Todo se hundirá como el Titanic, todo quedará en el fondo del mar, sumergido dentro de un gélido recuerdo tras chocar con miles de icebergs en forma de realidad. Ya nada ni nadie puede salvarnos, ya nada es tan cálido como lo fueron besos que nos dimos. No quedará ni un reducto de lo que fuimos, no quedará nada, sólo hielo y agua por los cuatro costados.
En el trayecto de la superficie al fondo intentaremos agarrarnos a cada valioso momento que se hunde con nosotros. Intentaremos que sea lo menos doloroso posible, pero el poco oxigeno de nuestros pulmones hace que nuestro cerebro cada vez trabaje más lento. No somos nada, solo un cuerpo, un misero cuerpo que cae sin intención de volver a subir. Ya nadie puede salvarnos. El arrepiento ahora no sirve de nada.
Nuestro cuerpo golpea lento contra el suelo, nuestros ojos echan un vistazo por última vez a lo que nos rodea. Apenas un atisbo de claridad, solamente el cristalino de otros ojos, otras gentes, otros iguales. Paradójicamente, a escasos metros de donde descansa nuestra espalda, las llamas esperan llenas de la vida que nos falta y que ansía recibirnos. Otros mundos, otras historias, otros espectros, pocas glorias.
El infierno, es el lugar que nos espera después del frío, del suspiro y del hielo. Con su dueño, con su empeño en poner chispa a una nueva vida. Con su ironía y su mentira. Allí nos empadronaremos eternamente, allí viviremos. Ese que llamamos Dios se cansó de salvar nuestro pellejo. Ya nadie vendrá a salvarnos, ya no tenemos remedio, no conoceremos la palabra consuelo.
Paisajes oscuros marinos se adueñan del cuerpo, infiernos en llamas se visten cielo, y ni tú ni yo nos quisimos, ni nos querremos; ni tú ni yo venceremos. Seremos herederos del silencio y breves prisioneros de lo frágil del tiempo. Seremos el fracaso de El Creador, seremos puñeteros hasta decir basta por no ser sinceros, y el agua sera quien nos desnude de cada uno de nuestros vestidos falsa moral, el agua nos disfrazará de misero esqueleto, y ahí al fondo, por fin descansaremos.
Nadie se acordará de nosotros. Nadie ni nuestros enemigos ni los acreedores que yacerán en el mismo infierno. Seremos parte del hundimiento del Titanic, seremos quien hundió el cielo, seremos acero, seremos indestructibles pero nos mató la fragilidad del agua en forma de sentimiento y hielo.
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