miércoles, 6 de octubre de 2010

El amor ha muerto

El poeta se quedó en silencio.
Inhaló todo el perfume
que flotaba en la habitación
y permaneció sentado,
con las piernas cruzadas,
en la penumbra de un rincón.

Su amada se marchó lejos,
emborrachó al aire
con el aroma de su pelo,
no queda oxigeno que respirar,
no queda ningún billete de ida
para el séptimo cielo

El poeta derramó dos lágrimas
y con ellas escribió los versos más tristes;
rima asonante y desacorde,
con los latidos templados del corazón,
palabras que se disfrazan de mar y salitre,
con las que quiere abrazar la libertad

Su amada desnudó los sentidos,
los guió al bosque de las palabras
y allí salieron de sus dedos
complejas letras descifradas por aquel adiós,
no era ni tan siquiera un hasta luego,
aquellos garabatos escondían letras de rencor.

El poeta se bloqueó,
sus sentimientos se encerraron dentro del corazón
y nunca más nadie le escuchó,
nunca más el papel sintió sus caricias
ni sus gemidos de placer, ni tan siquiera su dolor.
Sólo se quedó con la soledad de su amor.

Su amada no regresó,
se ahogo en los mares de los lamentos,
desbordada por las lágrimas
del que de verdad sentía algo dentro.
Amargo destino, contrapunto del tiempo.
El poeta hoy sigue vivo y su amor se ha muerto.

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