Díselo tú…
Aunque ella solo quiere bailar,
y no se de cuenta que
sus pasos ya no son suyos
sino de esa música
que suena y sueña sin parar.
Lo siente y no lo entiende.
El compás de su corazón
es el ritmo al que giramos
alrededor del sol.
Lo que algunos llaman duende,
mi niña lo convierte en emoción.
Sus manos se elevan al cielo
haciendo nudos al aire,
sus caderas agitan a un Dios
a punto de pecar,
sus muslos sus piernas,
taconean sin cesar.
Embrujo y fantasía.
Música sin más
como forma de vida.
Baila, baila, baila
y nunca dejes de bailar, y
que aunque la noche
se torne en silencio,
aun queda el último paso que dar.
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