sábado, 6 de noviembre de 2010

Una declaración, la guerra declarada a Cupido y tú.

No sé lo que es, pero cada vez que estoy a tu lado mi corazón se desacompasa y empiezo a notar el ritmo frenético del bombeo de la sangre con gran fuerza. En ocasiones. pienso que en cualquier momento mis arterias van a reventar de la fuerza que imprimes a mi motor. Puedo parecer absurdo, ingenuo, inocente, pero mucho más allá de eso es lo que me das solamente con verte, lo que me haces sentir...

Apenas te conozco, apenas han sido cuatro palabras, pero esa luz me ciega profundamente y quizá, eternamente. Contigo seria capaz de viajar por el cielo, atravesarlo, lanzarme al mundo sin paracaídas. Seré un kamikaze del amor, me suicidaré ante el ataque de los corazones envenenados de odio, les mutilaré, para que tú les recuperes. Es una locura, pero me encanta el estado de excitación y pasión que confluye en mi cuerpo cuando entro a los peores tugurios de esta ciudad que compartimos, y que quizás sea lo único que compartamos en nuestras vidas. Me fascina jugar a descifrar tu presencia entre las caras de la gente, descubrirte escondida tras cualquier columna, o ver tu espalda ofreciéndome un sensual hombro desnudo, y en ese momento, ver que giras la cabeza lentamente, y que me ves y sonríes. Entonces entre tu melena descubro una frase china que se esconde tras tu vestido al girar tu rostro de nuevo a la barra. Me pregunto el significado de aquella frase, me intriga descubrir donde se haya escondida la última letra.

Yo que en otro tiempo tuve la guerra declarada a Cupido, a sus alas y su arco, a sus flechas y sus rizos... Yo que me juré no volver a enamorarme, yo que juré ser otro y hoy vuelvo a ser yo, frágil corazón y mente demente. Jamás me declare antes, jamás le dije a nadie "¿Quieres salir conmigo?", porque con el mero hecho de pensarlo mis mejillas se sonrosaban, mi cabeza retumbaba, el del latido rojo se emocionaba, pero no sé, tú me das esa confianza donde antes nadie me la daba. Por ti tiraría al río mi espada, por tí me desprendería de los harapos con los que me tapaba, por tí mi alma sería arrancada, mi espíritu descansaba.

Honestidad brutal, nunca antes me lo había planteado, pero como suele ocurrir cuando te enamoras, los planes se quedan plantados, se rompen en mil pedazos y se moja el papel. El mensaje queda indescifrable. El movimiento de tu pelo es infalible y el brillo de tus ojos iluminados cuando nuestras miradas se cruzan...¡Ay de mi! Ese maldito brillo... Yo te contemplo a escondidas y tu sigues seductora, jugando con tus manos, entre las que no intuyo ningún compromiso, ningún amor oculto. Déjame que sueñe que te tengo, déjame que me enamore otra vez, pero esta vez de algo real y no como la vez que me enamoré de un sueño.

Quizás esta guerra de sentimientos me alcance para llevarme un abrazo, un beso casto en la mejilla como trofeo a casa, como único triunfo de esta batalla que se ha librado dentro de mi, en mi cuerpo, entre mi mente y mi deseo. Tal vez el mañana me tenga preparado algo hermoso, pero no quiero que sea mañana, quiero que siga siendo hoy, que sea algo mas que un sueño, un deseo o una obstinación, que sea real y yo te entregaré mi mejor versión. Voy y vengo, tan pronto me alejo como que me acerco a ti, tan pronto soy sueño como que me entrego y sin ti.

Siempre he sido un tipo de esconder sentimientos, no mostrarlos, pero esta vez no... Esta vez me volví loco y el imán de tu cuerpo me atrajo, influyente, al lado del enamoramiento. Particularmente no he creído mucho en cupido, siempre pensé que las flechas se quedaban en el camino, pero no, no es así y comienzo a percibir cierto pinchazo en mi pecho y cierto picor en mi espalda, y debe haber sido él, porque no veo sangre por ningún lado. Siempre he sido distraido, observador, risueño, conciliador, pero hoy no. Hoy he cerrado mis ojos y me dejado llevar, y he volado, lo confieso, he sentido, y mi piedra, la que estaba dentro de mi, se ha resquebrajado en mil pedazos y ha caído dentro de mis zapatos, y ahora me incomoda, me molesta, me duele, pero no me agacharé nunca porque este es el único regalo que me harás. Esa piedra será mi amuleto desde ahora.

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