viernes, 16 de marzo de 2018

30x1

El dragón le dejó petrificado.
Miró a sus ojos
y escupió fuego por la boca.
En ese momento se dió cuenta
que su vida valía más
que las llamas de una loca.

Merece la pena vivir,
pero vivir por vivir.
Vivir de tarde noche
para cenar algo que discutir
se nos hace bola
cuando lo que buscas
es sentir sin vomitar palabras de rencor
que pasaron la mañana haciendo cola.

Amar, fácil y divertido,
de sentimiento tranquilo.
De palabra sencilla
y educación exquisita.
Amar con un te quiero en los labios
mientras te acuestas pensando en perdonar 
o seguir el camino sin mirar atrás.

Nos empeñamos en mostrar nuestras virtudes,
cuando estás son nuestros mayores defectos.
Alimentamos el ego entre muros,
cimentamos con palabras de sentimientos
que a las primeras de cambio se han perdido.

Tras el vaho del cristal
somos lo que siempre deseamos ser,
en la calle, la vida sigue como siempre,
y después de otra noche despiertos,
el sueño te abraza al amanecer.

Desafiamos al desnudo integral,
disfrazados de Facebook, Twitter e Instagram.
Somos menos sociales
cuando la pantalla se adueña
del horizonte que mirar,
del atardecer de tu lado que contemplar.

Somos presos de Likes
y pagamos condenas
de treinta selfis por uno para publicar.
Somos reos de una sociedad
con ríos de sangre virtual.

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