lunes, 24 de febrero de 2020

El ataque de los clones

Somos sordos sin voz.
Somos ciegos
con la vista puesta en los demás.
Somos transeúntes solitarios
en un mundo
que no se detiene.

Somos tan necios,
que prestamos más atención a lo vivido, 
que a lo que nos queda por vivir.
Somos supinos ignorantes.
Patrones iguales en libertad.
Somos lo que un día quisimos ser,
porque lo vimos en otros.
No pensamos en ser nosotros mismos,
así, sin más.

El ataque de los clones.
Desgastado ombligo del mundo.
Aunque nuestra genética sea inimitable,
nos empeñamos en ser idénticos,
identificados e identificables a un clic.
Carne de red a pescar 
en los mares por los que bucear.
Mismo sitio, misma hora, mismo lugar.

Moriremos ahogados 
en nuestras propias palabras,
en las imágenes que bombardean
esta nueva realidad.
La envidia hace tiempo 
que se adueñó de nosotros.

Viviremos asfixiados 
por el polvo de nuestro pasado.
Nuestro metro cuadrado de vida,
servirá para no molestar
porque no nos salvará 
ni un Dios, ni un gobierno, 
ni una bandera que baile al viento.

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