lunes, 17 de septiembre de 2012

Decidí cambiar el mundo

Decidí cambiar el mundo y no te pregunté si tenias ganas de vivir en un lugar nuevo donde solo brille el Sol y en el que si tiene que llover que sea porque lloremos de felicidad. Decidí cambiar el mundo, así de repente, porque la hipocresía crece más alto que los árboles milenarios y su sombra nos deja una extraña palidez. Quizá todo sea parte del sueño de ayer noche, o de dormirme pensando en que todo puede ser posible si le ponemos ganas pero, decidí cambiar el mundo, y decidí pensar en ti antes de pensar en mi. Decidí anteponer tus sensaciones a mis sentimientos, porque sólo con pasión podemos cambiar el odio por los besos que queremos.

Tal vez sea un tanto utópico, sea un ansiado lugar al que viajar, pero si ayer conseguimos conquistar la luna; no caeremos derrotados en la guerra por la felicidad, no nos vencerá un batallón de soldados con los ojos vendados, porque no quieran darse de bruces con la realidad; no seremos extraños si a casa conseguimos arribar, a pesar de que el puchero esté apagado, la comida fría y la riña de la abuela esperándonos porque lleguemos tarde no se vuelva a escuchar. Volver a casa, es volver a sonreír. Volver a casa es sinónimo de humanidad, es luchar por buscar tu pedazo de felicidad.

Hoy decidí cambiar el mundo. Arrojé las apolilladas prendas que me vestían por la ventana, y las palomas blancas de alma se decidieron a entrar y sacarme a volar. Aunaron fuerzas, y me elevaron mas alto de lo que jamas pude imaginar. Volamos alto y sin turbulencias, me llevaron al nido del que salimos todos, al origen de la originaria originalidad, al lugar donde el silencio es música celestial, y los besos son obligados al despertar. Decidí cambiar el mundo, sin contar contigo la verdad. Decidí hacerlo porque esta sorpresa es el regalo que se da antes de encender la luces de Navidad, y no espero que te guste, porque lo hice así sin más. Seguro que así viviremos mas a gusto, y dormiremos de noche de un tirón, no tendremos que preocuparnos por nada, podremos despertar sin la incertidumbre que provocan las alarmas al sonar. Seremos parte de una sonrisa, seremos dueños del tesoro mas ansiado que podamos conquistar, seremos el sinónimo de la libertad.

Decidí cambiar el mundo, dando por hecho que tú también lo deseabas, y que nos sentaremos mano con mano a trabajar por alcanzar algo más allá de lo que hayamos podido imaginar. Nos sentaremos a construir un castillo de naipes inquebrantable, esperando que venga a poner a prueba sus cimientos un huracán llamado Crueldad; porque también decidí romper la tradición de nombrar a los huracanes con nombre de mujer. Supongo que será porque la madre de la vida es una mujer y eso pesa mas que ser el rey de la destrucción fatal, el dueño del polvo y la tierra desmembrada, el padre de la pobreza y la desgracia social.

Decidí cambiar el mundo, para poder llevarte de la mano a viajar, porque siempre quedarán lugares infinitos donde podamos volar. Siempre quedará la sonrisa empañada por tu aliento tras el cristal, y seremos libres, por el mero hecho de ansiar la libertad, porque nos pertenece y somos dueños de las estrellas infinitas que se esconden detrás de las constelaciones que nuestra vista no alcanza a divisar. Decidí secar de lágrimas el rostro de quien decidió llorar por penar. Decidí ser vuestro y que mi vida la juzgaseis así sin mas. Decidí que la condena más alta que debo pagar es perder la ilusión por vivir y por amar, porque soy un sueño anclado en las pupilas y algún día los sueños se harán realidad. Decidí por ti pero esta vez para regalarte un mundo de verdad.

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