domingo, 23 de enero de 2011

Eso que llamamos amor

A medio camino me paré.
Me quedé estancado
entre la locura y la cordura
y mis pasos quedaron petrificados,
estatua de carne y hueso inamovible,
corazón de piedra inaccesible.

Al despertar de los lirios,
el cielo se tiznó de vagos recuerdos,
llegaste a contratiempo,
como llegan las cosas inesperadas;
arribaste a mi vida
como un huracán que arrasa
los sentires a media mañana.

Nada parecía funcionar en mi organismo,
latidos arrítmicos,
distensión en mis músculos,
mis sentidos se olvidaron de sentir,
y yo me olvidé de mi
por contemplarte,
terriblemente feliz.

Una respiración entrecortada,
se despiertan mis instintos
y salto sobre tu persona,
barquito de papel mojado
anclado dentro de mi corazón,
te quedas pegada a mis sentimientos,
disfrutare de tu sabor.

Sueño con plegar tus velas con un beso,
y levantar los remos con una caricia
para que te quedes aquí conmigo
y enseñarte otros mares, otros lares,
para navegar entre mis palabras de fuego
y mis historias de metal
que cuando se unen las unas a las otras
tatúan en la piel con llamas
el verdadero significado
de todo lo que implica amar.

Déjame descubrirte esta morada,
esta humilde posada cansada de soledad
que fue habitada por lágrimas de cristal
que hoy se rompen contra el suelo
y llegan a las plantas de mis pies
para cortarlas de sinceridad.

Arritmias cardiacas...
Aire... Aire... Aire...
¡Cuesta tanto respirar!
Desde que llegaste a mi vida,
los días desprenden claridad,
y no queda hueco para la tristeza,
no queda nada porque conmigo estás.

Susurrame que me amas,
sin que nadie lo logre interceptar,
susurrame un te quiero
que me haga despertar
y me lleve a la realidad,
solo estamos tu y yo
solo somos uno llamado felicidad.

Poco a poco, desnudaré la verdad,
poco a poco, el escalofrío de mi alma
me conduce a la cárcel de la noche sin Luna,
a mirar al cielo y ver que ya no está,
el Sol queda ciego con tu mirada
y los nubarrones me pierden
entre las brumas y las nieblas,
se calan mis huesos y se pierden mis besos
con esta seca humedad.

Nunca he reconocido nada,
mi ignorancia te obvió al empezar,
y yo que vuelvo a alba,
y tu que me miras a escondidas
a la luz de un nuevo despertar.
Me contemplas sincera,
y yo disimulo un sueño,
mientras me recorres la espalda
con tu fría mano,
que se calienta lentamente
cuando mi sangre se enciende
por el magnetismo de amar.

Eres la luz que alumbra tenue mi oscuridad,
eres lo que me quita el hambre,
eres lo que me hace despertar
al amanecer el nombre de nuestros sentidos
entre la piel y los huesos,
donde están los sentimientos escondidos,
los que nos erizan la piel
cuando a trocitos sale de dentro
eso que llamamos amor.

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