Mi cara se arrugó,
el brillo de mis ojos se apagó
lo cambié por unas ojeras
porque ahora las preocupaciones
no me dejan dormir.
Mi pelo se despeinó, se tiñó de gris,
y de repente dejé de soñar.
Abandoné las letras y las canciones
cargué la mochila de obligaciones,
me sobrepasó la vida,
como un mercancías lento
con la firmeza del que avanza por su vía
con rumbo fijo a su destino.
Empecé a vivir para dentro,
perdí a mucha gente,
otros se quedaron en el camino,
algunos los aparté de mi
pero aún los quiero.
Los enfados, los desvelos, los cabreos,
no saber pedir perdón
nos convierte en ogros
con el corazón de piedra.
Vivir demasiada intensamente,
con las emociones a flor de piel.
Creerme con la posesión de la razón,
la cabezonería por bandera,
auto protegerme y no escuchar
por miedo a salir siquiera magullado.
El vértigo a caer y no saber levantarme.
El equilibrio para que nadie salga herido
al final acaba con uno mismo
lamiéndose sus miedos
mascullando por las esquinas,
todo estaba mal… pero no.
Quién está mal era yo.
¿Dónde se escaparon las ilusiones?
¿Dónde las dejé olvidadas?
Probablemente las guardé en aquella caja
que aún sigue criando polvo sin abrir
en altillo de algún trastero
donde los recuerdos duermen
entre la oscuridad y la levedad del tiempo,
entre los buenos momentos y el ojalá vuelvan,
entre suspiros y añoranzas al final de todo,
me olvidé de vivir.
Me olvidé de vivir
y me olvidé de ti,
olvidé que si he llegado hasta aquí
en parte es gracias
a cada paso que he dado
agarrando tu mano sosteniéndonos,
sujetándonos a cada paso en falso que dimos,
evitando dejarnos caer,
pero a veces el vacío
nos conduce a un callejón
en el que siempre es de noche
y da igual cerrar los ojos,
que tenerlos bien abiertos.
Recuerda que lo importante
es vivir y saber sentir.
A todo esto,
y después de todo el mundo
de quién me olvidé,
me acordé de mi,
y entre acorde y acorde,
algún poema escribí.
Quizás perdón quiera pedir,
pero ni para eso sirvo
y si lo lees esto es para ti.
Expiar las culpas por si mañana
me da por encargar un traje de madera.
Últimamente es un pensamiento
muy recurrente ese de abandonar
mi cuerpo de aquí,
para convertirme en un ser orgánico
y alcanzar otra forma de vivir,
y como quiero ser aire y sangre
porque ambos son vida,
necesito aligerar peso de mi alma
bien para flotar, bien para fluir.
Por eso, si me guardas rencor,
desde aquí va este
“Te pido perdón, lo siento,
no me guardes rencor.
¿Podemos volver a vivir?”
No tengo que rendir cuentas a nadie
pero como dijo Pau
“Vivir es urgente”
y hoy que el llanto de mi niño me desveló
y ahora ya no puedo dormir,
necesito descansar y sobre todo
quiero que volvamos a soñar.