viernes, 4 de mayo de 2012

Testigos

Levántate...
Con el puño apretado sal a la calle, con la mano en alto apuntando al Sol... Da igual la ideología, da igual las raíces. Importa el ahora. El dióxido de carbono de los dirigentes nos está dejando sin respiración. La muerte dulce lo llaman. Está batalla la vamos a ganar, porque somos iguales humanos, porque aún creo que en el brillo de tus ojos, porque esos dos luceros hermosos son los ojos de aquel al que un día, hace muchos años, llame hermano, y eso mi corazón no lo ha olvidado.

Iza la bandera...
Que sea el miedo quien se calle. Que viento agite con fuerza nuestro trozo de tela. Que el mástil que la eleva a los cielos sea ese pedazo de bastón donde el padre de mi abuelo se apoyó sin miedo a la represión, porque él, insurrecto, sólo entendía de sus derechos. Los seres que respiran, que tenían vida, que por aquel entonces se comenzaron a igualar a los otros seres, los que se hacían llamar humanos.

Grita a los vientos...
Que el aire todo lo sabe y no entiende de secretos. Nuestra libertad nos dará la mano, y será el escudo de piedra que tanto esperábamos. Nuestra libertad es el tesoro por el que nuestra vida tiene sentido. La igualdad y la dignidad los perdimos cuando caímos en manos del banal dinero, cuando nos faltamos al respeto. Insurrectos, inquietos... Miedos, y mas miedos... Haremos una hoguera para quemarlos. Miraremos anestesiados a los ojos del futuro, que esa gran bola de fuego dibujará entre sus formas, entre sus llamaradas de dragón ahogado.

Plantaremos cara al pasado...
Olvidemos, que olvidar se nos da bien cuando de lo olvidado no recordamos la parte de aquello que el olvido creíamos que había olvidado. Hubo un día que el suelo se cubrió de ríos rojos y la tierra obediente absorbió las iras y los orgullos, para hacer un suelo firme y fuerte, un suelo donde reconstruiremos la justicia, y la vida empiece con una ligera e insospechada sonrisa. Donde bailaremos zapateando con firmeza el canto de los pájaros al amanecer, y dibujaremos en los lienzos del cielo las líneas del futuro que se trazan en nuestras manos.

Mi mundo es mi mundo... Y el tuyo.
Todos vivimos soñando... Idealizando, idolatrando carneros dorados que creímos Dioses y que hoy reposan bajo mis pies. Apenas un metro cúbico de respiración... Pero aún así me siento vivo, porque confío en el de al lado, casi tanto como en mi hermano. Y es reciproco, y sin querer nos damos la mano. Vivo... Me siento vivo y del legado de tu vida y la mía, nuestros serán orgullosos testigos.

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