martes, 6 de abril de 2010

Me rindo...

Me rindo...
Bajaré los brazos
e izaré mi bandera blanca,
porque estoy cansado no puedo más,
es muy duro tener
que seguir el camino sin ti.

Mi cuerpo cae de rodillas,
se aloja en el suelo
y no relajo mis músculos.
Mis manos se hinchan
al no circular la sangre por mis muñecas,
y la presión de mis palmas
la siento en los brazos.

La ácida lluvia cae sobre mi,
y las gotas rodean mi cuerpo
como antes lo hacía tu abrazo,
y me deshago en silencios,
me diluyo en este barro
que hoy me secuestra en el suelo.

Mis pantalones rasgados,
y duelen las palabras de desamor,
mis pantalones manchados
por la sangre de mi corazón,
el aire entra a ligeros espasmos
en mis pulmones,
los cuales lo agradecen,
al mismo tiempo que odian
el fundamental elemento.

Me rindo al cielo...
a las consecuencias que pueda tener,
me rindo a las secuelas
que dejaran mis heridas,
a las cicatrices de los inmortales
y a los hundimientos de los cimientos
de mis ideales...
Renuncio a todo.

Me niego a pensar
que no puedo tener
un sentimiento de amor para alguien.
Me niego por completo a reducir
el corazón a cenizas de alma,
apelo a todos los dioses del cielo,
cristianos y hebreos,
celestiales y terrenales,
les pido que me entreguen el alma
que me falta para lograr amarte.

Me redimo a los fieles,
a los valores sociales,
estigmatizo los pensamientos erróneos
y creo en ti,
porque en mi,
no me encuentro certeza,
únicamente disipo la sinceridad de alma,
únicamente sé amar de verdad.

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