A veces camino descalzo
sobre caminos de cristales rotos,
entre puntas de vidrio astillado
y piedras de canto afilado,
pero lo que me duele de verdad
es que la gente se preocupe más
por mi forma de vivir,
que por el latir
de mi músculo rojo quebrado.
A veces cuando todo duerme,
los sueños sustituyen a la realidad
y bajamos a la frontera del delirio,
donde el coraje se hace pasión
y el magenta del fuego, martirio,
donde me encuentro volando
y a la vez estoy perdido.
A veces al alba de este amanecer,
donde el amor es un puntito de calma
me siento como una flor sin pétalos,
como una hoguera sin llama
como un nacimiento sin madre,
como una bombilla sin luz, ni cable,
como el miedo que se enciende
cuando encontramos a alguien
que es demasiado amable.
A veces entre las lineas en blanco
del renglón de los infiernos,
se halla el más valioso llanto,
secuestrado en las noches de invierno,
a la sombra del averno,
donde un alarido de dolor es canto,
y una vida es un momento.
A veces cuando todo calla,
y no se escucha entre las ramas
ni el volar de un pájaro,
todo es mas sencillo,
todo el pasado arde con esta llama,
la que crece de nuestro cuerpo
la verdadera, la que se ausenta,
en este vanidoso juego de cama.
Hay lugares donde escapamos sin necesidad de movernos del sitio, este pretende ser uno de ellos. Disfruten de su estancia y sientan las palabras.
viernes, 1 de abril de 2011
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