martes, 2 de agosto de 2011

Lealtad

Hay noches en las que me detengo a buscarte y no te encuentro. Pasas delante de mi ventana fugazmente dejando un haz de luz sobre el manto de estrellas que permanecen tintileando en el firmamento esperando a ver tu nueva ubicación. Yo, permanezco aquí, paciente como si el cielo no se fuera a mover nunca, como si fueras a llamar a mi puerta para saludarme, para regalarme de nuevo momentos distintos, momentos que nadie sería capaz de entender nunca, porque sólo tu y yo lo hemos vivido.

Desde niño te quedaste anclado en mi alma. Definiste mis valores, me llenastes de ideales, de dichos, profetizaste una palabra en mi que hoy sigo intentando mantener... Lealtad. Nunca te referiste a esa lealtad de uno para otro, porque esa palabra ya lo conlleva. Con esas siete letras me hacías ver que es hacía uno mismo.

Es mas importante respetarse, tener palabra para si, cumplir las promesas que uno se pone, que simplemente dedicarse a vivir, a dejarse llevar por la marea y por los sueños que serán incapaces de hacerse realidad. Porque soñar es hermoso, pero más hermoso es aún hacerlo realidad. Sentirlo entre las manos, saber que se mueve, que está vivo, que te emocionas con ello, que el cuerpo ofrece reacciones positivas con ello. Eso es lo hermoso de ser fiel a una idea.

Por eso desde que me dejaste volar lejos, desde que empecé a caminar sin el apoyo de tu mano pero con la vigilancia que tiene el niño que comienza a dar sus primeros pasos, en un primer momento, en ese instante me sentí inseguro y no supe si arrojar la toalla o anudarmela ante los ojos para no ver el futuro e ir resolviendo los resaltos del camino a base de inventiva, de generosidad y de talento, todo ello ligado a la educación al respeto y al cariño hacia el mundo. Por que no hay tanta gente mala en el mundo, aunque es normal que desconfiemos unos de otros.

Pasara el tiempo, pasará y yo seguiré aquí apoyado viendo como se mueve la luna y como el aire se empeña en traerme todos los perfumes mas hermosos de las amantes del cielo, el aire se empeña a que la luna se anude unas sabanas de lunares y bailar y cantar con el silbido del viento. Yo, por mi parte, seguiré aquí... Añorandote.

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