viernes, 4 de noviembre de 2011

Sólo somos polvo

Entre el polvo y la tierra
emerge un ser humano.
Las cucarachas se convierten
en ojos negros azabaches
y el terror se recoge
cuando se clavan como puñales
en las pupilas dilatadas.

Una araña perdió tres patas
a la par que se erigía
el tronco de aquel árbol moribundo,
y se convirtieron en las manos
malvadas y envenenadas.

Se inyecta fuego en la sangre
que corre por ellas,
se imposibilita la claridad de la paz
entre el miedo que causa
esta fracasada esperanza.

Tormenta eléctrica infectada
de infernales rayos nocturnos.
Las tinieblas emergen
por los acantilados rocosos
de los corazones olvidados,
por los manantiales de los arroyos
que ayer eran puros
y hoy corren envenenados.

Un relámpago incendiado de rabia
enciende ese torso desnudo y grisáceo,
y las ramas que componen
ese saco de huesos se electrifican.
El cuerpo a paso lento camina
en busca de las codiciosas ruinas
que cobijan la fortuna
que guarda para si la vida.

Miles de hormigas forman sus pies,
y las más horrorosas serpientes
se mezclan con los gusanos
para dar cabello a ese terrible monstruo
llamado por error humano.
Ideas malignas, confusas y traspapeladas.

Cae miles de cantos del cielo,
destruye el mundo que conocemos
y solo quedan entes
que lo dirigen sin ideas decentes,
que lo gobiernan sin haber pasado
por la educación de un docente,
sólo los cubre el odio y el horror,
no somos ni tan siquiera gente.

Polvo eres y en polvo te convertirás,
nos dijo algún discípulo de aquel
que alguien se empeñó en llamar Jehová.
De una mota de polvo venimos,
y una maldita mota de polvo
será la que nos atragante
la que asesine esta auténtica verdad.

El hombre está hecho de envidias,
de orgullosos rencores,
de sus miedos y su verdad.
El hombre vive de sus errores
y destruye al hombre por el que dirán.
El hombre nunca será humano,
el hombre nunca será realidad.

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