sábado, 12 de marzo de 2011

El día perfecto

Hoy, al despertar, todo estaba en orden. No había nada fuera de su sitio... al levantar la persiana, el mismo gorrión de todas las mañanas estaba en el mismo árbol, y las ramas seguían tan pobladas como de costumbre. No corría viento, con lo cual la el día era magnífico, esplendoroso. Es un día perfecto para volver a creer en muchas cosas. Llegar al espejo y mirarse y ver que la persona que tenemos en frente sonríe. Ver los ojos brillantes de felicidad en uno mismo no tiene precio, notar que el estómago cruje porque los sentimientos han vuelto a él; hoy al fin todo es diferente. Han sido muchos días seguidos de lluvia y nubes cubriendo mi cabeza y esta mañana todo es perfecto.

He prendido la radio y allí las noticias de siempre; la crisis mundial, nuestra disconformidad hacia nuestros mandatarios, así que para evitar que mi imagen se torciese decidí poner mi canción favorita, la que me llena de energía, la que sin apenas darme cuenta me ha arrancado la sonrisa con su soniquete y así con esa alegría, me miro en el espejo y me descubro, y a la par pienso... "Hoy es mi día". Me lavo la cara enérgicamente, y fricciono mis dientes con ganas. Abro el grifo de la ducha y me meto en ella. La canción sigue de fondo y me dispongo a gritar a pleno pulmón el estribillo, convencido de cada una de sus palabras, y me vacío por dentro. Me siento libre, estoy convencido que hoy será un gran día. Hoy será el día.

Me pongo mis mejores prendas, esa ropa que me sienta tan bien, o al menos con la que yo me siento cómodo, con la que noto que soy el centro de atención y salgo a la calle. Bajo los escalones a la calle de dos en dos, y corro sin miedo a abrir la puerta del portal. Entonces llego abajo y tras dar tres pasos desde el zaguán el Sol se golpea con mi rostro. Pica con fuerza, y no logro girar mi cabeza hacia él. Así que al girar mi rostro a la izquierda para esquivar sus rayos y con la ceguera momentánea en mis ojos veo la silueta más sugerente jamás intuida. Esa silueta se acercaba poco a poco mientras que recuperaba mi visión, y entonces te descubrí. Con tu cabello dorado al viento, tu vestido rojo ceñido al cuerpo y dos luceros verdes que se descubren como ojos. Entonces cruzaste delante mía. El perfume mas hermoso jamás inhalado por mi, me recorrió por completo el cuerpo. Me envenenó esa fragancia desde mis fosas nasales hasta el alma... Entonces caí rendido al suelo.

No se pudo hacer nada por mi. Fue un sincope al corazón, el golpe del oleaje del amor que chocaba con fuerza, con rabia dentro de mi, el golpe de los besos que nunca recibiré y que su sombra me han dejado tan sólo con un sentimiento. El sentimiento de que morir el día perfecto es el momento adecuado para morir de amor.

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