lunes, 21 de junio de 2010

Al despertar (...A Conil)

Al despertar
confianza de tu boca,
el sincero abrazo de tu cuerpo
con la cal y la mar.
Barquitos pesqueros son mis dedos
que de un lado a otro
se empeñan en remar,
en busca de tu camino...
Al despertar,
puede que se haga realidad.

Un sombrero de olivo verde,
que cubre tu hermosa cabellera dorada
de palmera y caña,
de sonrisa plateada y al alma
le robaste cristalinas carcajadas...
El vestido de volantes blanco
que perfila la silueta de tu belleza,
hermosa, perfecta, ligera princesa.
Zapatitos de espuma y sal,
y el tres por cuatro de tu compás
que pone ritmo al cielo
que miras al despertar.

Recorro tu figura desde abajo,
con sólo mirarte, sin tocarte,
con la inocencia del niño
que descubre ingenuo
el pudor del desnudo.
Trazo cada una de las arrugas de tu vestido
con las yemas de mis encallados dedos,
sosteniendo el pincel del tacto
y dibujando estrellas fugaces
sobre el lienzo de la imaginación.

Alfombra de piel de arena,
las callejuelas hasta tu casa
y las macetas que vigilan tu escapada,
las que me prohiben la entrada.
La baranda verde en esta cuesta
vigilante de tu hermosura,
prisionera de mi mirada,
y mi alma que se escapa de mi cuerpo
y mi sueño se queda contigo,
que se hace eterno...

Fenicia mirada sobre la mar,
astuta espada romana que desenvainar,
belleza musulmana de rasgos flamencos
que regalaste a las mujeres de mi ciudad,
cristianas costumbres de otro manjar.
Etnias, razas y costumbres,
piratas y polizones encallan en tu puerto...
se mezclan las tradiciones
y los jirones de este corazón roto
roto porque junto a ti no está.

Me encarcelo cada noche
en la Torre de Guzmán,
secuestrado por las musas de tus calles,
en las que me paraba a cantar mi verdad.
Tarifa al fondo, la joven Chiclana
y mirando al frente la mestiza Ceuta,
de embrujado espíritu arábigo
cuando cada noche la luna se acuesta
para vernos de la mano pasar.

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