En la oscuridad del paisaje,
miré al cielo y no estabas tú.
Volví a ver tu vestido de lentejuelas
colgado en el fondo del armario,
y tu perfume me abrazó,
para que recordar tu piel
fuese mi triste condena.
Entre el vuelo de las cortinas
prendidas de los árboles,
entre sus caricias que queman;
me creí caballero eterno
sin espadas ni escudos,
sin princesas que sueñan.
Mientras sigues sin alumbrarme,
sin ser mi señora, sin ser mi dueña.
Cara oculta de la noche,
compañera insomne de mis viajes
llenos de pasión y derroche.
Mi musa de aromas de eternos,
fragancias de polvos de estrella,
el vuelo de las mariposas muere
siempre sobre la flor mas bella,
pierdo mi sonrisa si no estoy con ella.
Mares de rebeldía, cuarto menguante,
Eterno medallón colgado del techo,
deslumbrante centelleo de diamantes.
Extensas llanuras alumbradas
de una gran perla de brillantes,
al amanecer nos abandona
dejándonos sin una gota de aliento,
sin agitar su pañuelo y despedirse antes.
Hay lugares donde escapamos sin necesidad de movernos del sitio, este pretende ser uno de ellos. Disfruten de su estancia y sientan las palabras.
jueves, 12 de julio de 2012
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