jueves, 14 de febrero de 2013

Miedo




Igual Peter Pan volvió a por Wendy y en ese momento se dio cuenta que el tiempo pasa imparable; hoy, por mi parte, comprobé que hace años que dejamos de ser niños. Descubrí que más allá de que nuestros miedos desaparecieran y se disolviesen, ocurre justamente lo contrario y a medida que crecemos, se hacen más grandes y los vamos alimentando cuanto más los tememos. Entonces solo nos queda cerrar los ojos y bajar los brazos mientras que la tormenta pasa con toda la fuerza. Y si, si tú pregunta es si tengo miedo, mi respuesta es que si. Estoy eclipsado por el miedo frente a mis ojos. Estoy acojonado en el rincón más oscuro de mi casa, en la habitación más oscura del corazón donde nunca llega la luz ni el sentimiento. El simple hecho de pensar en haber crecido me genera un vértigo más doloroso que cualquier puñalada por la espalda.

No sé si será la parte de mis inseguridades que me "ahinan" o serán las arrugas de mi frente quienes entumecen mis neuronas. No sé si será la frustración de los objetivos incumplidos. No sé si será la astenia primaveral o la falta de amor propio y del otro, pero soy la parte de dolor en una película sin argumento. Esa parte mustia de mi que suele golpear en mi mentón deformando la sonrisa, hundiéndome los ojos, amoratándome el rostro. Si, ese soy yo y ese quizás sea el único valor que me queda. El análisis subjetivo, la autocrítica, la sinceridad conmigo mismo. Ese soy yo.

Ahí es donde todo comienza. La desconfianza que tenemos en nuestras posibilidades, infinitas por otra parte, son las que nos limitan y la que hacen que vivir sea una carrera cuesta arriba, cuando debería ser más bien lo contrario. Caminar del lado de esa persona que nos llena la fuente de la vida tendría que convertirse en obligación, y por el contrario nos empeñamos en alejarnos de ellos. Nos hicimos egoístas al mismo tiempo que solitarios, nos hicimos humo de una chimenea dejándonos llevar más por el aire que por los latidos del corazón, y así nos pasa. La desconfianza se convierte en nuestra hermana, y por muchos cuentos de príncipes y princesas que nos cuenten, terminamos por hacer de las historias agua estancada, que no corre, que no da vida, pero huele y apesta por el odio que la retroalimenta.

Ese es el ser humano, ese soy yo, lejos de vestirme de sonrisa y de disfrutar de ellas, me disfracé de mentira, de incendio, de bomba nuclear. Me hice mi propia armadura aunque después a la mínima me rasgase las vestiduras. Me olvidé de olvidar, me perdí al perdonar. Me ahogué en mi autocompasión y me hice invisible. Los espejos ya no me reflejaban, las heridas ya no sanaban, y así vivir se hace muy difícil. Sin un objetivo que alcanzar, sin una estela que surcar, sin risa la vida se muere y la indiferencia nos empieza a conquistar.

Sólo espero un gramito de tu ilusión, una pizca de tu mirada para iluminar mi mañana. Sólo espero vivir de amor, que no morir de dolor. Sólo espero que vengas, y en la mano aún conserves esa flor. Sólo espero ser el dueño de tus silencios, sólo espero ser tu sedosa voz para cantar al aire los versos de tu hermosa declaración de amor. Igual que Peter Pan volvió a por Wendy, mis sentimientos se vistieron de odio, y volvieron en busca del amor.

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