevo lejos de vosotros, y estuve flotando por galaxias, constelaciones diferentes. Una dimensión paralela, donde siempre pensé que me encontraría a alguien.

Pero no fue así. Porque vagué por aquellos lares solo, y a mi radio no llegaba ni una señal que demostrase ni un puntito de vida a millones de kilómetros a la redonda. La gravedad me llevo a golpearme contra el techo y que mis ideas flotasen más rápido que yo mismo. De pronto, una luz oscura en mi ventana, y el umbral se incendió de deseo de compañía. Cogí los mandos y conduje directo hacia aquel lugar. Entonces me di cuenta que allí no había nada y que debía dar la vuelta porque mi esperanza se había diluido. Así que tras una larga temporada dando vueltas alrededor del Sol y de sus planetas decidí regresar, igual que me fui, con todas sus consecuencias, pero esta vez todo era distinto, mi cabeza estaba inclinada y miraba al suelo, sumiso de un pensamiento, con la losa del miedo sobre los hombros.

Todo seguía igual. El agua cubría tres cuartas partes del planeta, los desiertos se comían a los bosques y de vez en cuando algún movimiento de tierras cambiaba la fisonomía de los mapas. Todo estaba idéntico a cuando me fui. Todo menos vosotros, que ya no estabais. Al menos para mí. No hacía más que acercarme a vosotros, no hacía más que intentar atraer vuestra atención pero mis intentos eran en balde. Y fracasé.

Derrotado y sin aliento, cansado de intentarlo volví a mi nave espacial y me senté en la puerta, con el casco entre las piernas y me reflejé en la lámina del visor. Sólo contemple una cosa, frustración y soledad, enfado conmigo mismo. Mi egoísmo me ha hecho que me tenga que enfrentar a mis miedos una vez más solo aunque por mi cabeza sólo pase una pregunta. ¿Dónde están mis amigos? Ellos siguen ahí afuera con sus vidas, y yo en mi sofá dispuesto a volver a poner en marcha el motor de mi nave espacial para irme, y no regresar. No merecéis ver mis lágrimas y yo no merezco ser parte de vosotros porque os infravaloré. Comienza la cuenta atrás. La nave está apunto de despegar. No me deseéis buen viaje, no lo tendré.

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