Despertaré con el llanto de un niño
al fondo de una habitación blanca,
ayer olvidé la espiritualidad
de tener un Dios, renuncié a Él,
todo por sentir que no te irás nunca,
por ello vendí mi alma a la inercia del tiempo.
Me levanté de la cama sobresaltado
y corrí a calmar su desconsuelo.
Cada día que pasa
tu rostro se refleja más en él,
es algo real el hecho de que estés aquí,
aunque sea en un pedazo de su piel.
Una lágrima de su rostro
es el precio que se cobró Dios
porque hoy estés otra vez conmigo.
No sé como contarte
que de nuevo volvemos a estar juntos.
tu pelo rizado,
tu media sonrisa insalvable,
tu aroma, las marcas de tu cuerpo…
Disfrutaré de ti
el tiempo que tarde
en caer la arena de mi reloj
a la mitad inferior,
entonces mi ser se incendiará y
quedará reducido a cenizas.
La muerte me sorprenderá meciéndote,
acurrucado contra mi pecho.
Desapareceré y tú quedarás.
Hay lugares donde escapamos sin necesidad de movernos del sitio, este pretende ser uno de ellos. Disfruten de su estancia y sientan las palabras.
martes, 15 de diciembre de 2009
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