Igual Peter Pan volvió a por Wendy y en ese
momento se dio cuenta que el tiempo pasa imparable; hoy, por mi parte, comprobé
que hace años que dejamos de ser niños. Descubrí que más allá de que nuestros
miedos desaparecieran y se disolviesen, ocurre justamente lo contrario y a
medida que crecemos, se hacen más grandes y los vamos alimentando cuanto más
los tememos. Entonces solo nos queda cerrar los ojos y bajar los brazos
mientras que la tormenta pasa con toda la fuerza. Y si, si tú pregunta es si
tengo miedo, mi respuesta es que si. Estoy eclipsado por el miedo frente a mis
ojos. Estoy acojonado en el rincón más oscuro de mi casa, en la habitación más
oscura del corazón donde nunca llega la luz ni el sentimiento. El simple hecho
de pensar en haber crecido me genera un vértigo más doloroso que cualquier puñalada
por la espalda.
No sé si será la parte de mis inseguridades que
me "ahinan" o serán las
arrugas de mi frente quienes entumecen mis neuronas. No sé si será la
frustración de los objetivos incumplidos. No sé si será la astenia primaveral o
la falta de amor propio y del otro, pero soy la parte de dolor en una película sin
argumento. Esa parte mustia de mi que suele golpear en mi mentón deformando la
sonrisa, hundiéndome los ojos, amoratándome el rostro. Si, ese soy yo y ese
quizás sea el único valor que me queda. El análisis subjetivo, la autocrítica,
la sinceridad conmigo mismo. Ese soy yo.
Ahí es donde todo comienza. La desconfianza que
tenemos en nuestras posibilidades, infinitas por otra parte, son las que nos
limitan y la que hacen que vivir sea una carrera cuesta arriba, cuando debería
ser más bien lo contrario. Caminar del lado de esa persona que nos llena la
fuente de la vida tendría que convertirse en obligación, y por el contrario nos
empeñamos en alejarnos de ellos. Nos hicimos egoístas al mismo tiempo que
solitarios, nos hicimos humo de una chimenea dejándonos llevar más por el aire
que por los latidos del corazón, y así nos pasa. La desconfianza se convierte
en nuestra hermana, y por muchos cuentos de príncipes y princesas que nos cuenten,
terminamos por hacer de las historias agua estancada, que no corre, que no da
vida, pero huele y apesta por el odio que la retroalimenta.
Ese es el ser humano, ese soy yo, lejos de
vestirme de sonrisa y de disfrutar de ellas, me disfracé de mentira, de
incendio, de bomba nuclear. Me hice mi propia armadura aunque después a la mínima
me rasgase las vestiduras. Me olvidé de olvidar, me perdí al perdonar. Me ahogué
en mi autocompasión y me hice invisible. Los espejos ya no me reflejaban, las
heridas ya no sanaban, y así vivir se hace muy difícil. Sin un objetivo que
alcanzar, sin una estela que surcar, sin risa la vida se muere y la
indiferencia nos empieza a conquistar.
Sólo espero un gramito de tu ilusión, una pizca
de tu mirada para iluminar mi mañana. Sólo espero vivir de amor, que no morir
de dolor. Sólo espero que vengas, y en la mano aún conserves esa flor. Sólo
espero ser el dueño de tus silencios, sólo espero ser tu sedosa voz para cantar
al aire los versos de tu hermosa declaración de amor. Igual que Peter Pan volvió
a por Wendy, mis sentimientos se vistieron de odio, y volvieron en busca del
amor.
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