lunes, 14 de noviembre de 2011

Dos (... Por mi razón y los sentimientos que vendrán )

Dos podemos ser tú y yo,
el mundo del derecho,
los sueños volcados del revés.
Dos el escondite en que me descubre
el sentimiento de niño
mientras intento no moverme
para que no caigas al suelo
antes de que seas coronada
princesa de papel couche,
para que no descubras la verdad
de quien eres y a dónde vas.

Alguna vez escribí palabras que no sentía, al igual que alguna vez las dije, pero del mismo modo siempre pedí perdón cuando la situación lo requería. Es importante que sepáis que nunca pretendí haceros daño. Simplemente mi corazón se adueño de mis cuerdas vocales y lanzó las palabras indiscriminadamente como quien empuña una ametralladora y dispara sin ningún objetivo ráfagas al viento.

A veces el corazón se apodera de todos los elementos sensoriales de nuestro cuerpo y nos convertimos en seres bipolares, porque la cabeza sigue rigiendo cada una de nuestras decisiones pero el corazón las bloquea aunque ambas estén inherentemente ligadas. Esa sensación bloquea el cuerpo y solo quien alguna vez la ha sentido la entiende. Seguro que sabes a que me refiero. Todo el mundo en alguna ocasión en su vida se ha visto obligado a discernir entre el sentido y la sensación que empuja a realizar algo. ¿Cuántas veces te has planteado las cosas antes de hacerlas?¿Cuántas veces las has sentido y aún sabiendo sus consecuencias las has realizado a pesar de que sabías el final? Se me hace duro creer imaginarme que el mundo no se encuentra en esa batalla dialecticamente sensorial que mantienen a diario la razón y el corazón.

Nunca antes esa batalla había sido tan incoherente como hoy. Cuando sin querer, casi a oscuras me he descubierto tumbado en la cama pensando con el corazón, imaginándome tu perfume, aspirando tu aroma a cada respiración, llevándola hasta el final para alojarla en el rincón que tengo sin luz en el alma. A veces las cosas se guardan mejor a donde nadie las puede ver y para ello es mejor que se queden en aquel rincón que todos conocemos donde esta a oscuras.

Hay ocasiones en las que uno mismo se empeña en guardarse secretos para no descubrir lo que siente por miedo a verse desnudo frente al espejo y que el pudor de los poderosos sentimientos se rían de uno mismo. Nuestra desnudez, nos muestra nuestra debilidad. Nos abruma, nos azota, nos golpea, nos avergüenza. El pecado original, la mística de una oración, es igual que la letra de nuestra favorita canción. Sólo queda esperar a que se acabe y que la asimilemos como nuestra. Como parte de nuestro raciocinio.


Dos son siempre la mentira y la realidad,
la una es dolorosa,
la otra es asesina de la dignidad.
Dos por ser parte del mundo,
entre árboles y ramas,
veo pasar los días
tras los vidrios de este ventanal.
Dos porque somos dos
porque no hace falta nada más,
dos porque dos por cuatro ocho
y el ocho tumbado
nos regala la infinita infinidad.

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