lunes, 9 de enero de 2012

A las idas y a las venidas

Entre mis sueños resuenan los ecos de una vida dura y cansada de sufrimiento desgastado por el hueco en blanco que se quedo en la guerra de significados de amar y odiar. Entre el amor y el odio se encontraron a medio camino mis ilusiones, y se dieron de frente, el parte a terceros y las multas sin pagar. Tengo ganas de que se derrita el hielo que bucea dentro de el vaso de whisky para bebermelo de un trago y empezar a delirar, porque así divagaré como lo hacen los grandes genios. A la sombra del humo de un cigarrillo de maría que me he liado mientras hago tiempo a que esto ocurra.

Hay veces que todas las ideas que fluyen por mi cabeza se escapan a más velocidad de las que mis dedos son capaces de trasponerlas sobre un papel en blanco,y la sensación que tengo es la misma que cuando dibujo versos en el aire, todo por sentirme algo que no soy, o quizás si. Es posible que algún día fuese parte de un poema de Garcia Lorca, o tal vez fui Platero en el libro de Juan Ramón. Tal vez fui tango de Gardel, o baile nocturno con la vieja luna arrabalera en una noche de mayo. Tal vez, me alié con Einstein para descubrir que las matemáticas son algo más que dos más dos. Y así volando en el tiempo me haré con un trocito de la historia que borraré para que alguien venga a escribirlo de nuevo.

Normalmente cuesta mas ganar el dinero que pagar las facturas. Y en esas estamos de nuevo en las de volver a divagar sobre los pensamientos, en amontonar las letras unas con otras, en no saber hacia donde nos encaminamos, ni de donde venimos. A veces las dudas permanecen en silencio, pero cuando hablan; cuando hablan lo hacen con mas fuerza que las voces que normalmente recibo desde mi cabeza. Lo normal es que cuando el alcohol haga mella en mi cerebro, la parte frontal se acuerde de ti y se golpee contra la pared mas cercana, para a continuación recibir pinchazos en el corazón. Me duele acordarme de ti sólo cuando he bebido pero prometo que nunca te llamaré con dos copas de más. A otras quizás si, pero a ti, a ti nunca.

Doy una calada a mi porro, y expulso el humo lentamente por mi nariz. Su propia inercia envuelve mi cabeza en el blanquecino de su tela de araña, y en ella va tejiendo mis decepciones, y mis maldiciones, mis caídas, y mis idas y venidas. Somos tan tercos que nos empeñamos en atravesar muros de desconfianza a cabezazos, creyendo que todo es posible. El limite es tu imaginación, pero la imaginación tiene un limite, y se llama realidad. Toso porque el vapor de aquel cigarrillo se había cruzado en mi garganta y tú te me retuerces por dentro, consciente conciencia, inapelable inercia. El tiempo me mata, el tiempo consume el cuerpo humano y no lo recuperamos, el tiempo es ese bien que se escapa sin poder controlarlo, día a día la vida nos va pasando sus recibos y nosotros los pagamos con nuestros actos.

El hielo se ha derretido de mi vaso y como prometí me lo bebo de un único trago. Una vez lo termino golpeó con él en la mesa. Chulesco. Dejado. Valiente a la par que cobarde; pienso que esa actitud puede romper el vaso en mi mano y cortarme, pero ya es tarde. Un grieta se ha trazado de arriba a abajo y la tensión con que agarraba aquella vasija la parte y se me clava. Sangro como no lo había hecho antes. Corro hacia el lavabo pero me caigo. Mi cabeza se golpea en el suelo y me desmayo. Todo pasó muy deprisa y apenas recuerdo como llegue a esta cama. Hoy parece que todo ha cambiado.

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