Suele
ocurrir que caemos en el olvido antes que en el recuerdo, entonces los
guarismos no cuadran y las adicciones se convierten en sustracciones de sangre
para regalárselas a tus enemigos antes de que varios ángeles negros vengan a
buscarlos con las alas gastadas de tanto agitar, con la mirada nublada del
absurdo humo que se escapa del vacío infernal, con las deudas escritas en un
papel que la conciencia aún conserva bajo aquella botella de vino que nos hizo
olvidar cualquier problema que viene a sentarse en la mesa con nosotros para
intentar indigestarnos.
La
ventaja de caer en el silencio y en la oscuridad de los que un día te
quisieron, es que la vida te regala una nueva oportunidad para volver a
reinventarte. La ventaja de la penumbra es que te puedes reír de todo cuanto
quieras que ni siquiera tus amigos verán tu irónica sonrisa al pasar. La
ventaja del silencio es que oirás a quien venga a hacerte daño por muy sigiloso
que sea su caminar. La ventaja del olvido es que no trascenderá sobre el resto
de los mortales, el asesinato de sus recuerdos contigo porque no supones nada
para ellos.
Suele
ocurrir que a orillas del corazón, entre los ríos de lágrimas, crecen las semillas
de la frustración, dando fruto a las inmensas llanuras de las cosechas de odio
que se recogen en las jornadas de ocho horas. El resultado es que hay más
hectáreas que segar que frutas prohibidas que recolectar. Pobre bagaje, pobre
estomago que alimentar. El mundo sufre una ola de hambruna y todo es debido a
las envidias, todo se debe a las veces que nos hemos mirado a la cara, carentes
de cualquier ápice de sinceridad, carentes de fidelidad.
Sucede
a veces, que cuando te das cuenta de que empiezas a sentir, los sentidos te
abandonan, y tú, te marchas tras ellos. Te marchas y emigras hacia el exilio
del alma, hacía ese alejado país vallado en la frontera y vigilado por ejércitos
invencibles de soledad. Donde cualquier dictador es bien recibido siempre que
el miedo sea su carta de presentación, siempre que temamos pronunciar en
nuestros labios un te quiero incontrolado. Siempre que tengamos miedo a que
nuestro corazón sea desahuciado tras ser terriblemente hipotecado.
Suele ocurrir que cuanto más
sincero eres contigo mismo, más sordo se queda el mundo, más mudo parece uno. Suele
ocurrir que el pasado pesa más que el presente, y que por eso el presente
escribe en letras grandes y oxidadas el futuro que vendrá. Ocurre cuando
decimos te quiero, que el silencio nos conteste con cara de incredulidad.
Aunque hoy en día, cuando confiamos haberlo visto todo, el guión a manos de
cualquier ser humano se altera con una extraña facilidad; como quien traza líneas
sin ordenar sobre un lienzo en blanco, con la única intención de manchar.
Ocurre a menudo que somos humanos
y que estamos obligados a confundir la fantasía de la realidad, sin más ánimo
que tener una ilusión que nos empuje a caminar. Somos un pedazo de risa, somos
un trozo de vida, pero si no prendemos una cerilla no somos mas que un pedazo
de papel liviano en medio de una tormenta, arrastrado por el huracán de la
infelicidad. Pasemos los lunes al sol, que mañana martes Dios dirá. Seamos
sinceros, seamos limosna de domingo en aras de volver a empezar sin tener mirar
hacia detrás.
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